¿Virgilio Andrade Junior?

La polémica en torno a la designación de Raúl Cervantes Andrade como Fiscal General de la República se centra en torno a...

8 de septiembre, 2017

La polémica en torno a la designación de Raúl Cervantes Andrade como Fiscal General de la República se centra en torno a la afirmación de que el actual Procurador General está siendo impulsado a ocupar ese puesto “para alcahuetear y encubrir cualquier conducta ilícita del presidente saliente, garantizándole la impunidad vitalicia” a él, y a todos sus contlapaches.

Esta afirmación carece de objetividad y de sentido por una muy sencilla razón.

El cargo de Fiscal General de la República estará sujeto a disposiciones legales que le obligan entre otras cosas, a perseguir y castigar delincuentes.

Previa la asunción del cargo, sea quien sea el “afortunado” que lo ocupe, deberá rendir protesta de desempeñarlo fielmente.

Si resulta ser Raúl Cervantes Andrade, o su “primo hermano” Virgilio Andrade Martínez, hay dos factores adicionales a considerar:

Es más importante que los mexicanos elijan CON LA CABEZA al próximo Presidente de la República y que sigan atentos y vigilantes del desempeño de ese y de todos los funcionarios cuyos sueldos pagamos.

El hecho de que la Fiscalía General de la República sea un cargo “blindado” como lo es el de gobernador del Banco de México, no significa que su titular pueda encubrir, alcahuetear, y solapar a sus cuates y compañeros de partido político, porque cualquier ciudadano de a pie (como yo comprenderé), puede denunciar a ese funcionario para que sea removido por causa justa, y procesado y castigado si procede.

Inamovilidad no significa licencia para encubrir, por mucho que hoy en México no exista tal cosa como un “estado de derecho”.

Antes de opinar, habría que leer la ley orgánica de la Fiscalía General de la República para SABER las facultades, obligaciones y RESPONSABILIDADES que tendrá su titular.

Hay que tener en cuenta que todo servidor público está sujeto a ser perseguido y castigado si viola o incumple la ley; al menos en teoría.

Aquí aplica el sabio refrán que dice “no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre”.

Si los mexicanos siguen vendiendo su voto electoral a cambio de un chesco, una torta y una tarjetita rosa del banco de la ilusión y la fantasía, los mexicanos comerán ese solo día.

Si los mexicanos votan con la CABEZA, podrán elegir la mejor opción disponible y comenzar a tener gobiernos que gobiernen y no que saqueen.

El mejor ejemplo de las consecuencias que apareja perder el tiempo, es la llegada de Vicentote Fox a la presidencia de México.

Ese sujeto a la fecha, no tiene idea del poder que le confió el pueblo mexicano.

Pudo haber metido a la cárcel a las víboras prietas, las atepocatas y las alimañas de las que tanto cacareaba como chachalaca; pero en vez de eso, agregó a nuestra carga a la señora Martita y sus Bribiescas.

Sé de buena fuente, que Vicente Fox le pidió al secretario de la Función Pública, Eduardo Romero Ramos, que investigara a sus entenaditos los Bribiesca Sahagún.

Cuando Romero Ramos le presentó el expediente con la bola de latrocinios de sus hijastros, en vez de proceder contra ellos, le dijo que no le moviera, porque se enojaría la señora Martita…

Lo que pudo haber sido un cambio radical e irreversible para México, fue una charada patética que dejó perder una de las mejores oportunidades de mejoría y cambio que hemos tenido.

Si quisiéramos describir el sexenio de Foximiliano en una sola línea, basta decir: LÁSTIMA DE BOTITAS.

Yo no creo que el Peje (que sí es lagarto) sea la mejor opción para el 2018; ni siquiera creo que nada más llegar, barriera la casa metiendo a la cárcel al innombrable, o a los entenados de Foximiliano; y menos aún a la Chachalaca o a la intocable señora Martita.

De la misma forma que los aspirantes a cargos de elección popular se preparan para conquistar los puestos que pretenden, ¡los electores deberían prepararse informándose sobre la clase de poder que le confieren a aquellos a quienes eligen!

Lo cierto es que los votantes no saben ni por quién votan y mucho menos, las implicaciones de los cargos para los que los eligen.

Si queremos que el próximo Fiscal General de la República funcione como debe, no hay que seguir votando a la ligera.

Del mismo modo que el gobernador del Banco de México no puede llevarse carretillas de billetes a su casa cuando le dé la gana “amparado en su autonomía e inamovilidad”, el futuro Fiscal General de la República, no puede extenderles impunidad ni blindaje a sus amigos y compadres durante nueve años obligatorios durante los cuales nadie pueda llamarlo a cuentas, haga lo que haga.

Ser inamovible no significa que tengan licencia para violar la ley, le guste a quien le guste.

Ya ven ustedes, Bejarano no era inamovible, ¿pero qué tal fue impune?

La famosa democracia comienza con la elección, pero no termina ahí; del mismo modo que el matrimonio comienza con la boda, pero exige constancia y dedicación.

Así como al ojo del amo engorda el caballo, ante el ojo VIGILANTE de la ciudadanía, funciona el estado en general, y el estado de derecho en particular.

No podemos pedir un fiscal incorruptible si nosotros no comenzamos por predicar con el ejemplo.

De nosotros los mexicanos, depende que Raúl Cervantes Andrade no se convierta en Virgilio Andrade Junior.

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