“Tomé al cachorrito con mis manos, entró a la casa sin permiso –reflexioné-, su lugar era el jardín”. Se coló por entre la malla. Recuerdo que lo tomé y bajé mi brazo hasta donde pude, la malla me llegaba arriba de la cintura –en el último momento pensé en darle un escarmiento- lo solté con fuerza hacia el piso… Lo que vi después fue una marca en mi vida: el perrito se arrastraba y gemía lastimosamente… Poco después murió.
Cuando sucedieron estos hechos yo estaba sola en la sala, estudiaba para un examen y mi familia dormía –serían las doce de la noche-. Al otro día explique lo sucedido a mis papás, omitiendo la mala intención que acompañó a mi acción, con el paso del tiempo “olvidé” estos hechos. Tendría aproximadamente quince años.
Cuando nuestras acciones son tan graves nos dejan mal parados ante nuestros propios ojos, nuestro yo ideal se ve afectado y es normal querer olvidarlas. Sepultarlas pareciera una buena opción para seguir con nuestra vida. Sin embargo, con el paso del tiempo se convierten en miedos invisibles, fantasmas que nos atrapan sin poderlos evitar.
Durante muchos años los perros me daban pánico. Cuando me tropezaba con ellos les daba la vuelta, en la calle e incluso en las casas. Era capaz de rodear toda la cuadra con tal de esquivarlos. Sí, parecía una jovencita desequilibrada. ¿De dónde vino ese miedo? No lo sabía, solo sentía el TERROR que me invadía al verlos.
Este recuerdo lo tuve almacenado MUCHO TIEMPO en lo profundo de mi alma. Hasta que un día lo recordé y, desde entonces, el perrito está presente en mi corazón.
TODOS los seres tenemos nuestra propia dualidad –Ying/Yang-. Si supiéramos manejar nuestras capacidades y calcular el alcance de nuestras acciones viviríamos en paz. La psicoterapia ayuda a traer a la luz esos recuerdos guardados en la parte obscura de nuestra alma. Comprenderlos e integrarlos desde una nueva perspectiva, que nos permita sanar esa parte lastimada.
Con los años llegó a mi vida una perrita, Meg. Era FANTÁSTICA, amorosa, casi obediente, bella, bella, ¡BELLA!… Sí, en una palabra me enamoré de ella. Al convivir tan de cerca con Meg pude observar, comprender y DEJAR DE TEMER a los perros. Me cuidaba. Hacía fiestas cuando me veía llegar… ¡Era FABULOSA!
Se teme lo que no se conoce, más aún cuando tenemos culpas, pues esperamos nuestro castigo, aún cuando hayamos sepultado la causa de ello. De acuerdo a algunas filosofías orientales, cuando se hace un daño, hay que compensarlo devolviendo bienestar al ser dañado o a otro ser, en caso de no poder hacerlo directamente.
Meg fue mi inspiración, porque al quererla a ella empecé a observar a todos los animalitos, a darme cuenta que si bien el mundo es de todos, también es de cada uno de nosotros. Entonces dije: ¡EL MUNDO ES MÍO! Es de cada perrito, pajarito, elefante, serpiente, pez, delfín, águila…
¡¿QUÉ HE HECHO POR MI MUNDO?! He pisoteado plantas, las he usado de basurero, he tirado basura en la calle, lastimado animalitos, desperdiciado agua, he sido impositiva, intransigente con quienes me rodean, he maltratado a mi cuerpo, ignorado a mi pareja. Muchas veces me he convencido a mí misma: “TENGO TODA LA RAZÓN”, aún a sabiendas que sólo me asiste parte de ella…
Finalmente, he comprendido que la OMISIÓN también cuenta, el EJEMPLO enseña, la ARMONÍA se comparte, la PAZ se VIVE y el AMOR SE DA…
Acapulco 500
Los representantes del ayuntamiento de Acapulco se preparan para los festejos que se llevarán a cabo con...
enero 25, 2017¡Legó el fin de año!
¡Llegó el fin de año! Después de pensarlo un poco y recorrer los meses del año llegué al tema...
diciembre 28, 2016Desde la cabina con Eduardo Ruiz Healy...
Entrar en la cabina, ver y escuchar a Eduardo Ruiz Healy haciéndome las preguntas, fue una ilusión hecha realidad.
diciembre 14, 2016Toma de conciencia...
Mucho se habla en últimas fechas sobre todas las cosas que están mal en nuestra ciudad, país, continente, en...
noviembre 30, 2016