El presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez, se ha impuesto como meta personal, sacar a Francisco Franco de su tumba en el Valle de los Caídos, y borrar de la memoria cualquier cosa buena que pudiera atribuírsele al “Mariscal Tito” español.
Me refiero a Franco como el Tito Ibérico, porque tanto al líder de Yugoslavia como al caudillo de España, se les puede llamar dictadores, PERO a ninguno de los dos, se le pueden negar virtudes y logros de los que España sigue disfrutando hoy, a diferencia de la hoy desmembrada Yugoslavia.
Lo dicho por Don Juan Carlos I, en relación con el frenesí antifranquista capitaneado por el señor Sánchez, honra al Rey Emérito, y en sus muy breves palabras, le hace justicia a Franco y a España.
Ha dicho Don Juan Carlos lo siguiente:
“YO ACCEDÍ AL TRONO PORQUE LO QUISO FRANCO” ¿EN VEZ DE CALLES PORQUE NO DEROGA ESTA IMPOSICIÓN LA LEY DE MEMORIA HISTÓRICA?”
La memoria a modo y a medias, que se ha venido imponiendo en la España de la amnesia a conveniencia, olvida las verdades de la cosmetizada República cuyos excesos, crímenes y persecución religiosa y política fueron el detonador del alzamiento militar de 1936.
Los militares españoles no se sublevaron de gratis ni solos.
La república española obedecía las órdenes de Stalin como resultado directo de su pertenencia a la Internacional Comunista.
La verdad histórica no puede ser una versión tendenciosa impuesta como dogma y hasta con su propio tribunal de inquisición que exhuma cadáveres, demuele monumentos, reescribe la historia a su gusto y sataniza toda disidencia.
¿Qué gana España con exhumar los restos de Francisco Franco y, si fuera posible obsequiando los deseos de Pedro Sánchez, tirarlos a la basura?
No me sorprendería que Pedro Sánchez tenga una agenda personal para restaurar la república en España y convertirse de simple primer ministro a jefe del estado y ya entrados en gastos, (¿Por qué no?) sustituir a Francisco Franco como nuevo caudillo de España.
La memoria histórica solamente es posible cuando la historia no se escribe como propaganda de partidos.
La memoria histórica en el caso de España, no necesita asomarse a los roperos para encontrar únicamente los pecados de uno u otro bando.
La verdad sin matices, necesita que los españoles recuerden o conozcan por primera vez, las atrocidades cometidas por Largo Caballero, Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri (la pasionaria) y muchos otros iconos del “santoral republicano”; atrocidades y crímenes azuzados por los comisarios soviéticos incrustados en el régimen republicano español, que exacerbaron los ánimos y detonaron un ALZAMIENTO POPULAR, encabezado por una parte del Ejercito de España.
Porque debe quedar claro que el Ejército no se alzó solo sino acompañado de una buena parte del pueblo español, harto de las famosas “sacas” (1), y de la policía política (checas) al estilo Stalinista.
La persecución feroz contra la Iglesia Católica con la quema de cientos de templos y el asesinato de muchos curas y monjas por el gobierno de la república, es un hecho que Pedro Sánchez no menciona pero que consta sobradamente.
SI HAY UN VENENO CAPAZ DE MATAR LA VERDAD, ESE ES EL OLVIDO DEL QUE SE NUTRE LA INDIFERENCIA.
Sánchez y su gente han podido venir haciendo su real gana, subidos sobre la inercia letárgica de una España que dormita.
En el Valle de los Caídos, que yo sepa, estan sepultados juntos, republicanos y nacionales; comunistas y falangistas; rojos y azules hermanados por su muerte generosa, unidos por el amor a su patria, por muy distintos que fueran los motivos de su patriotismo.
Ante la ciega mezquindad de Pedro Sánchez, bien vale la pena citar un párrafo del poeta Luis López Anglada:
“Y aquí, sobre el silencio de los muertos,
Los brazos de la Cruz están abiertos
Como clamando al cielo por España.»
El Valle de los Caídos es un monumento de reconciliación; una reconciliación que Pedro Sánchez tambien quiere tirar a la basura junto con los huesos de Francisco Franco al que, dicho sea de paso, no podría importarle menos lo que ocurra con sus restos mortales.
Don Juan Carlos I de Borbón, dando una lección de señorío y nobleza lo ha dicho en pocas palabras llenas de virilidad e hidalguía.
Reconoció que la transición democrática de España, fue puesta en sus manos por el otrora general más joven del Ejército Español entre cuyos legados y logros no solamente está la democracia española de hoy.
Franco salvó a España de convertirse en satélite de la Rusia Stalinista y también la salvó de entrar en la Segunda Guerra Mundial.
El Señor Sánchez olvida que su obsesión mezquina por atizar viejos enconos puede detonar consecuencias impredecibles entre las que no hay que descartar otra guerra civil.
En el derecho europeo existen precedentes de enjuiciamiento postmortem de personajes de la política y la milicia.
Si se recuperar verdades se tratase, y antes e imponer dogmas partidistas por decreto, deberían abrirse juicios en toda forma para airear los crímenes de la república española que dieron lugar al alzamiento nacional de 1936.
La mal llamada ley de la memoria histórica, proclama desde su artículo 1º, los propósitos que supuestamente pretende:
“Reconocer a los que padecieron persecución y violencia por razones policitas, ideológicas o de creencia religiosa;” (siempre y cuando sean los del bando preferido del PSOE).
Hace una y la misma cosa de la guerra civil y de la dictadura, como si el alzamiento nacional de 1936 hubiera sido fruto de un capricho personal de Franco y no hubiera sido motivada por los muchos abusos del régimen republicano y de sus infiltrados soviéticos.
La dichosa ley, supuestamente busca suprimir los elementos de división entre los ciudadanos, y fomentar la cohesión y solidaridad generacional…
Esta ley que proclama una cosa pero busca otra; esta fallida tramoya de doble moral, alienta hoy el capricho de Pedro Sánchez cuya meta estelar se centra en la exhumación de Franco a como dé lugar.
Sánchez empecinado con la exhumación de los restos mortales de Franco, me recuerda a Juana la Loca que se aferraba al cadáver de Felipe el Hermoso, diciéndole a todo mundo que el rey estaba dormido.
Franco no está dormido, está bien muerto; pero lo que puede despertar, es el hartazgo de una porción impredecible del pueblo español, que acicateado por los afanes de la doble moral del PSOE amanezca en cualquier momento con ganas de repetir el alzamiento nacional del 18 de julio de 1936.
Escarnecer a Franco sacándolo de su tumba, puede desembocar en una tragedia griega como la de Antígona que desafió la prohibición de sepultar a Polinices con los ritos propios frente a los dioses.
La soberbia y la ambición personal de Pedro Sánchez secundado por los socialistas de las páginas de sociales, debería tomar en cuenta las sabias palabras de Don Juan Carlos I que conducen a un solo escenario posible:
Si de borrar todo vestigio de Francisco Franco se trata, habría que deponer a Felipe VI y sentar a Pedrito Sánchez en el trono de la Tercera República.
Por lo que veo, a Sánchez le divierte jugar a la ruleta rusa…
Como ya he dicho aquí: Franco no está dormido, sino muerto; buen número de españoles le podrían regalar al socialista del Hola un nuevo18 de julio.
Con España, nunca se sabe.
- Sacas. Era un procedimiento ilegal aplicado por la república española y sus partidarios, que sacaban de sus casas a los opositores políticos, como hicieron con Calvo Sotelo o en las matanzas de Paracuellos del Jarama ,y asesinaban a inocentes sin ningún miramiento.
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