¿Alguien se atrevería a partir a la mitad a sus hijos? ¿O permitir que personas extrañas griten frente a ellos día a día hasta cansarse? La pregunta resulta fuera de lugar. Sin embargo, es común en las parejas cuando sienten que sus conflictos terminarán en separación, ponen a los hijos en el centro de ese mar de ira y confusión. ¿Qué es lo que genera tanto encono en los papás como para lastimar a los seres que más AMAN?
“Cuando nos casamos todo era diferente, ¡cómo cambiaron las cosas! Él era amable, atento… ¡Nos divertíamos tanto juntos! –Recordó María- Teníamos muchos proyectos… Pero los hijos llegaron antes de tiempo, no es que no los quiera…, –dijo mientras bajaba la mirada-, simplemente nuestros planes eran otros”.
“Después, nos fuimos distanciando. Sin darme cuenta. Ahora, cuando estamos juntos terminamos peleando y gritando. La última vez el niño se asustó y se encerró en la recámara, no nos quiso abrir. Creo que hemos tocado fondo”… Entonces intervino Daniel –su esposo-. Ambos llegaron juntos a la sesión. Él se había mantenido callado, observando… Por unos instantes miró por la ventana, como si se estuviera tomando fuerzas para lo que quería expresar…
“Mi esposa fue la que quiso venir. Bueno, ya estoy aquí…–Suspiró-. Ella no ha mencionado la razón por la cual se quiere separar –él se estrujó las manos nerviosamente y continúo- Ella me acusa de ser infiel con una compañera del trabajo y todo es mentira, sólo existe en su imaginación…” –pregunté- ¿Entonces todo sólo existe en su imaginación?… Ya no hubo tiempo para la respuesta. Ella le reprochaba su infidelidad, mientras él negaba el reclamo. Finalmente, se enfrascaron en una discusión… Por unos instantes escuché lo que uno al otro se decían.
Las discusiones tienen causas escondidas. La ira se envuelve en gritos y reproches que impiden la COMUNICACIÓN REAL entre la pareja. Si el camino se extravía hay que aplicar técnicas, buscar formas y volverlo a ENCONTRAR. Muchas veces la pareja pierde la relación con la realidad y en el incremento de la violencia, ésta se vuelve cotidiana y los niños son los receptores de frustraciones acumuladas, traumas y pérdidas no trabajadas.
Después de hablar brevemente sobre su modo de expresarse aclararon que eso lo hacían con frecuencia frente a los niños –Danny de 5 años y Dulce de 8-. Los dos expresaron su sincera y profunda preocupación por los trastornos que les estaban causando a los pequeños. Era algo involuntario. Cada quien tenía su parte de razón y de frustración.
Ambos declararon el gran amor por sus hijos. ¿Entonces qué estaba pasando con ellos? ¿Se daban cuenta que en medio de sus gritos, portazos y ausencias, estaba el bienestar de sus pequeños? ¿Qué les importaba: salirse con la suya o aceptar y trabajar errores para vivir en paz y armonía?
Generalmente las parejas se casan enamoradas, deseosas de tener una vida juntas “hasta que la muerte los separe”… Sin embargo, amarse muchas veces es insuficiente. Poco a poco con la convivencia diaria empiezan a surgir las discrepancias de opinión, las formas de ser intolerantes, que sólo exponemos cuando estamos bajo mucha presión.
“Ahora todo es diferente. Los gastos se acumulan, siempre está cansado, llega a casa malhumorado. No sé cómo vamos a salir adelante” –explicó que los acuerdos no se cumplían. Ella estaba muy enojada –Había tenido que abandonar su trabajo para atender a los niños y su esposo no lo apreciaba, al contrario, siempre exigía.
Mientras él pensaba que estaba siendo injustamente señalado. Él ponía todo su esfuerzo en el bienestar familiar. Además los celos infundados de su esposa los estaban separando. Al final, ambos concluyeron: “A decir verdad, no nos queremos separar”. Y aceptaron el COMPROMISO de seguir adelante, esforzándose por mejorar la relación.
En los casos de pareja hay que escuchar a ambas partes. Cuando los dos están dispuestos a asistir a las sesiones es porque hay interés en la relación. Y entonces, todo es posible… Ellos pueden expresar y aclarar sus molestias y los niños serán tratados como lo que realmente son para ellos: Los seres que MÁS AMAN EN LA VIDA…
Y parafraseando a la Madre Teresa: ¡Si queremos PAZ y ARMONÍA para el MUNDO… ¡VAYAMOS A CASA y AMEMOS a NUESTRA FAMILIA!
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