Un día simplemente desapareció.
La pequeña niña que volaba bajo el árbol
Se había desvanecido.
Desde ese día
El dulce viento del verano
Lo mantuvo con vida
Meciéndolo suavemente
Esperando que ella volviera.
Las flores silvestres
Llegaron y se fueron
Lo mismo que el viento
Que iba y venía
Cantando a traves de las ramas
Y las hojas.
Algunas tardes, antes de oscurecer
El columpio se sumaba al coro
De los pájaros y las abejas
Con el tono de una campanilla
Movido por los recuerdos
Del interminable y dulce verano
Al son de la tonada
De las viejas canciones infantiles.
El viento lo mantuvo con vida
Suave y lentamente
Con paciencia y certeza
De que, al igual que los otros niños,
Ella tambien volvería alguna vez
Siguiendo la voz de sus sueños.
El árbol marcado con corazones
Y promesas de amor eterno,
Nunca desalentó a su amigo, el columpio
Porque sabía que las promesas pueden ser
Olvidadas y rotas
Pero no la voz del dulce
Viento del verano
La voz que guía a los niños de regreso
Al tiempo de su inocencia
De la alegría y la magia
De los gritos y la risa
Ocultos entre las alturas
Infinitas de su vuelo.
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