Combatir la corrupción con impuesto a la desigualdad

La detención de Karime Macías, esposa del exgobernador de Veracruz Javier Duarte, es el ejemplo perfecto de la impunidad de las élites, tanto económicas como...

1 de noviembre, 2019

La detención de Karime Macías, esposa del exgobernador de Veracruz Javier Duarte, es el ejemplo perfecto de la impunidad de las élites, tanto económicas como políticas cuando cometen algún delito, pues no es casualidad que se paseara tan despreocupada por las calles del Reino Unido, ya que este país le otorga estatus de residencia a los extranjeros que inviertan más de 13 millones de libras, las cuales seguramente llegaron a bancos ingleses como dinero completamente legal y limpio después de pasar por un sofisticado sistema de lavado de dinero que involucra paraísos fiscales y empresas fantasma en varios países del mundo.

En el caso de México el problema no solo se limita al lavado de dinero y la evasión de impuestos, sino la corrupción y el tráfico de influencias que lo permite. Durante el sexenio pasado vimos cómo 16 exgobernadores fueron sentenciados o procesados por desvío de recursos, todos ellos utilizando sofisticados métodos contables para mover dinero alrededor del mundo a través de empresas fantasmas, por lo que no debe sorprendernos porque a lo largo de los años o décadas en que se han utilizado este tipo de estrategias para desviar dinero, ningún gobierno haya implementado una solución real al problema.

Según el Fondo Monetario Internacional, el uso de paraísos fiscales les cuesta a los gobiernos del mundo entre 500 mil y 600 mil millones de dólares anuales en impuesto sobre la renta, además estima que las compañías enlistadas en el ranking fortune 500, mantienen 2.6 trillones de dólares en paraísos fiscales y personas físicas acumulan hasta 8.7 trillones de dólares. Por lo que, para no perdernos entre estas cifras, no debemos olvidar que estas pérdidas no solo son impuestos, que los gobiernos no pueden destinar a servicios públicos, salud, educación o seguridad, sino que es la prueba tangible de los ricos haciéndose más ricos a costa del resto de la población.

Para explicarlo de forma más clara, cada año escuchamos cómo las empresas más grandes de nuestro país en realidad pagan una pequeña fracción de impuestos, en relación con el resto de las empresas, esto no solo gracias a condonaciones discrecionales, sino a una serie de estrategias fiscales que no son otra cosa que una serie de simulaciones, que permiten a las grandes empresas esconder sus utilidades mediante subsidiarias locales y empresas fantasma en el extranjero, que diluyen las utilidades con transferencias entre ellas, además este tipo de esquemas le facilitan a las grandes empresas la simulación laboral que permite mantener los salarios bajos entre sus trabajadores.

Las grandes empresas y las élites cabildean alrededor del mundo por convertir en una tendencia la reducción del impuesto sobre la renta, argumentando que al pagar menos impuestos, las empresas invertirán sus ingresos marginales y crearan empleos, lo que generará crecimiento económico y beneficiara a toda la población. Pero la reforma fiscal aprobada en Estados Unidos en 2017 demuestra lo contrario, ya que no se ha incrementado el crecimiento económico y las empresas estadounidenses continúan moviendo sus utilidades a otros países que cobran menos impuestos.

Por este motivo la OCDE cabildea la imposición de un impuesto mínimo global, que consiste en que todos los países del mundo implementen un impuesto sobre la renta con tasas mínimas de entre 10.5 y 13.125%, lo que logra que se cree un piso parejo entre todos los países y se reduzca la evasión fiscal mediante las transferencias internacionales. Esto crea la oportunidad para que en México se modifique el código fiscal de manera que ninguna empresa, incluso de forma consolidada con sus subsidiarias pague menos del 10.5% de impuesto sobre la renta, incluso después de aplicar deducciones.

Pero en el caso de México, la simulación que permite la evasión fiscal de los ricos e influyentes no terminará solo con implementar un impuesto mínimo. Es imprescindible que se eliminen los sistemas de corrupción y conflicto de intereses que la facilita, para ello no es necesario inventar el hilo negro, basta con ver casos de éxito alrededor del mundo en los cuales se implementaron fuertes sanciones contra quienes crean e implementan los esquemas de evasión fiscal, incluyendo funcionarios de gobiernos, contadores y abogados.

Bajo este contexto no resultan tan descabelladas las sanciones contra las facturas falsas recientemente aprobadas, pues este esquema no solo es utilizado por empresarios para evadir impuestos, sino es el principal modus operandi de empresas que le venden o construyen al gobierno para desviar recursos públicos hacia cuentas de funcionarios. Y de igual manera en que un esquema de facturas falsas es utilizado para desviar recursos públicos, el crimen organizado utiliza los demás esquemas de simulación para lavar dinero. Estos son solo un par de ejemplos del porqué la corrupción es el principal problema de nuestro país y como el combatirla nos ayudará a reducir otros problemas estructurales de nuestro país, como en este caso la desigualdad.

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