Tras los brevísimos instantes de la vida
Donde su curso cambia de repente,
Es que nuestros caminos se bifurcan.
El tiempo se fragmenta y se dilata
Tras un chispazo súbito;
De un momento al siguiente.
Para los que se van;
Los que nos fuimos,
El presente de pronto se congela
En su última imagen;
La imagen que llevamos con nosotros.
El pasado se queda en un ayer;
En el ayer de un limbo suspendido,
Donde nada parece que sucediera.
Para quienes se quedan,
Los que quedan atrás,
El ritmo es por completo diferente.
Se entrecruzan inicios y finales;
Muertes y vidas
Unas tras las otras.
Seres que ya no estan;
Pero nos miran
Como un ya remotísimo recuerdo;
Alguien que se perdió en el laberinto,
La quimera de tiempos y destiempos.
Donde nada parece haber pasado,
Pero en cambio, la vida continúa,
Y renace de nuevo en otras vidas;
Ojos de otras miradas, y otras voces;
Manos infantes con el tacto nuevo;
Pasos de otros caminos que comienzan;
Nuestra sangre que fluye en otras venas,
Y corazones aún desconocidos.
Vidas que antes no estaban
Pero llegaron
Al paso del verano,
Con las cigüeñas de África,
Remontando los Alpes hasta este pueblo
Donde vine a parar.
En torno de tu niño
El niño que te habita todavía,
Vive hoy un joven con el doble de años.
Mientras yo,
Me he perdido las sonrisas,
Los llantos,
Las preguntas;
Tus preguntas;
La mitad de tu vida
Sin la mía
Un cuarto de mi vida,
Sin la tuya.
Y al despertarme hoy,
Pensando que no había pasado nada;
Ahora soy este viejo,
Que solo tiene sed.
No te quise
Como querías
Que te quisiera;
Que más hubiera yo querido
Que quererte,
Pero quererte bien.
No haberte dado lágrimas
Ni heridas.
Solo viendo hacia atrás
Es que aprendemos,
(Y no siempre aprendemos)
Lo que no vimos yendo hacia adelante;
Cuando todo el futuro era promesa
Y la vida más sueños que recuerdos.
Lo que no imaginamos,
Ahí,
Aquí en el corazón,
Donde la condición,
Del “y si hubiera”,
Trae su amarga cosecha.
Ciegos que somos
Por no querer mirar,
No vemos que la llave,
Que traemos la llave
Para abrir,
Para sanar,
Para por fin volver.
La llave del amor
Que abre la puerta del perdón
Tras de la cual,
El corazón espera,
Para vivir
Para palpitar
Y amar de vuelta.
La única tragedia,
La incurable tristeza
Sería no estar a tiempo;
No regresar a tiempo de abrazarnos;
Y que la muerte,
Venza corriendo en su carrera lenta,
Sabiendo que su apuesta es ventajosa,
Porque ella nos conoce;
Porque ella solo tiene que esperarnos.
Apuesta el doble contra la mitad;
El doble de tu tiempo transcurrido,
Y tu dulce mitad, que no miré.
Navidad de 2018
Stahringen am Bodensee,
Baden Wurttemberg, Alemania.
Para m h
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