¡Qué no hace una madre!

Relato inspirado en “Historia de una madre”, H. Christian Andersen

11 de mayo, 2016

Juventina Chonguín Camacho

Relato inspirado en “Historia de una madre”, H. Christian Andersen

¡Llévame a dónde se encuentra mi hijo y lo pueda rescatar!

El río miró la desesperación de la madre y tuvo piedad de ella,

Está bien te llevaré,

Sin embargo, le pidió algo,

Sólo que me des tus ojos, serán dos bellas perlas que adornarán el fondo de mi casa, a cambio te guiaré a la entrada del cementerio a donde llevarán a tu hijo, tú decide qué quieres hacer. Piensa rápido porque si llegas tarde tu sacrificio de poco servirá.

El amor de la madre es de los más puros y desinteresados sentimientos que hay, casi siempre entrega todo y pide poco. Sin dudar la madre dijo:

Vamos pronto.

En un instante llegaron a la entrada del lugar, ahí el río la dejó, a continuación tenía que seguir sola. El río había cumplido su parte y ahora le tocaba a ella pagar cediéndole sus ojos. La madre lloró y lloró tanto que de sus ojos botaron de las órbitas y cayeron a las profundidades del agua donde se convirtieron en dos bellas perlas.

Como pudo ella se adentró en el lugar hasta que se tropezó con una mujer que le preguntó para dónde iba, era la sepulturera,

Busco a la muerte que me arrebató a mi hijo, mientras yo velaba su sueño pues se encontraba enfermo.
Has llegado a tiempo, la muerte todavía no ha llegado. Hay algo que necesitas hacer y tal vez puedas recuperar a tu amado hijo, sólo te lo diré si me das algo a cambio,
¿Y qué quieres? ¿Qué te podría interesar de mí?, mis ojos eran lo único valioso que tenía y ya los di,
Hay algo que quiero… ¡Tu cabello! Es bello, negro, sedoso y brillante, en cambio el mío está avejentado y encanecido, prácticamente blanco,
¿Eso es todo? Te lo doy inmediatamente, sólo dime ¿qué hacer?

Primero te daré unos ojos para que puedas buscar el árbol de la vida de tu hijo, localízalo y cuando llegue la muerte lo amenazas con arrancar otra planta, la muerte es responsable antes dios de la vida de todas ellas y nadie debe morir ni antes ni después… La madre localizó al hijo justo cuando se apareció la muerte,

¿Cómo llegaste antes que yo?
Soy madre, eso cuenta cuando se trata de proteger a un hijo,

La madre recordó las recomendaciones de la sepulturera y amenazó a la muerte con arrancar las plantas cercanas.

Gimes de dolor y no piensas en la madre que harás infeliz si arrancas esa bella flor. Te daré el privilegio de ver el futuro de esas dos plantas que tienes junto a ti.

Tras un viento helado la madre cayó en un profundo sopor y vio ante sí una vida maravillosa, alegre, un ser humano de gran trascendencia para el mundo, mientras en las siguientes escenas todo fue tristeza, infelicidad y problemas para quién se codeaba con este ser humano, era tanto el dolor a su alrededor que la madre despertó llena de desconsuelo. Sin saber qué decir, las fuerzas la abandonaron y sólo cayó, entonces comprendió que los designios de dios son complejos y simples a la vez.

Oh dios, quién soy yo, sólo tú sabes cuál es el camino correcto, sólo tú sabes cuál es tu plan perfecto. Dios no escuches mis plegarias, ni mi llanto y que la muerte ejecute tus designios. Solo pido paz para una madre desesperada y perdida en el camino, que llegó tan lejos como pudo desafiando su propio dolor.

Ahora comprendo, los regalos que me has dado son míos, míos nada más y como madre también tengo una responsabilidad para conmigo y con los demás, mis otros hijos que llorando claman por mí, pensado que me he extraviado y nunca más he de volver.

La madre escuchó una bella música, la llenó de paz y armonía, se sintió envuelta por una ráfaga de viento, esta vez suave y cálida y cuando abrió los ojos se encontró en casa frente a su niño que parecía dormido, lo abrazó y aceptó que el camino de su hijo simplemente terminó y lloró, lloró, cuando terminó sacudió la cabeza y se levantó, corrió a buscar a sus otros hijos quienes lloraban por su ausencia,