“¿Por qué los seguidores de AMLO simpatizan y defienden a Trump?”

Parece en verdad un contrasentido. El presidente mexicano abiertamente dice que es de izquierda y también abiertamente critica a los conservadores, a quienes considera el peor mal que ha padecido México en su historia. Y no obstante,...

11 de noviembre, 2020

Parece en verdad un contrasentido. El presidente mexicano abiertamente dice que es de izquierda y también abiertamente critica a los conservadores, a quienes considera el peor mal que ha padecido México en su historia. Y no obstante, sus seguidores, al menos una buena parte de ellos, se han convertido en apologistas de Trump. ¡Pero Trump es superconservador! 

Difícil creer que esos mismos seguidores de López Obrador, que en 2016 exigían la renuncia de Peña Nieto por haber recibido al entonces candidato Trump, y el mismo López Obrador, que en 2017 publicara el libro Oye Trump, en el cual comparaba el discurso del ya presidente estadounidense con la narrativa brutal de los nazis, se oponía con bríos a la construcción de un muro fronterizo al que calificaba de cruel e inhumano, y denostaba al entonces presidente Peña Nieto por someterse y subordinarse a los Estados Unidos; difícil de creer, decía, que ese mismo López Obrador y una buena parte de sus seguidores ahora sean apologistas y entusiastas del presidente estadounidense más antimexicano de los últimos cien años. ¿Por qué?

Hay muchas respuestas. Pero primero dividamos la cuestión: ¿Por qué cambió de actitud el presidente Obrador? ¿Por qué sus seguidores, por razones que habrían sido suficientes para acusar a Peña Nieto de traición a la patria, ahora se sienten tan contentos?

Sobre la primera cuestión, hay que decir que López Obrador no tenía margen de maniobra. Frente a un Trump siempre agresivo y amenazante no podía adoptarse otra actitud que no fuera la de apaciguamiento. Y el presidente mexicano lo ha hecho muy bien. Se ha visto obligado a someterse a Trump, pero lo ha hecho de tal forma que sus seguidores están felices y ni siquiera se han dado cuenta. Si López Obrador se hubiera puesto al tú por tú con Trump, el estadounidense lo hubiera aplastado en un santiamén. Y por esa razón, López Obrador se vio obligado a realizar al menos dos acciones que jamás hubiera llevado a cabo motu proprio: 1) el despliegue de más de 20 mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera sur para evitar que los migrantes provenientes de Centro América lleguen a los Estados Unidos; 2) aceptar de facto que México se convierta en un tercer país seguro. 

El despliegue de la Guardia Nacional nos convirtió en el ominoso muro de Trump. Por eso él se jactaba en sus mítines de que México estaba pagando por el muro, lo cual metafóricamente era cierto. Y no solo la mera metáfora, porque Trump azuzaba a sus seguidores haciéndoles ver que México era el muro y que nosotros lo estábamos pagando. Aunque el gobierno mexicano no lo reconoce ni lo reconocerá, las cosas tal como están ahora mismo hacen de México un tercer país seguro, lo cual significa que si una persona quiere pedir asilo en Estados Unidos, deberá esperar en México hasta que las autoridades estadounidenses resuelvan su situación. Nuestro país se convirtió así en el gigantesco centro de detención migratoria de los Estados Unidos.

No voy a regatearle al presidente Obrador nada. Que un mandatario como Trump amenace con imponer aranceles a todos los productos mexicanos, aranceles que se incrementarían a partir del 5% hasta alcanzar el 25% en tanto no se llegara a un acuerdo migratorio –no tanto un acuerdo cuanto la imposición migratoria de Trump–, es como negociar un contrato con la contraparte apuntándote a la cabeza con una pistola. No había manera de que nuestro gobierno pudiera rechazar las exigencias de Trump. No habría importado quien fuera el presidente mexicano (Anaya, Meade, Obrador, JesusChrist Superstar), la situación habría sido la misma. Y hay que decirlo: López Obrador actuó con habilidad y transmitió a su gran número de seguidores la impresión de que actuaba con dignidad y patriotismo, cuando la cruda e indefectible verdad es que la Guardia Nacional se convirtió en una extensión de la Border Patrol y del ICE (Inmigration and Customs Enforcement).

La visita de López Obrador a Washington en julio fue bien acogida por sus seguidores. Hay que admitir que al presidente mexicano le funcionó muy bien la jugada. No solo dio la impresión de que tenía “domada” a la bestia rubia, sino que se hizo acompañar por once de los más importantes empresarios mexicanos quienes le aplaudieron de pie en la Embajada mexicana luego de la cena que ofreció Trump en la Casa Blanca. Desde el momento en que Trump se refirió a AMLO como el mejor presidente que ha tenido México, según relata Patricia Armendáriz, una de las empresarias que asistió a esa cena y luego a la Embajada, una buena parte de los lopezobradoristas empezaron a ver con buenos ojos a Trump. No faltó quien se atrevió a corear: “¡Trump, hermano, ya eres mexicano!”.

La verdad es que con esa visita López Obrador dio la impresión de que su favorito para ganar la elección en Estados Unidos era Trump, y sus seguidores también lo percibieron. De ahí el cambio de actitud: si el amado líder va con Trump, sus seguidores van con Trump. Y no solo eso: desde que la oposición mexicana se mostró partidaria de Biden, la cosa se politizó y se polarizó: si Biden es apoyado por el PRIAN, entonces y en automático los simpatizantes de AMLO les pareció lo más natural apoyar a Trump. Así que la elección en Estados Unidos se convirtió en un punto de desavenencia entre los seguidores del presidente Obrador y sus críticos. Ambas facciones se pusieron con orgullo, respectivamente, la camiseta republicana con sendos elefantes, o bien la demócrata, con los burros. Y por ahí circuló una foto de Calderón y Biden, de cuando Calderón era presidente, y eso fue prueba suficiente para los seguidores de AMLO de que el partido demócrata era el PRIAN de los Estados Unidos, hágame usted favor. ¡Y lo creen!

Aunque AMLO dio la impresión de apoyar en todo a Trump, y la sigue dando, ya no solo a sus seguidores, sino al mundo entero, pues se ha negado a felicitar a Biden –cuestión que también celebran los lopezobradoristas–, estoy seguro de que mantendrá buenas relaciones con el gobierno demócrata. Habrá puntos de desacuerdo, pero nada que ponga en riesgo la buena relación bilateral. Como admirador de Juárez que es, AMLO necesariamente tiene que ser pro-estadounidense. Y eso no tiene nada de malo. Al contrario. 

Estoy seguro de que México se beneficiará más con un gobierno como el de Biden. Dicen muchos lopezobradoristas que Trump fue superbueno para México, pero en realidad, por más que busco, no veo nada bueno de Trump hacia nuestro país. Al contrario, Trump ha sido, es y seguirá siendo el presidente estadounidense más nefasto para México de las últimas décadas. Eso lo explicaré con detalle próximamente. Por lo pronto, baste decir que cuando las cosas marchen bien con Biden, los seguidores del presidente mexicano tal vez canten, como con Trump, un sonoro: “¡Biden, hermano, ya eres mexicano!”.

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