Una y otra vez el presidente López Obrador nos recuerda que no recurrirá a la deuda para financiar las medidas para atacar la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus ni para contrarrestar la crisis económica que la pandemia está provocando, porque no quiere cambiar su política de austeridad fiscal, además que una y otra vez nos confirma que sus ideas para mitigar los efectos de la crisis económica, no van más allá de sus programas asistencialistas.
Esta postura del presidente y su gobierno ha generado toda clase de críticas, sobre la insuficiencia de sus medidas, primero para proveer al sistema de salud de los insumos para hacer frente a la emergencia sanitaria, y por lo fuera de lugar de sus medidas anunciadas para contrarrestar los efectos de la cuarentena en la economía. Ambas medias se quedan cortas simplemente por su política de austeridad y excesiva disciplina fiscal, pues el superávit fiscal es uno de los objetivos principales su discurso, y el no endeudar al país es una de sus promesas de campaña.
Las condiciones en que se encuentra México y el mundo en este momento son solo comparables con la pandemia de la gripe española de hace 100 años y la crisis económica que se está gestando está comenzando a alcanzar los parámetros de la gran depresión de 1929. Esa es la realidad que estamos afrontando en estos momentos, por lo que el utilizar deuda pública para afrontar esta nueva realidad está completamente justificado, si ésta se utiliza para financiar al sector salud para que enfrente la crisis sanitaria y para defender los empleos de los trabajadores mexicanos los cuales están en riesgo a causa de la cuarentena.
Paradójicamente, y para mala suerte del presidente López Obrador, los niveles de endeudamiento se han incrementado a consecuencia de la devaluación en un 30% del peso, durante lo que va de la crisis económica del coronavirus, por lo que, aun si no se cambia de opinión respecto a contraer deuda pública para hacer frente a la pandemia, hoy México está más endeudado que antes de que el presidente tomara protesta.
Pero la deuda pública no es mala si se utiliza en los niveles correctos y para los fines adecuados, Por lo que, si bien hoy México cuenta con margen para endeudarse, éste es algo limitado, y el contraer más deuda pública está justificado solo si ésta se utiliza solamente en la construcción de obra pública, rentable tanto económica como socialmente o si se usa para financiar medidas anticíclicas enfocadas en mantener e incentivar la productividad del país. Por lo que si el presidente en algún momento cambia de opinión y adquiere deuda pública, pero la utiliza para financiar programas sociales es mejor que mantenga sus ideas como hasta este momento, porque de hacerlo correríamos la misma suerte que el México de los años 80´s o Argentina en estos momentos.
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