Un México donde reine LA VERDAD

Hoy se cumplen 92 años de la muerte de Álvaro Obregón. La lista de traiciones y crímenes del “general” sonorense es larga. Obregón fue un...

17 de julio, 2020

Hoy se cumplen 92 años de la muerte de Álvaro Obregón.

La lista de traiciones y crímenes del “general” sonorense es larga.

Obregón fue un hombre sanguinario al que no le importaba asesinar a quien fuera,  con tal de satisfacer  sus ambiciones.

Eso hicieron Carranza y él, cuando mandaron asesinar a Emiliano Zapata en la Hacienda de San Juan Chinameca, en Morelos, el 10 de abril de 1919.

Eso hizo Obregón  con Venustiano Carranza al que  mandó  perseguir y masacrar en Tlaxcalantongo, el 21 de mayo de 1920.

Lo mismo hizo Obregón  con Francisco Villa al que mandó tenderle una emboscada en Parral, Chihuahua el 20 de julio de 1923.

A Obregón no le tembló la mano para asesinar a Francisco Serrano el 3 de octubre de 1927 en Huitzilac, Morelos por el atrevimiento de presentarse como candidato opositor a su reelección con la que el sonorense insaciable traicionó el principal postulado de la Revolución de 1910: la no reelección.

Francisco Serrano era su cuñado, su compadre y por si fuera poco, Obregón le debía la vida porque Serrano lo salvó de una muerte segura, sacándolo de la cárcel de Santiago Tlaltelolco disfrazado de ferrocarrilero.

Obregón también mandó asesinar a su opositor  el General Arnulfo R. Gómez por oponerse a su reelección en 1927.

O sea que la gratitud y la lealtad no eran atributos del manco de Celaya que se caracterizaba por un muy negro sentido del humor y una  maligna inteligencia.

Naturalmente que para salirse con la suya, maniobró para que su cómplice, Plutarco Elías Calles le confeccionara una reforma constitucional  “a la medida”, de manera que el Maximato fuera de Obregón y no de Calles.

Obregón no tuvo empacho en traicionar a México suscribiendo el Tratado de Bucareli con los que comprometió el futuro de nuestra Patria, entregándosela a los gringos en charola de plata, con tal que lo reconocieran oficialmente.

Obregón también mandó cometer un atentado dinamitero contra la imagen de Nuestra Madre la Santísima Virgen de Guadalupe el 14 de noviembre de 1921.

 

La onda expansiva de la bomba,  dobló un crucifijo de hierro y bronce  que aún puede verse en la Basílica de Guadalupe, PERO a la Imagen de la Virgen de Guadalupe no le ocasionó ningún daño.

LA GUERRA CRISTERA

Tanto Obregón como Calles eran enemigos de la fe católica del pueblo mexicano y fue por ello que en 1926 nuestros mayores se levantaron en armas en el movimiento popular conocido como la Cristiada o Guerra Cristera.

Yo tengo a orgullo que los  hombres de mi familia participaron en defensa de la libertad religiosa de diferentes maneras y por ello, en el primer párrafo de mi tesis profesional para recibirme como abogado por la Escuela Libre de Derecho, titulada Trayectoria Intervencionista del Estado Mexicano en Materia Educativa,  lo dediqué expresamente como homenaje a mi  padre cristero, a mi abuelo protector de las  Madres Capuchinas de la Villa de Guadalupe y a mis maestros lasallistas en el  50º aniversario de la iniciación de la Guerra Cristera.

A pesar de ser conocidos y probados los muchos crímenes cometidos por Álvaro Obregón, a la fecha se le siguen dispensando oficialmente diversos honores que debemos revertir y cancelar.

No es justificable que el nombre de Álvaro Obregón se encuentre en letras de oro en el Muro de Honor del Congreso de la Unión.

Nada justifica que la municipalidad de San Ángel  siga llevando hoy el nombre del sanguinario traidor a la Revolución Mexicana.

Nada justifica que la antigua Avenida Jalisco en la Colonia Roma,  lleve el nombre de este individuo que no dudó en asesinar a todos los que se  le oponían en su camino a otra dictadura.

Nada justifica que Álvaro Obregón sea conmemorado con el monumento erigido a pocos metros de donde lo mandó asesinar Plutarco Elías Calles “colgándole el milagro” exclusivamente a José  León Toral.

En aquellos dias el ingenio popular alcanzó sus propias conclusiones sobre el asesinato de La Bombilla:

¿Quién mató a Obregón?

La respuesta era: ¡Cálles-sseee!

Es tiempo de que se devuelva su nombre a la Avenida Jalisco, y se le quite el nombre del caudillo sonorense.

Es tiempo de que se restituya su identidad histórica a la municipalidad de San Ángel, quitándole la adulación inmerecida a Álvaro Obregón.

Es tiempo de que el Congreso de la Unión retire el nombre de Álvaro Obregón que no merece estar en el Muro de Honor de la Cámara de Diputados.

Es tiempo de que se demuela el (por cierto horrendo) monumento a Obregón que subsiste a escasos metros de donde el manco de Celaya fue abatido por los seguidores del Jefe Máximo y fundador del PRI, Plutarco Elías Calles.

No puede  haber transformación posible si seguimos cargando a cuestas las mentiras sobre las que fueron erigidos los falsos héroes como Álvaro Obregón.

No solamente digo esto como católico, sino como MEXICANO cansado de la fabricación partidista de héroes y de villanos oficiales, confeccionados al gusto de los poderosos en turno.

Les debemos a nuestros hijos y nietos un México donde prevalezca LA VERDAD.

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