Hace 171 años que California y Nuevo México corrieron con la misma suerte que Tejas en 1836, a consecuencia de la invasión injusta desatada por James Polk y los esclavistas anglosajones contra México.
La conquista violenta de más de la mitad de nuestro territorio, tuvo dos consecuencias principales que nos siguen afectando hasta hoy. Los mexicanos que decidieron permanecer en sus hogares, en sus ranchos, sus tierras, defendiendo sus raíces contra la tormenta desatada sobre ellos, aprendieron a vivir bajo ocupación militar extranjera, y lograron preservar sus raíces, haciendo posible con su sacrificio, el regreso de nuestros hermanos.
El robo territorial cometido por Estados Unidos en agravio de México tuvo otra consecuencia innegable:
Los territorios despojados a México eran los más ricos y de mejor clima, con inagotables recursos naturales y el consecuente potencial para nuestro desarrollo y prosperidad.
Al arrebatarnos la posibilidad de aprovechar esos recursos para la subsistencia de nuestros mayores y de las generaciones subsecuentes, millones de mexicanos se convirtieron y se siguen convirtiendo en migrantes forzados.
Nuestros hermanos que cruzan hacia el norte lo hacen en ejercicio innegable de su derecho de libre tránsito por el territorio mexicano, porque California, Nuevo México y Tejas siguen siendo territorio mexicano bajo ocupación militar ilegal de los Estados Unidos.
Pero además, los mexicanos que se ven obligados a buscar la vida al norte de las fronteras impuestas por la conquista ilegal de esas provincias mexicanas, NO SON migrantes ilegales, sino migrantes FORZADOS conforme los define el Derecho Internacional.
Esos migrantes forzados, van en busca de los recursos y las oportunidades de vida que nos fueron arrebatadas por la conquista violenta cometida por los Estados Unidos y denunciada ante el Congreso de ese país, por el Senador Thomas Corwin el 11 de febrero de 1847. (1)
Al día de hoy, aproximadamente 55 millones de mexicanos y mexicoamericanos viven bajo jurisdicción de los Estados Unidos.
Los 55 millones de mexicanos que viven al norte de El Río (2), NO TIENEN representación política en nuestro Congreso de la Unión.
La voz de esos hermanos nuestros ha estado ausente de nuestros foros constitucionales por más de 171 años.
Los gobiernos mexicanos del siglo XXI han llevado a cabo reformas políticas que solamente buscan disputarse los votos de los mexicanos del Norte de El Río como mero botín electoral.
Esos gobiernos han sido tan torpes en su actuación, que han proclamado la necesidad de propiciar el voto de los mexicanos “en el extranjero”, sin tener idea siquiera de que California, Nuevo México y Tejas (3) ¡SON TERRITORIO MEXICANO!
A esos gobiernos integrados por políticos mercenarios y rapaces, lo único que les importa es intercambiar promesas falsas por los votos de esos compatriotas de cuyo esfuerzo heroico se sostiene en gran medida la economía de México, gracias a las remesas multimillonarias en dólares que envían a las familias que se vieron obligados a dejar atrás y a las que nunca olvidan ni abandonan.
¿Cómo es posible que 55 millones de mexicanos carezcan de voz y voto para participar activamente en la solución de los problemas que viven en carne propia desde 1836?
El pasado 2 de febrero, se cumplieron 171 años de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo, que nos fue impuesto bajo violencia y amenazas de mayores pérdidas.
Creo que ha llegado la hora de romper el silencio y la ausencia de 55 millones de mexicanos por los que no hemos hecho nada en casi dos siglos.
Tenemos que hacer valer el derecho ciudadano para presentar iniciativas de reforma constitucional y de leyes, para que esos mexicanos puedan elegir de entre sus propias comunidades a sus representantes, para que regresen al Congreso de la Unión como senadores y diputados a participar en la solución de sus problemas y para que alcancen el reconocimiento de sus derechos soberanos con miras a ejercer su derecho de autodeterminacion, siguiendo el precedente establecido por el presidente Bill Clinton en Kosovo. (4)
Romperemos así el silencio y la ausencia de casi doscientos años y tenderemos un puente superior a cualquier muro.
No solamente es una cuestión de justicia y necesidad que regresen la voz y voto de California, Nuevo México y Tejas, sino que se reconozca ese mismo derecho a todas las comunidades surgidas del esfuerzo de los migrantes mexicanos forzados que se han establecido por todo el territorio de los Estados Unidos contribuyendo no solo a la grandeza de México, sino aportando su contribución indispensable en todos los campos de la prosperidad de aquel país.
Al pretender la construcción de muros en la actual frontera para impedir el curso de la historia, se pierde de vista nuestra presencia creciente a las orillas de los Grandes Lagos, sobre las riberas del Hudson, y tan al norte como sobre la frontera con Canadá.
Desde este espacio lanzo hoy la propuesta de promover la reforma al Artículo 43 y al 71, fraccion IV de la Constitución, y a las leyes electorales, para devolverle la plena capacidad de decisión a esos 55 millones de mexicanos y mexicoamericanos.
Desde este espacio rindo homenaje a nuestros compatriotas del México al Norte de El Río.
Gracias a ellos somos México, patria completa.
(1) El Senador Thomas Corwin del estado de Ohio, denunció el asalto a México cometido por el presidente Polk, y las consecuencias que ese despojo traería para nuestra patria. (Este texto puede consultarse en los archivos online del Congreso de los Estados Unidos), o en el apendice II de The Comeback River que puede ser solicitado a mi correo electrónico.
(2) El Río que sirve de actual frontera entre Estados Unidos y México se conoce como Bravo o Grande, y yo me refiero a ese curso de agua como El Río de los Regresos.
(3) Los territorios que nos fueron robados directamente son California, Nuevo México y Tejas, pero además incluyen Arizona, Nevada, Utah, Kansas, Colorado, Wyoming y Oklahoma en diversas proporciones, ya que esos nuevos estados de la Union Americana fueron segregados de nuestras provincias originales.
(4) El columnista George F. Will (de la Revista Time) ha dicho que las comunidades mexicanas bajo jurisdiccion de Estados Unidos, podrían llegar a hacer valer el derecho de autodeterminación reconocido por el presidente Clinton en Kosovo, y proclamar su liberación, ya sea para volverse países independientes (como ocurre con los movimientos existentes en Tejas y California), o para reincorporarse a México, según lo decidan los mexicanos y mexicoamericanos cuyos derechos deben ser impulsados y apoyados.
Dedicado a “México Defiende lo Tuyo”.
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