El aumento salarial de 20% decretado por el actual gobierno federal, de mantenerse la forma en que fue aprobado y promulgado, va a durar el día y la víspera, a menos que…
Desde los tiempos del FOBAPROA y el IPAB, y de todas las medidas decretadas por Ernesto Zedillo para proteger el margen de utilidad de los banqueros (y de los empresarios en general), me sorprendió inmensamente que ningún sindicato y ninguna central obrera, pusieran el grito en el cielo.
¡Zedillo blindó el margen de utilidad de los banqueros contra la inflación y contra la devaluación del peso mexicano!
Pero Zedillo no se tomó la molestia de proteger el poder adquisitivo salarial de aquellos a los que prometió traerles bienestar familiar, durante su campaña electoral.
Lo que me sorprendió, fue que ningún líder obrero ni social, (incluido López Obrador) se haya percatado entonces de la magnífica oportunidad que se presentó para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores.
¿Por qué motivo habrá sido que los poderosos sindicatos del oficialismo, no aprovecharon la oportunidad extraordinaria que tuvieron entonces para contrarrestar la protección privilegiada que se obsequió a los banqueros?
Creo que una de las grandes deficiencias del liderazgo social y obrero, ha sido siempre la incapacidad de entender la forma como piensan los banqueros, los empresarios y los gobiernos que se dedicaban a servirlos.
¿Qué podrían haber hecho (según yo) los líderes sociales y de la clase trabajadora?
La respuesta es increíblemente sencilla.
Los grandes sindicatos y las centrales obreras como el Congreso del Trabajo podrían haber exigido al gobierno federal de entonces, que de la misma forma que se protegía el margen de utilidad de los empresarios y banqueros, se protegiera el poder adquisitivo de los trabajadores.
¿Cómo?
Desde el momento en que fueron inventadas las UDIS (Unidades de Inversión) para que los créditos bancarios fueran pagados en vez de ser cubiertos en moneda nacional, las grandes centrales obreras debieron exigir que los salarios también fueran pagados en UDIS de manera que se protegiera el poder adquisitivo de los trabajadores contra la inflación y contra devaluaciones del peso mexicano.
Los líderes sindicales y sociales, incluyendo al entonces líder Manuel Andrés López Obrador, dejaron pasar la ocasión sin darse ni siquiera cuenta de la oportunidad excepcional que se les había presentado.
La receta para mojarle la pólvora a los neoliberales, habría sido la siguiente:
Aplicando la regla de “todos hijos o todos entenados”, los trabajadores debieron solicitar al gobierno federal y al Congreso de la Unión, que se nivelara la balanza modificando la ley que creó las UDIS, para hacerlas extensivas al salario.
Ni Zedillo ni nadie del gobierno o del Congreso de la Unión habrían podido negarse a una petición así de los trabajadores.
No habrían tenido un solo argumento económico, financiero ni jurídico para justificar que se negara a los trabajadores lo que se le estaba obsequiando a los banqueros.
Tan buenas tendrían que ser para la economía nacional las UDIS concedidas a la banca nacional y extranjera, como las mismas UDIS aplicadas al salario de los trabajadores.
¿Cómo podría Zedillo haber justificado negarles a los trabajadores la aplicación de las UDIS al salario para proteger su poder adquisitivo, mientras se las otorgaba a los créditos bancarios para proteger el margen de utilidad de los banqueros?
¿Qué hubieran podido hacer los trabajadores y sus sindicatos en caso que Zedillo y el Congreso de la Unión se negaran aplicar las UDIS en su beneficio?
En caso que Zedillo y el Congreso de la Unión se negaran a haber aplicado las UDIS al salario de los trabajadores, habría procedido claramente una demanda de amparo.
Una demanda de amparo contra la violación del principio constitucional de IGUALDAD ANTE LA LEY, habría tenido un éxito inevitable, a pesar de la parcialidad del Poder Judicial subyugado a la voluntad del Ejecutivo, y a pesar de la servil sumisión tradicional de la Suprema Cohorte de Ju$ticia.
Si las UDIS son buenas o fueron buenas para la economía nacional al ser aplicadas a favor de los banqueros, son y pueden ser de nuevo igualmente buenas para la economía nacional si se resucitan y se aplican para proteger el poder adquisitivo de los salarios.
Decretar que el aumento salarial del 20% recién aprobado sea pagadero en UDIS, es la única forma de evitar la espiral inflacionaria que se desatará sin duda si el gobierno federal no previene la carrera a la alza entre precios y salarios.
De no blindarse el salario contra la inflación y la devaluación a traves de las UDIS, el gusto por el aumento del 20% decretado por López Obrador, se va a convertir en humo antes que termine la famosa cuesta de enero.
Para López Obrador que tanto critica a los neoliberales y que tanto pregona su cuarta transformación, la oportunidad de proteger el poder adquisitivo de los salarios mediante la reactivación de las UDIS, no solamente sería una medida justiciera, económicamente impecable, sino que además, tendría el dulce sabor de aplicarle a los neoliberales y su mafia financiera, una sabrosa sopa de su propio chocolate.
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