El futuro es HOY

Dedicado a J. J. Jiménez

25 de febrero, 2016

Dedicado a J. J. Jiménez

Iba manejando por la avenida. De pronto vi a un pequeño que llamó mi atención. Hacía malabares con tres limones amarillos, ajados, probablemente ya tenían tiempo con él. Se notaba su poca pericia en ello. Su figura era delgada, el cabello corto, la ropa sucia.

– ¿Cuánto tiempo tendría haciendo esto bajo el rayo de sol?

Al terminar se acercó y le pregunté:

– Hola ¿Cómo te llamas?
– Leo
– ¿Cuántos años tienes?
– Once
– ¿Y la escuela?
– En Chiapas

Ya no tuve tiempo de preguntar más porque el semáforo cambió al siga. Le di un apretón en el hombro y continué mi camino. Mientras, mi pensamiento se quedó con el pequeño.

– ¿Qué hace este niño por acá, tan lejos de su tierra?

Hace años conocí a un psicólogo, encargado de uno de los centros para apoyar a los niños y jóvenes contra las drogas. Este personaje tuvo la idea de dormir bajo los puentes, donde él había detectado que se reunían y dormían los jovencitos de la calle, esta labor fue ardua y requirió de tiempo.

Esta historia se desarrolló hace como 20 años. El joven director tuvo tal éxito que tiempo después la ciudad lucía cambiada, eran muy pocos los niños de la calle deambulando por ahí. A pesar del evidente éxito de esta persona, el programa que él implementó ya no se continuó cuando él fue cambiado de ciudad, los niños de la calle poco a poco volvieron a aparecer.

El jovencito lucía sucio, su carita delgada denotaba cansancio y tristeza.

¿Me estaba proyectando?, ¿sentía empatía por él? ¿o era sólo una proyección de mis tristezas?

No importa la razón. ¿Por qué un niño tiene que andar en la calle mendigando por un trozo de pan?

¿Qué clase de sociedad somos que volteamos para otro lado?

¿Qué podemos hacer?

Mientras reflexionaba recordé que días antes una familia había rescatado con todo y mamá a una familia de perritos recién nacidos. Es más fácil ayudar a unos bebés caninos que a un pequeño de la calle. No sólo a Leo, sino a tantos niños que abandonan su casa y no saben para dónde caminar.

Niños para quienes la violencia es parte de su día a día. Niños que muchas veces se ven en la necesidad de abandonar su hogar, porque los maltratos son más fuertes que el miedo a lo desconocido y tal vez piensan que, al cambiar de lugar, pueden tener una posibilidad de mejorar su vida. Seguramente hay excepciones, pero no la mayoría. ¿Quién desea sentirse desprotegido, solo y hambriento deambulando por las calles?

El pequeño tomó las monedas y subió al camellón mientras se concentraba en los autos que venían.

¿Cuál será su futuro?

Claro que hoy existen otras condiciones, sin embargo me pregunto: si tuvo tanto éxito ¿por qué no se continuó su trabajo? ¿Por qué no se volvió un estándar en esta época?, niños de la calle siempre ha habido y cada día son más. ¿Por qué el trabajo de esta persona se quedó ahí?, sin que nadie le diera seguimiento y si se le dio fue con muy malos resultados.

Unas cuadras más adelante, Leo había pasado a ser una anécdota en mi vida. ¿Yo para él? Seguramente ni siquiera eso, unas cuantas monedas en su mano han de ser insuficientes para mantener el interés de él por alguien que se tomó la libertad de hurgar en su vida.

¿Si los logros no se continúan cómo podremos avanzar?

Leo y todos los niños de la calle no son del futuro. Estos niños son del hoy y HOY buscan desesperadamente una solución que les abra las puertas a una vida mejor.

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