¿Se le puede decir que no a Estados Unidos?

La presidenta del Congreso estadounidense Nancy Pelosi comentó a la prensa, que la aprobación del TMEC es inminente ya que están cerca de llegar a...

15 de noviembre, 2019

La presidenta del Congreso estadounidense Nancy Pelosi comentó a la prensa, que la aprobación del TMEC es inminente ya que están cerca de llegar a un acuerdo con el representante de comercio Robert Lighthizer, para enviar el acuerdo para ser discutido por la Cámara de Representantes durante los 14 días legislativos que le quedan al 2019. La razón por la que el acuerdo se ha retenido, es la preocupación de los representantes demócratas en materia de propiedad intelectual, protección al medio ambiente, solución de controversias y aplicación de la reforma laboral; por lo que en estos momentos se están realizando modificaciones y adiciones al acuerdo firmado hace un año entre los tres países y que ya ha sido ratificado por los Congresos de México y Canadá. 

Pero si esas modificaciones van más allá de lo esperado por México, ¿podrán los negociadores mexicanos decirle que no a Estados Unidos? Hasta este momento líderes empresariales están inquietos sobre la posibilidad de que Estados Unidos imponga inspecciones unilaterales, para supervisar la implementación de lo acordado en materia laboral, así como posibles modificaciones a los procesos de solución de controversias que le darían prioridad a los temas de interés de Estados Unidos.

Queda claro que las cúpulas empresariales presionarán al gobierno mexicano, para que no se aceptan inspecciones unilaterales en materia laboral, no sólo por las posibles repercusiones en el incremento de los costos laborales para sus empresas, sino porque abrirán la puerta para que se impongan restricciones contra nuestros exportadores por falta de una certificación en materia laboral, lo que nos pondrá en desventaja contra exportadores estadounidenses y canadienses.

Como sabemos Donald Trump, ha mencionado en el pasado que está dispuesto a cancelar el TLC original para empujar que se apruebe el nuevo tratado, por lo que existe una posibilidad real de que México se quede sin un acuerdo con el mercado más grande del mundo, de no aceptar las modificaciones que se discuten en el Congreso estadounidense.

La respuesta a mi pregunta ya fue contestada el pasado mes de mayo, cuando el gobierno mexicano aceptó una serie de imposiciones en materia migratoria, que virtualmente convirtieron a México en un tercer país seguro para migrantes centroamericanos, además de realizar tareas policiales para detener el flujo migratorio hacia Estados Unidos, todo eso a cambio de que Donald Trump desistiera la imposición de aranceles a todos los productos mexicanos.

Todo parece indicar que en los próximos días, se iniciará la discusión pública en el Congreso estadounidense para la ratificación del TMEC, y desde México sólo seremos espectadores sobre cómo se le hacen modificaciones y adiciones al acuerdo original, con el objetivo de obtener el apoyo de los grandes sindicatos de Estados Unidos, ya que si estos sindicatos se oponen públicamente al tratado, prolongará en el mejor de los casos, la ratificación hasta después de que termine el proceso electoral en noviembre de  2020. Incluso una vez que el acuerdo sea aprobado con dichos cambios, México deberá llevarlos al Congreso e incluirlos en el tratado ya aprobado, sin hacerles ninguna modificación para no poner en riesgo al tratado completo.

El gobierno mexicano deberá poner en la balanza, por un lado, la presión de las cúpulas empresariales y por el otro lado el asegurar la ratificación del tratado de libre comercio, cuya aprobación representará una luz en el sombrío panorama económico que vive el país, ya que se eliminará la incertidumbre que hoy existe en materia de comercio exterior con nuestros principales socios comerciales. Además, la solución para evitar restricciones contra nuestras empresas es muy simple, cumplir con lo que ya se acordó en el tratado e implementar adecuadamente la reforma laboral, al fin y al cabo, la peor consecuencia de ello es que nuestras exportaciones serán menos competitivas, debido a que las empresas mexicanas ofrecerán mejores condiciones laborales a sus trabajadores, y los únicos ganadores del nuevo tratado, no solo serán los grandes empresarios como sucedió con el TLC hace 25 años.

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