La pandemia que estamos viviendo nos brinda la oportunidad de unir los sacrificios y el dolor que implica para muchísimos, al dolor de María Nuestra Madre para pedirle que interceda por todos nosotros (TODOS) y que salgamos fortalecidos y renovados cuando esta tormenta pase.
Esta es una buena oportunidad para recordar que somos una nación histórica y mayoritariamente católica.
Católico significa universal, sin exclusión de persona alguna; incluyendo a los que profesan distintos credos o ninguno.
Nuestra primera constitución federal de 1824, (1) proclamó que nuestra patria sería perpetuamente católica, y que el Estado la protegería con leyes sabias y justas.
Casi cien años después, entre 1926 y 1929, nuestros mayores se levantaron en armas contra la persecución anti-católica emprendida por el dueto Calles/Obregón, al grito de ¡Viva Cristo Rey!
Tengo el orgullo de que mi padre participó en el Alzamiento Cristero y para rendirle homenaje a él y a mis maestros Lasallistas, escribí mi tesis profesional (2) honrando a los Cristeros y todos los defensores de la Iglesia Católica, de los cuales, muchos han sido canonizados por el primer Papa Mexicano: Juan Pablo II.
La pandemia que hoy ha puesto al mundo entero en jaque también es una oportunidad para renovarnos, fortalecernos y recordar el México del que venimos: un México valiente y de fe, un México capaz de luchar por sus creencias y sus valores, un México que en este preciso momento tiene la oportunidad de DESPERTAR y LEVANTARSE DE NUEVO.
No debe preocuparnos la economía teledirigida gracias a la cual si un banquero estornuda en Nueva York, una sólida empresa en Alemania pierde su valor por el único motivo de la especulación bursátil.
Debemos aplicar la enseñanza que nos dijo que debemos darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
Debe preocuparnos y debemos ocuparnos por tomar nuestro destino en nuestras propias manos, como una vez más lo han venido haciendo muchos mexicanos, mientras el “gobierno-ficción” invitaba a los abrazos y a los besos mordelones.
La pandemia es la ocasión inmejorable para tumbarle la corona al virus, y de paso, prepararnos para sacudirnos a todos los parásitos que durante esta “emergencia de fuerza mayor” se están dando a conocer todavía con mayor claridad.
Hay un antiguo adagio persa que dice: “Esto también pasará”. Una leyenda cuenta que esa frase fue grabada al interior del anillo de un monarca, a sugerencia de su sabio consejero. Hoy, la pandemia parece interminable, pero habrá de pasar. Quienes hoy se creen poderosos e inamovibles, también pasarán.
Esta traumática experiencia de la pandemia, debe dejar una huella que podamos seguir; debemos aprender y mejorar como seres humanos.
Debemos prepararnos mucho mejor para enfrentar los vaivenes de la economía, porque si bien es cierto que no solo de pan vivimos, necesitamos el pan.
Debemos sobre todo, aprender a no apostarle nuestras vidas a las opciones más fáciles, y a pensar en serio antes de tomar decisiones que después nos pasen la factura.
Hoy es Viernes de Dolores y, en honor de los sufrimientos de Nuestra Madre, la Virgen María, hagamos oración y acompañemos en todo lo posible a nuestros hermanos que sufren tanto en México como en todo el mundo, incluyendo a África de la que, sospechosamente, nadie dice nada hoy.
Seamos hoy el México siempre fiel que se metió al corazón de San Karol Józef Wojtyła, el Papa peregrino de El Tepeyac.
Nuestra Madre de Guadalupe nos consuela hoy y siempre diciéndonos:
“¿No estoy aquí yo que soy tu madre?
“¿No estás en mi regazo?
“No te apene ni te aflija cosa alguna”.
Acerquémonos a Ella hoy, para acompañarla correspondiendo Su amor y agradeciendo la Misericordia de Su Hijo, y Nuestro Hermano, Jesucristo.
Así como tantos nos acercamos a Ella en busca de consuelo, hagamos espacio en nuestros corazones para decirle que agradecemos su sacrificio y el inmenso dolor por la Pasión de Cristo.
Los partidos políticos, las grandes fortunas, la fama y todos los espejismos de este mundo pasarán, pero el Amor de Nuestra Madre, en el Amor esencia de Dios, no pasará jamás.
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Dedicado a los Santos Mártires Cristeros R.P. Miguel Agustín Pro J., a San David Uribe y San Jose Sánchez del Río.
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Acta Constitutiva de la Federación.
Artículo 4º.- La religión de la nación mexicana es y será perpetuamente la Católica Apostólica Romana. La nación la protege por leyes sabias y justas, y prohíbe el ejercicio de cualquiera otra.
Mi tesis para recibirme como abogado en la Escuela Libre de Derecho el 23 de marzo de 1976, se titula “Trayectoria Intervencionista del Estado Mexicano en Materia Educativa” y la escribí en homenaje a los 50 años de la iniciación de la Guerra Cristera.
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