Sobre el piso de arriba se oyen voces
Sobre el piso de arriba corren pasos/
Adivino los juegos que transcurren
Rápidos
Musicales
Divertidos.
Cada verano, vienen,
Vienen igual que las cigüeñas de África.
El arenero del jardín de junto
Es una playa llena de sirenas,
De sirenas de hielo que despiertan
Con el azul de junio cuando llega.
Por la pequeña calle de nuestro pueblo
Retintinea la música,
La inconfundible música que invita
Con las nieves llegadas desde Italia.
Los niños revolotean,
Se arremolinan en la breve fiesta
Escogiendo sabores,
Delicias y sabores que adivinan,
Que siempre esperan
Sin importar su edad.
Al sol del mediodía
Todos los pequeños
Se transforman en hadas y duendes,
Magia que reverbera colorida,
Tan feliz,
Tan inocente,
Sin temores.
Aquí a unos pocos pasos,
Surge la milpa,
Apurándose a florecer con sus mazorcas,
Elotes mexicanos de Alemania.
Un gallo,
El gallo de un vecino muy cercano,
Canta igual que los gallos de Acapulco,
Celebra a todas horas cuando puede,
Sabiendo que muy pronto,
Pronto como un suspiro,
Regresará el invierno igual que siempre.
Cerca de la estación,
La pequeña estación de nuestro pueblo,
Bajo la sombra de los dos castaños,
Se agitan espejismos de colores,
Niños en bicicletas sin pedales,
Pequeñas encantadas,
Que toman de la mano a sus muñecas.
Mientras miro todo esto,
Cuando comienzan a verse las estrellas,
Monto sobre la brisa que me lleva
Bajo la sombra del tejocote de mi infancia.
Mi infancia transcurrida en Churubusco,
Con sus campanas que se escuchan hasta aquí.
Vuelvo al jardín de nuestros días de campo,
Con higos y limones y con nísperos
¡Tejocotes y ricos capulines!
Sobre el piso de arriba se oyen voces
Sobre el piso de arriba corren pasos/
Pasos de mis hermanas cuando niñas,
Risas de mis papás que nos miraban.
Soy un niño de casi setenta años,
De siete años diez veces,
Siempre niño.
Tengo que regresar hasta mi casa,
Porque están esperando mis retratos,
Porque me estan esperando mis juguetes.
Siento un hueco en el pecho,
Un hueco que palpita imperceptible,
Un espacio sereno de alegría,
Un parque con sus juegos infantiles
Listo para jugar.
En torno de ese hueco
Mis dos brazos,
Mis dos brazos se tienden al infinito,
Esperando abrazar,
Estrechar, escuchar, sonreír,
Jugar a las canicas,
Revolcar sobre el polvo mis rodillas.
Sobre el piso de arriba se oyen voces
Sobre el piso de arriba corren pasos.
Mis dos brazos se tienden hacia arriba
Lanzándola en un vuelo que se llena
Con los dulces acordes de su risa.
Imagino sus pasos que se acercan…
Hasta aquí oigo su voz inconfundible,
Y con ella,
Con la luciérnaga que sabe que la escucho,
De este lado del mar,
El hueco entre mis brazos no está vacío,
Porque en ella,
Porque con ella,
Porque todos los niños son mis nietos.
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Stahringen am Bodensee, Churubusco
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