Traigo cargados entre mis brazos
Los sueños arrebatados a tus hijos
A tus hijos muertos en la intemperie
Tan cerca de donde ondea con sus colores
El viejo anhelo de tu independencia.
Traigo cargados a cuestas, los huecos pesadísimos
De todas las ausencias acumuladas;
Las de tus hijos
Víctimas de todos nuestros absurdos/
De todos nuestros miedos no vencidos;
Del miedo al que le apuestan quienes viven/
Quienes abusan, medran y se nutren
De la inercia del frio y de los temores.
Los que hendieron sus cuerpos ya sin vida
En tu tierra reseca y agrietada.
Traigo ardiendo en mis ojos
Las ganas de llorar en tu sequía
No tengo lágrimas que darte
No hay pésame posible
Ni velorio.
Traigo cargando para tí tan solo
Como única ofrenda/
La impunidad
La burla
La mueca
La excusa estúpida
La indiferencia
La mentira
La risa socarrona de quienes los mataron;
De aquellos que accionaron sus pistolas
Y de quienes los encubren con sus versiones/
En un gran laberinto de falacias.
Traigo un costal repleto de pendientes
No solo aquella noche en Tlaltelolco;
No nada más el día de los Halcones;
Los veintidós casi olvidados de Tlatlaya.
Traigo cargando todos los reclamos
De los Flores Magón;
De Campa y de Vallejo;
De Javier Barros Sierra y Don Heberto
De Jaramillo; de Cabañas; de Vázquez Rojas…
De Cananea y Rio Blanco, y de Pasta de Conchos.
Traigo cargando los azares marchitos de las novias sin boda/
De las muertas de Juárez
Que mueren cada noche en el silencio/
En la estadística macabra que no asombra
Pero que sobrecoge
Y nos abruma.
Mientras tanto la muerte continúa.
Traigo cargando las aguas ofendidas de tus ríos
Depredados y turbios/
Envenenados por los gambusinos
Por los sedientos de oro…
Traigo todos tus árboles a cuestas, con los troncos partidos;
Y también tus manglares arrancados.
Y te traigo los ojos sin mirada
Y te traigo los cuerpos sin abrazo
Sin calor ni cobijo
De todos esos hijos que soñaste
Segados y cegados
Y sin embargo todos luminosos
Entusiastas
Aguerridos
Desafiantes.
El fuego de tu hogar arde en la entraña
Furiosa e indignada
En la entraña implacable que no acepta
Que no quiere sobrevivir entre mentiras.
Me pesa inmensamente y me abrasa
Y me arrasa, y me angustia como a ti
Saber lo que sabemos no queriendo.
Mientras tratan de acallar nuestra tormenta
Los circos con que pretenden silenciarte.
Traigo guardadas para ti
Las palabras de amor que te forjaron/
De tus voces de mando en las batallas
Que vestimos de leyes justicieras…
Hoy promesas pendientes,
Al igual que tus sueños.
Cuarenta y tres hogares
Que se suman a miles de otros huecos,
Que se agregan a millones de reclamos
Todos desatendidos;
Traigo a cuestas y pesa terriblemente
Acarrear tu pesar y tus dolores.
En medio de las risas desdentadas;
En la embriaguez que evade tu tristeza.
¿Llegara el día en que te erguirás de nuevo?
¿Te veremos enhiesta e invencible?
He sacado de entre el polvo tus clarines/
Las estrofas sagradas de tu Himno.
No te traigo canciones esta noche;
Traigo el fragor del trueno y tus clamores.
Traigo con tu dolor
Cargando a tu hijo
Que señala con fuego a la injusticia
Que rechaza la afrenta.
No traigo nada más
Que tu tristeza
Multiplicada en todas las tristezas…
Tu tristeza inconforme que es promesa…
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Stahringen am Bodensee, Mexiko
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