La Culebra y El Limoncito…

¿Quién mató a Obregón?

12 de enero, 2018

 

¿Quién mató a Obregón?

…¡Cá–lle-seee!

Así respondía la sabiduría popular cuando el caudillo vencedor de mil batallas, quedó clavado sobre el plato de mole (¡qué adecuado!) abatido por balas de varios calibres diferentes y con más orificios de entrada, que la munición contenida en el cargador de la pistola Star 32, con la que León Toral contribuyó a la iniciación de la era conocida como “el Maximato”.

El magnicidio ocurrido en el restaurante La Bombilla, en los rumbos de San Ángel, dio lugar a que esa municipalidad del valle de México cambiara de nombre para honrar la memoria del primer violador de los “principios revolucionarios” de la no reelección.

Si hacemos un poco de “rewind”, los sonorenses (Calles, Obregón y Serrano), habían dispuesto de Don Venus, alias “barbastenango” en Tlaxcalantongo, donde le sacaron “el mondongo”; al mismo Carranza, que el 10 de abril de 1919 había mandado asesinar a traición a Emiliano Zapata en la Hacienda de Chinameca.

El 2 de octubre (“que no se olvida”), pero de 1927, Obregón le mostró su agradecimiento a su compadre Francisco Serrano,  regalándole una graneada ración de plomo en Huitzilac, Morelos, para que no estorbara su camino de regreso (y permanencia) a la ambicionada PRIsidencia…

¡Y eso que Serrano le había salvado la vida a Obregón, que era su concuño y además su compadre!

Claro que todo esto es comprensible, porque así se llevan de bien la gran “famiglia” revolucionaria.

El manco de Celaya era muy aficionado al humor negro; fue así que al serle llevado el cadáver ensangrentado de su compadre Serrano hasta el Castillo de Chapultepec, al amanecer del 3 de octubre, esbozó una sonrisa sarcástica y le dijo:

– “No te quejarás, Panchito de que no te di tu “cuelga”” (1)

No por nada la “revolución mexicana” tambien se conoce como “la bola”, por la bola de muertitos de todos tamaños.

Francisco Villa también recibió un regalito de parte de Obregón, por los rumbos de Parral en Chihuahua, el 20 de julio de 1923.

Una vez que cualquier asomo de revolución social fue derrotado en Celaya (cuando Carranza y Obregón acallaron juntos y contentos los reclamos populares encarnados por Villa y Zapata), todo quedó dispuesto para que Plutarco (que en el hablar era parco), fundara el PNR.

La subsecuente evolución a PRM y luego a PRI, bien podría dar lugar a una crónica titulada “México a Través de Las Siglas”.

Quienes celebran la fundación del Partido Nacional Revolucionario cada 4 de marzo, ignoran que su partido nació en realidad el 1º  de septiembre de 1928, cuando el General Calles, sin siquiera despeinarse, le dedicó un escaso párrafo a la muerte de su rival y estorbo político (Obregón), para anunciar el tránsito de México de “nación de caudillos” a país de instituciones y de leyes bajo un solo y único caudillo; o sea, él.

Acto seguido sobrevino el trío compuesto por Emilio “según te Portes” Gil; Pascual “el Nopalito” (2) Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez.

En esta época se acuñó la frase aquella que dice: “aquí vive el presidente; el que manda, vive enfrente”.

(Todo parecido con nuestra realidad política actual, es pura coincidencia, pero no casualidad).

66 años después de que el sabroso pollo con mole de Álvaro Obregón se quedara a medias en La Bombilla, otro sonorense tambien cayó de bruces abatido por balas provenientes de dos pistolas de distintos calibres; ¡qué casualidad!

¡Y qué destreza de Aburto para manejar las armas de fuego, disparando con dos distintos fogones, burlando la estrecha vigilancia del Estado Mayor Presidencial comandado por el estricto y riguroso titular del Ejecutivo federal cuya función es precisamente la de ejecutar…!

Casi un cuarto de siglo ha transcurrido desde el episodio de Lomas Taurinas.

Por cierto que en aquella ocasión, un muy joven político que entonces era gobernador de Sonora, acudió espontáneamente a auxiliar a su coterráneo caído, asegurándose de que el émulo de León Toral no fuera a ser sustituido por un impostor…

En el transcurso de este cuarto de siglo, la carrera de Beltrones ha sido meteórica, hasta que el grupo Atracomulco lo sacó de la jugada para abrir las ventanas del NUEVO PRI, dando lugar a la candidatura apoteótica de José Antonio Meade, que hoy arrastra en incontenible frenesí al entusiasmo popular que lo sigue aclamándolo por doquiera que posa su pie.

Pero ahora el aguafiestas gobernador “pet friendly” de Chihuahua quiere aguarle la fiesta al carismático Meade, calumniando a Manlio Fabio Beltrones con imputaciones infames sobre desvío de fondos públicos para favorecer al PRI.

Manlio Fabio Beltrones le ha salido al paso a las calumniosas declaraciones de Javier Corral; pero por si las recochinas dudas, ha dado la cara prudentemente protegido por una suspensión provisional concedida por un juez de Amparo, que lo ha protegido de manera pronta, expedita e imparcial.

En el trasfondo de los últimos acontecimientos políticos, parecen llegar a mis oídos en un mix digno del mejor disc jockey, los acordes de la canción “El Limoncito”, estrenada por Alfonso Esparza Oteo en el banquete dedicado a Álvaro Obregón, y  “La Culebra” cuyos decibeles apagaron el trueno de los dos balazos propinados al tambien sonorense Luis Donaldo Colosio.

Y me pregunto ahora:

La imputación a Beltrones podría desgranar la mazorca electoral frustrando la triunfal llegada de José Antonio Meadegaray Kurippeña a la PRIsidencia?

¿Así como el PNR surgió vigoroso y voraz a consecuencia de la muerte del padre de Agua Prieta, podrá ser que la posible caída de Beltrones, nieto de la misma Agua Prieta traiga consigo el muy anunciado final del PRI?

Cabe citar aquí el sabio refrán gringo que dice: “aguas with what you wish for”.

El México post-PRI, podría ser pior (sic) que Libia después de Gadafi.

Obregón y Colosio cayeron bajo los acordes de la Culebra y el Limoncito.

¿Qué canción estarán componiendo los ingratos, para amenizar el primer siglo de existencia del partido emanado de Agua Prieta?

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  1. Cuelga. Así se acostumbraba referir a los regalos y obsequios dados con motivo de cumpleaños y días del santo patrono del agasajado.
  2.  Pascual Ortiz Rubio, alias “el nopalito”. Le decían así sus detractores por verde y baboso.
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