El Cártel de Los Once

¿Cómo podría el Ejecutivo Federal cumplir su promesa electoral de comenzar la “limpieza de la casa” desde arriba? ¿Cómo hacer para que en México, la...

31 de julio, 2019

¿Cómo podría el Ejecutivo Federal cumplir su promesa electoral de comenzar la “limpieza de la casa” desde arriba?

¿Cómo hacer para que en México, la justicia se imparta en vez de que se admini$tre?

¿Cómo meter en cintura a la $uprema Cohorte? (1)

Hay dos formas sencillísimas para poner orden en el Poder Judicial.

PRIMERA RECETA.

El abogado Jorge Humberto Pazos Chávez promovió hace algún tiempo, una instancia de juicio político contra los once ministros que integran la Suprema Corte.

Lo hizo porque los supremos juzgadores, se dieron el lujo de revocar una sentencia firme de ese mismo tribunal, lograda por los ejidatarios de San Miguel Tecamachalco, después de 85 años de litigar buscando justicia.

¿Y los ejidatarios?

Los ejidatarios, como siempre.

No es ninguna sorpresa que el Congreso de la Unión  haya congelado la acción del Licenciado Pazos Chávez; pero TODAVÍA SE PUEDE sacar ese cadáver del ropero, y desaforar a los ministros responsables de esa gravísima violación a la constitución y a las leyes.

Si el titular del Poder Ejecutivo aprovechara la mayoría de MORENA en el Congreso Federal, podría limpiar el Poder Judicial de un solo golpe.

Y de paso, mataría dos pájaros de un tiro, porque los ministros que llegasen después de la barrida, ya no ganarían más de MEDIO MILLÓN DE PESOS MENSUALES, más la larga lista de PRIvilegios que goza todavía EL CARTEL DE LOS ONCE.

SEGUNDA RECETA.

Si el Señor Presidente quiere de verdad limpiar el cochinero del Poder Perjudicial, basta con que mande una iniciativa de reforma al CONSEJO DE LA JUDICATURA, para que se convierta en AUTÓNOMO como la Fiscalía General de la República o el Banco de México.

Desde que se creó el famoso Consejo de la Judicatura, ha sido una institución alcahuete, dedicada a encubrir y solapar a ministros, magistrados y jueces cuyas muchísimas violaciones son investigadas por sus cómplices, encubiertas por sus cómplices y perdonadas por sus cómplices y contlapaches.

Por principio de cuentas, ningún ministro, magistrado o juez debería ser miembro del Consejo de la Judicatura, porque de ese modo, seguirían siendo juez y parte.

El Consejo de la Judicatura debe estar integrado por profesionales del Derecho, ajenos por completo al Poder Judicial.

En ese Consejo de la Judicatura, debería formar parte la Facultad de Derecho de la UNAM o su Instituto de Investigaciones Jurídicas cuyo nivel de profesionalismo es de excelencia.

Podrían participar otras instituciones de enseñanza del Derecho así como organismos no gubernamentales defensores de los derechos humanos y contrarios a la corrupción.

¡NINGÚN PARTIDO POLÍTICO!

Sacar del ropero el cadáver del asunto del Ejido de San Miguel Tecamachalco, y desaforar a los ministros que participaron en el atropello, podría dejar a la Corte sin la mayoría de los PRIvilegiados que ahí están atrincherados.

Quitarles de las manos el Consejo de la Judicatura, sería la mejor forma de limpiar la casa desde arriba y parejito.

Para culminar la limpieza, urge que se legisle con rigor técnico jurídico en materia de DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA, clasificándolos todos como GRAVES y con penas verdaderamente duras.

Creo que sería muy justo que un mal ministro, magistrado o juez, sufra la pena máxima que correspondería a los delitos por los cuales condenan inocentes o exoneran culpables, según el gusto del mejor postor.

La única diferencia entre el Cártel de Sinaloa, el de Ciudad Juárez y demás cárteles, con el Cártel de los Once, es que los miembros de este último, cobran sueldos que equivalen a 50,000 salarios mínimos, sin contar todos sus PRIvilegios y beneficios aparte de sus luchitas, arreglos, subastas, dádivas y donativos.

La imagen que ilustra estas líneas, es el retrato hecho por el muralista José Clemente Orozco  sobre la realidad que impera en el Poder Judicial.

Ninguno de los ministros que integran la Suprema Corte se han inconformado contra esa pintura, porque por desgracia, es la vera efigie de la calidad moral que caracteriza al Cártel de los Once.

Francisco I. Madero denunció la corrupción del poder judicial en el Plan de San Luis de 1910.

Han pasado 109 años desde entonces y los ministros, magistrados y jueces corruptos siguen tan frescos como lechugas y tan campantes como Johnny Walker, el del Whiskey escocés.

Esta es una oportunidad a la medida de la “cuarta transformación”…

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  1. Cohorte. Antiguas formaciones del ejército de la Roma imperial. También se llama cohorte a un grupo de bandidos y malhechores, como los ministros, magistrados y jueces de distrito que hoy protegen a los exponentes prófugos del “nuevo PRI”
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