Pocos saben que el lema de “sufragio efectivo, no reelección” fue acuñado por Porfirio Díaz en su Plan de Tuxtepec para deponer a Sebastián Lerdo de Tejada, cuyas ambiciones eran las de emular al dictador Benito Juárez aferrándose al poder a través de toda clase de maniobras pseudolegales como acostumbraba hacer el “Benemérito de las Américas” hasta que lo ayudaron a bien morir ante el temor de que se recuperara de la angina de pecho que lo aquejaba.
Porfirio Díaz era un indígena, lo mismo que Evo Morales el ahora expresidente de Bolivia.
Porfirio Díaz, al igual que Evo Morales, impulsó un auge económico sin precedentes en la historia de México, bajo la proclamación de “poca política y mucha administración”.
Evo Morales, siguiendo los mismos pasos de Porfirio Díaz, hizo modificaciones a la constitución de su país, para poder reelegirse tantas veces como fuera posible.
Evo Morales no se despachó 14 años de corrido “por sus pistolas”, sino que cada cuatro años llevó a cabo elecciones para legitimar sus mandatos, hasta que engolosinado quiso emular al mismo Porfirio Díaz.
Conste que Porfirio Díaz tampoco se aventó 33 años de corrido y sin tropiezo, sino que religiosamente se presentaba como candidato a la presidencia, y ganaba (haiga sido como haiga sido) en todos los procesos electorales, incluyendo el de 1910.
Porfirio Díaz fue forzado a renunciar a la presidencia de México, a raíz del fraude cometido en perjuicio de Francisco I. Madero en las elecciones presidenciales de 1910.
Lo mismo le ocurrió en días recientes a Evo Morales que fue forzado a renunciar, después de que le quiso aplicar a su contendiente Carlos Mesa el mismo fraude electoral que Porfirio Díaz cometió contra Madero, que finalmente tuvo que soltar al tigre el 20 de noviembre de 1910.
Es pertinente sacar los viejos folios del Porfiriato, para constatar que el invicto general oaxaqueño siempre buscó cubrirse de legitimidad electoral, realizando comicios rigurosamente cada cuatro años.
Tanto Porfirio Díaz como Evo Morales, se creyeron indispensables, insustituibles y con derecho a permanecer en la silla presidencial, para bien de sus respectivos países.
Fue por este motivo que Evo Morales recurrió al “método Bartlett” mediante el cual, se preserva un sistema político, a través de la caída del sistema de cómputo de votos para proclamar triunfos al estilo de Carlos Salinas de Gortari.
Esto ocurrió en Bolivia durante las elecciones del pasado 20 de octubre, en que Evo Morales, viendo que no alcanzaría a superar a Carlos Mesa con un mínimo del 10% de los votos para evitar la segunda vuelta, fue favorecido con la caída del sistema de cómputo, consumando su segunda pirueta electoral en los últimos dos años.
La ocasión anterior, en el 2016, Evo Morales evadió la barrera constitucional que le impedía presentarse como candidato indefinidamente para seguir ocupando la presidencia, y como el referéndum le negó su capricho, ¡el Poder Judicial de Bolivia resolvió que la posibilidad de reelección infinita es nada menos que un derecho humano!
Evo Morales NO fue depuesto por un golpe de estado promovido por los militares, sino por la movilización multitudinaria de su propio pueblo.
Nadie puede negar el fraude electoral cometido el pasado 20 de octubre en Bolivia.
El mismo presidente López Obrador aplaudió la decisión de convocar a nuevas elecciones que garantizarán la imparcialidad y transparencia del proceso.
El noble gesto del presidente de México que ha rescatado a Evo Morales abriéndole las puertas de nuestro país, tiene un antecedente que muy pocos conocen.
El 29 de diciembre de 1909, (el mes que entra se cumplirán 110 años), el presidente Porfirio Díaz (desafiando a los Estados Unidos) mandó al barco de guerra mexicano “Cañonero Guerrero” comandado por el capitán Hilario Rodríguez Malpica para que trajera a México al presidente José Santos Zelaya de Nicaragua, burlando el asedio de los Estados Unidos.
¿Qué lecciones podemos aprender de los episodios acontecidos en los últimos días?
El exilio de Porfirio Díaz a bordo del vapor alemán “Ypiranga” nos presenta con algunas lecciones.
1.- Ningún jefe de estado puede vacunarse contra el descontento popular mediante decretos, prórrogas, reformas legislativas, mayorías partidarias, encuestas a mano alzada, dedazos ni truco alguno.
Bien decía el líder y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal refiriéndose a Anastasio Somoza: “Escaparás a mis versos general; pero no escaparás de mis lectores”.
2.- Cuando un pueblo (el que sea) decide que ya no quiere ser gobernado por un jefe de estado, asi se trate del mejor presidente que haya existido sobre la faz de la tierra, no hay prórroga posible.
El cansancio popular no admite prórrogas sin importar de qué país se trate.
3.- Si algún artículo de la Constitución Política de México NO admite excepciones, es el 39º que a la letra dice:
“La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.”
Esto significa que el pueblo puede despedir de sus cargos tanto al presidente, como al rey, el emperador o el amado líder, EN TODO TIEMPO.
Contra la decisión popular de revocar un mandato o de destituir a un presidente, no caben IFES ni INES, ni CNDH, ni mayorías parlamentarias, ni excepciones plurinominales.
4.- Hasta el abominable Augusto Pinochet supo entender el NO rotundo del pueblo chileno expresado en el referéndum de 1989 para que dejara el poder; supo entender que, cuando un pueblo, por las razones que sea revoca un mandato pero en serio, es hora de apagar la luz, cerrar la puerta e irse a su casita.
Evo Morales pudo burlar el NO del pueblo boliviano en el referéndum de 2016, pero no pudo valerse de su “caída del sistema” para imponerse como presidente por cuarta ocasión.
5.- No es saludable confundir las verdaderas causas de la caída de Evo Morales.
Nadie puede negar sus extraordinarios logros en la reducción sustancial de la pobreza en su patria; nadie puede discutir sus éxitos económicos que llevaron a Bolivia a sostener un crecimiento sin precedentes del 4.8% anual del PIB.
PERO nadie puede negar tampoco que su error fue creerse indispensable, insustituible e irremplazable.
6.- Todo jefe de estado debe estar atento a los acontecimientos en otros países, porque puede aprenderse de las experiencias ajenas, y evitar así sinsabores en el propio país.
Todo gobierno cuyas políticas generan ríos revueltos, abren las puertas para que los pescadores busquen sus ganancias a costa de los sufrimientos de las mayorías.
7.- En la historia de México, la alternativa ha sido entre el Ypiranga y la Novara; entre el Ypiranga, o Tlaxcalantongo, o La Bombilla. (**)
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(*) El Ypiranga fue el barco de vapor alemán que llevó a Porfirio Díaz al exilio en 1911.
(**) La Novara fue el barco que se llevó el cadáver de Maximiliano de Habsburgo de regreso a Austria.
Tlaxcalantongo fue el sitio donde Álvaro Obregón mandó asesinar a Venustiano Carranza en 1920.
La Bombilla fue el restaurante donde Álvaro Obregón pagó con la vida su traición al principio sagrado revolucionario de la no reelección.
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