Dentro de las diversas acepciones que el Diccionario de la Real Academia Española le da al sustantivo “mito” se encuentra la “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico”. La misma fuente define “bienestar” como un “conjunto de las cosas necesarias para vivir bien”; o como una “vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad”.
En este sentido, México es testigo de un mito en la construcción narrativa de un bienestar que no existe, una narración situada fuera de la realidad en una etapa llamada Cuarta Transformación -4T– donde a sus protagonistas les falta sensibilidad para entender el clamor social que es utilizado para justificar el centralismo institucional, la coerción impositiva y la presupuestal que vulnera derechos y actividades esenciales para la economía de México.
El mito del bienestar reviste a sus personajes como salvadores del pueblo y héroes morales de la patria, quienes le dan un uso conveniente y político a la historia de México cuando están muy lejos de ser verdaderos paladines con voz demócrata; por ello, la irrealidad gobierna a un México con problemáticas reales que, si bien fueron en parte heredadas como la pobreza, el desempleo, el rezago social y la inseguridad, también lo es que a dos años del actual gobierno se han agravado.
El mito del bienestar centra su narración en una estrategia de comunicación que a diario pretende adueñarse del espacio público; una narrativa que señala y decide a conveniencia quienes son aliados y adversarios; una narrativa que encuentra en los muros de Palacio un eco débil que se pierde en sus largos pasillos y no ve la luz de la preocupante realidad social, política y económica que vive México actualmente.
El mito del bienestar tiene líneas narrativas para confrontar, distraer, polarizar y dividir social, y políticamente al país; narrativas que se construyen cada mañana con “fuerza moral”, “otros datos” y descalificaciones donde el pasado de México es el argumento central de la política pública, pero ignoran a la población que no quiere ir al pasado, sino vivir un presente en paz, con progreso e igualdad, mirando hacia un futuro con una repartición equitativa de los recursos, mejor calidad en los servicios de salud, empleo y seguridad que son claves para alcanzar el crecimiento y el desarrollo económico que el país requiere.
El mito del bienestar mantiene una narrativa centralista y austera con adjudicaciones directas, y reasignaciones de recursos públicos sin mecanismos claros de transparencia y rendición de cuentas. Prueba de ello es la extinción de 109 fideicomisos con una bolsa de 68 400 millones de pesos que se centraliza y ahora no hay reglas concretas de cómo se entregará el recurso a diversos rubros como educación, deporte, salud, investigación, ciencia, tecnología, cultura, cine, protección civil, protección de periodistas y búsqueda de personas desaparecidas. El riesgo es que se maneje el recurso público con discrecionalidad y simpatía ideológica.
Otro ejemplo, es la reforma a la Ley General de Salud, la cual tendrá como resultado el retiro de 33 000 millones de pesos al Fondo de Salud para el Bienestar que es fundamental para atender enfermedades catastróficas, como el cáncer en sus diversos tipos. Esta reforma también tiene es su esencia la centralización del recurso público, al igual que los Fideicomisos.
Consideraciones
En materia de salud, el bienestar es un mito. No se han controlado los contagios y decesos por COVID-19, lo cual refleja una estrategia mal dirigida, carente, deficiente e ineficaz, encaminándose a una política de salud fallida sin medicamentos, insumos y equipo médico necesario para atender la pandemia y otras enfermedades crónicas como el cáncer infantil y de mama, diabetes e insuficiencia renal, entre otras.
Al respecto, el 1º de septiembre de 2020 en mi colaboración publicada en este mismo espacio intitulada “Nada que Festejar: Segundo Informe de Gobierno” (https://ruizhealytimes.com/opinion-y-analisis/nada-que-festejar-segundo-informe-de-gobierno/) referí, con datos oficiales de la Secretaría de Salud, que había más de 64 000 fallecidos por COVID-19; pero hoy, aún sin entrar a noviembre, ya se rebasaron lamentablemente las 90 000 muertes por la pandemia, es decir, más de 26 mil decesos en prácticamente dos meses.
Como consecuencia, el personal de primera línea del sector salud ha sido afectado por la pandemia, datos de la misma Secretaría de Salud indican que subió a 45% las muertes del personal de la salud en el mes de octubre. Cabe señalar que en diversas entidades federativas, desde el principio de la pandemia han expresado su molestia por falta de material médico, medicamentos y medidas de protección.
El desempleo es otro rasgo que aleja a México del bienestar. Al respecto, la Organización Internacional del Trabajo –OIT– señaló que en el mes de agosto de 2020 el 7% de trabajadores no recibieron un sueldo, reflejando una insuficiente estrategia de rescate al empleo formal. Por su parte, el Instituto Mexicano del Seguro Social –IMSS– indicó que en los meses de agosto y septiembre se recuperaron más de 206 000 plazas laborales formales, pero, cabe subrayar que solo representan el 18.4% de los empleos que se cancelaron desde el inicio del confinamiento. Por su parte, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo realizada por el INEGI, señala que en septiembre fueron 28 millones de trabajadores que están en la informalidad, es decir, el 54.9%.
Lo anterior, coincide con una investigación del Programa Universitario de Estudios de Desarrollo de la UNAM, que refiere que en 2018 había alrededor de 21 millones de mexicanas y mexicanos en pobreza extrema por ingresos, y debido al confinamiento se alcanzaron 33 millones en 2020.
Ante la falta de certeza jurídica en la política laboral y económica frente a la pandemia, la Organización Internacional del Trabajo, proyecta para el 2021 un descenso del empleo formal e informal, con aproximadamente 6 millones de personas desempleadas, o sea, un 11.7% de la población económicamente activa.
Otro escenario nada alentador en materia de empleo es el realizado por el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, que toma en cuenta la caída del Producto Interno Bruto y su impacto en la creación de empleos, indica que cada punto del PIB representa alrededor de 200 000 empleos, si al final del 2020 cae el PIB 10%, significaría la pérdida de 2 millones de empleos; se requerirían aproximadamente 5 años para recuperarlos.
En este sentido, el PIB ha tenido desde 2019 caídas considerables, en su reporte de agosto el INEGI, indica que la variación porcentual real respecto al trimestre previo fue de -17.1%; sobre la variación porcentual real respecto al mismo trimestre 2019 fue de -18.7; y en cuento a la variación porcentual real del primer semestre de 2020 respecto a igual semestre de 2019: -10.4%. Mientras en su último reporte indica el PIB se recuperó 12%, pero, en términos reales durante los primeros nueve meses de 2020, el PIB se redujo -9.8% respecto a igual lapso de 2019.
La inseguridad alimentaria también indica que el bienestar es un mito en nuestro país. La Organización de las Naciones Unidas refirió que en México se requieren “medidas urgentes para evitar que la salud y la nutrición de los niños más vulnerables se deteriore”, indicó que alrededor el 55.5% de los hogares tiene incapacidad para satisfacer sus necesidades de comida, y que por la pandemia se ha agravado esta situación.
En cuanto a la inseguridad, el delito de homicidio doloso sigue impactando negativamente la tranquilidad de la sociedad, lo cual es un impedimento para alcanzar el bienestar; la agencia especializada en estudios de opinión (TResearch) refiere en su estudio “La Guerra en Números: Reporte Diario de Homicidios Dolosos en México” que en los primeros 22 meses del gobierno federal anterior hubo 32 847 homicidios dolosos, mientras, en el mismo lapso del actual gobierno se han acumulado 65 919, es decir, un incremento del 49.82%.
Lo anterior, puede englobarse en los resultados que la OCDE refiere en el Índice para una Vida Mejor, donde México se encuentra calificado negativamente ocupando el lugar 39 de 40 países evaluados. En este sentido, millones de mexicanas y mexicanos siguen en espera de contar con lo indispensable para vivir bien y anhelan hacerlo en un ambiente de tranquilidad, igualdad, paz y bonanza.
El planteamiento del “bienestar” de la 4T, puede y debiera ser bien intencionado, pero, hasta hoy carece de una estrategia eficiente y eficaz que atienda los problemas heredados y refleje resultados positivos en la actual administración federal. Con la bandera del bienestar se percibe la centralización del poder público y presupuestal, lo cierto es que en la narrativa de Palacio existe el bienestar, pero en la realidad cotidiana de México tan solo es un mito. Mientras tanto la 4T tendrá que esperar.
"Sobre el Muerto las Coronas”
La desaparición de jóvenes es un grave problema que se trata de minimizar constantemente.
diciembre 20, 2024Patrones contra ladrones
El asalto al INFONAVIT es solo un paso más en el camino a la apropiación de la AFORES que...
diciembre 20, 2024Sin clasismo, por favor
La construcción de la Línea K y el Polo de Desarrollo del Bienestar en Tapachula, Chiapas, representa una oportunidad...
diciembre 19, 2024De Frente Y Claro | AUSTERIDAD REPUBLICANA: UNA MENTIRA MÁS
Cuando termina un Presidente su sexenio, se destapa la cloaca y toda la porquería sale a flote. López no...
diciembre 19, 2024