La sacrosanta democracia gringa

En los últimos días, y especialmente después de la reunión de Clairol Trump con Vladimir Putin en Helsinki....

25 de julio, 2018

En los últimos días, y especialmente después de la reunión de Clairol Trump con Vladimir Putin en Helsinki, la clase política de Estados Unidos y sus voceros del “mainstream media” han puesto el grito en el cielo denunciando los “ataques rusos a la impecable democracia gringa”.

El cacareo amerita responder a una simple pregunta:

¿Qué tan democrática es la democracia gringa?

A estas alturas de mi vida, soy suficientemente viejo para recordar o saber algunos de los episodios más notables de la lucha por el poder en los Estados Unidos.

El carismático John Kennedy, llegó a la Casa Blanca gracias a los vínculos de su padre con la mafia y a una elección en la que hubo ratón loco, mapaches, urnas embarazadas y todas las triquiñuelas perfeccionadas por el PRI en su larga trayectoria democrática.

Durante su campaña por la presidencia, tambien se pagaron muchos sobornos para ocultar sus aventuras eróticas interminables a costa de la cornamenta de Jackie O’.

Lindon Johnson (ni tan “lindo”) a su vez escaló el pináculo del poder político, gracias a su participación en el asesinato del carismático Johnny “Valentino” (1) Kennedy.

Inmediatamente después de Johnson (cuya memoria evocan los vietnamitas hasta la fecha), se dio el triunfo de Richard Nixon, alias Tricky Dick (2), que fue el primer presidente de Estados Unidos que se vio obligado a renunciar por andar espiando a sus adversarios del Partido Demócrata, en su intento por asegurar su reelección, en lo que se recuerda como el escándalo de Watergate.

Gerald Ford asumió la presidencia de carambola, con el PRIista propósito de encubrir a Nixon a traves del indulto; algo similar a lo pactado por AMLO con EPN que, como veremos, conservará imperturbable su inmaculado copete a pesar de la “cuarta transformación de la república” (y pensar que hasta chido se oye…).

Jimmy Carter cometió el gravísimo pecado de ser el primer presidente gringo que no se vio envuelto en ninguna guerra, y como consecuencia, por ser malo para el gran negocio de la muerte, no fue reelegido.

Ronald Reagan no tuvo empacho en traficar con armas y drogas con tal de asegurar las libertades democráticas del pueblo nicaragüense, dando lugar al escándalo conocido como “Irán Contras” por el que estuvo a punto de irse al bote como mártir de la democracia al estilo gringo.

Después del vaquero estrella de los westerns al estilo John Wayne, asumió la presidencia papá Bush, entre cuyos méritos parece encontrarse su participación en el asesinato del Don Juan Presidencial, Mister Kennedy, el 22 de noviembre de 1963 en Dallas.

El binomio de Hilaria y Billy Clinton se hizo más famoso todavía, gracias a las aventuras eróticas del presidente demócrata que usaba la Oficina Oral (3) como su leonero, mientras su esposa extorsionaba y amenazaba a sus novias, siempre con miras a preservar la sacrosanta democracia estadounidense.

Baby Bush se convirtió en el segundo miembro de su “famiglia” en alcanzar la Casa Blanca, en un inmaculado proceso electoral estilo Salinas de Gortari, en el que, con ayuda de los mafiosos amiguitos de su papi, le hicieron al candidote demócrata Al Gore una catafixia electoral estilo las de Chabelo.

Barack Obama vino a ser la versión gringa de Vicente Fox; un negro que no es negro; lo que los gringos de origen africano califican como un “tío Tom”, un mulato sumiso cuyo sueño más preciado era poder entrar a los campos de golf, pero no como caddy; y que además puso de moda el asesinato de ciudadanos americanos desde el “situation room” de la Casa Blanca, mediante el uso de drones (avioncitos de control remoto) que tiene la ventaja de ser muy entretenido, y no se nota lo macabro ni lo sangriento del videojueguito.

Y así llegamos al advenimiento de Clairol Trump; el pervertido al que la estrella porno Stormy Daniels montaba como su dominatriz, mientras el actual presidente se ataviaba con prendas femeninas y se aplicaba los maquillajes de la costosa suripanta.

Este individuo se alzó con un triunfo poco probable sobre Hilaria “the Bitch” Clinton, que mediante maravillosas maniobras democráticas (estilo Watergate), había dejado a Bernie Sanders fuera de la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos.

Ahora resulta que una buena porción de los zopilotes que medran a cuenta de los cargos públicos en Estados Unidos (donde tambien se cuecen habas), se rasgan las vestiduras acusando a Rusia de haber interferido en las elecciones presidenciales gringas de 2016.

¿Cómo es posible que Vladimir Putin se atreva a trastocar y atacar a la inmaculada democracia de Estados Unidos?

Con solo recordar los episodios que hasta aquí he mencionado de la maravillosa democracia de nuestros vecinitos del norte, no puede uno menos que sorprenderse de que se espanten por la supuesta interferencia rusa en su cochinero electoral.

Por lo pronto, puedo afirmar que si en algún lugar del mundo NO existe nada parecido a lo que se denomina democracia, es precisamente en Estados Unidos.

Basta para confirmar mi afirmación, que el famoso principio que predican los gringos de “un hombre, un voto”, es un cuento chino que tiene sus asegunes a traves de los famosos “colegios electorales” gracias a cuya intervención Hilaria “The Bitch” Clinton perdió las elecciones, a pesar de haber obtenido casi 3 millones de votos “populares” más que el depravado de la peluca de tlacuache.

Si a esta breve antología de cochinadas, le agregamos las interferencias gringas en los procesos democráticos de toda Latinoamérica, y de muchas otras partes del mundo, la alharaca azuzada por el mainstream media de Estados Unidos, pasa de lo grotesco a lo necrófilo.

Los casos de Jacobo Arbenz, el presidente legítimo de Guatemala depuesto por la CIA en 1954, y el magnicidio y golpe de estado a Salvador Allende en Chile el 11 de septiembre de 1973, son dos muestras de la inspiración democrática de los gringos a la hora de ver las pajas en ojo ajeno.

En su momento John Kennedy tambien se manchó las manitas de sangre, mandando asesinar al presidente católico de Vietnam del Sur, Ngo Dinh Diem, depuesto gracias a la intervención de la ubicua CIA en 1963, y asesinado 21 días antes que su ejecutor intelectual…

La interferencia gringa más reciente ocurrió en Ucrania, donde maniobraron para deponer a Viktor Yanukovich e imponer a Petro Poroshenko; un empresario más que dispuesto a incorporar su país a las filas de los puertorriqueños de la OTAN.

No cabe duda alguna de que los gringos carecen de toda autoridad moral para enjuiciar o descalificar los niveles de democracia existentes en otros países; lo malo es que su completa falta de autoridad moral nunca los ha inhibido de hacer su regaladamente democrática gana, le guste a quien le guste, ejerciendo lo que el Senador Thomas Corwin describía como “the right of the strongest”.

¿Con qué hocico hablan de democracia?, ¿con qué derecho se atreven a calificar si un país es más o menos democrático?, ¿cómo pueden justificar su alianza con Arabia Saudita que es todavía menos democrática que los Estados Unidos?

¿De qué sirve señalar todo ésto?

Sirve, por lo menos, para descongestionar mi ronco pecho y para desinflamarme el mexicanísimo hígado.

(¡Pinches gringos cínicos!) Con perdón de Usted.

_____________________

  1.  Valentino: Rodolfo; actor italiano cuya actividad romántico/erótica es motivo de leyenda, porque no daba abasto en su apetito de seducir a cuanta dama se le atravesara. (En el caso de Jack “Valentino” Kennedy, esta patología fue tan grave, que condujo a la muerte “asistida” de Marilyn Monroe).
  2. Tricky Dick. Se decía a Richard Nixon,   Richi el tramposo, y tocayo de Riqui, Riquín, Canallín.
  3.  Oficina “oral”. Sede del Poder Ejecutivo de Estados Unidos. Leonero en el que Billy boy Clinton practicaba el sexo oral con las pasantes y voluntarias que se aventuraban cerca de su escritorio, como Monica Lengüisky.
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