Cuento para Cecilia

Octubre de 1963. Cada auto que se acerca; Cada avión que se escucha; Pienso; sueño que ya me voy… Que vienes tú a llevarme! ¡Llevo...

22 de junio, 2018

Octubre de 1963.

Cada auto que se acerca;

Cada avión que se escucha;

Pienso; sueño que ya me voy…

Que vienes tú a llevarme!

¡Llevo así tanto tiempo!

¡Tanto tiempo!

El niño, estaba recargado al pie de las escaleras,

Que había subido por primera vez, momentos antes…

Años antes…

  ________________

No atinaba;

Nunca acertó a entender, cómo ni por qué, estaba ahí.

Prometieron cuidarme.

¡Tú, prometiste cuidarme! (se repetía)

¡Nunca viniste a recogerme!

¡Jamás volviste por mí!

¡Solo tú podías!

¡Sólo tú pudiste!

(Cuando llegaron a recogerlo, ya no estaba…)

Ya no quedaba nada.

Ni siquiera sus juguetes…

  _________________________

Agosto de 1992

Por instantes, sentía que su ser,

Que su interior, hervía y fluía hacia el exterior…

Que se desbordaba…

¡Había esperado tanto!

Solo así era explicable la familiaridad

Con que ella se aproximó a tocarlo y olerlo;

Como si le perteneciera desde siempre.

Ella tocó su hombro…

Luego rodeó su espalda…

Solos, sin lógica alguna,

Este hombre tímido,

De pronto abrió su pecho, para sus ojos.

Cuánto querría, (le había dicho de pronto; sin preámbulos, unos minutos antes)…

Cuánto querría hacer el amor contigo!

¡Cuántos labios vacíos, habían desfilado por sus besos!

Sentía que llegaba por fin, el descanso de su largo camino.

¡…Hablarle así!

No lo podía creer!

Haberle hablado así…

Tal vez, había sido su manera (inconsciente), de intentar por última vez, huir desafiando; provocando un rechazo, ante lo intempestivo de su deseo, expresado de ese modo.

Pero  no hubo rechazo alguno.

Cecilia adivinaba sus palabras, antes  que él siquiera las pronunciara…

Se tomaron las manos/

Se volcaron mutuamente en sus miradas.

Subieron por ese monte, hasta los prunos.

La música subió junto con ellos, hasta cubrir como el rocío, todo el crepúsculo, con un tinte increíble;  un verdadero arco iris  sobre el pasto.

Supo que era su dueña

Y que lo había descubierto

Durante el larguísimo viaje

Que habían emprendido

La vez anterior…

Ya se habían encontrado…

Siempre se buscaban…

En alguna parte de su memoria,

En algún rincón de su mente,

Se ocultaba entre sombras y distorsiones,

La imagen clara que luchaba por salir a flote,

Para unirlos y preservarlos de sus perseguidores.

(Eran los dos, los mismos, entre la eternidad de eternidades).

Yo te conozco desde siempre (dijo ella)

El, la escuchaba incrédulo.

Luego fueron bajando

Hacia la vista del sin fin de luces

de la lejanía que se observaba a sus pies.

Finalmente, se despidieron.

Estaba enamorado como un adolescente!

Ya era su cautivo.

Cada quien, tomó esa noche, rumbos diferentes…

Después de tanto tiempo de no haber sabido uno del otro,

Ella iba a una selva tropical cercana/

El volvería a su casa, con sus niños…

Ella le había entregado, sin embargo,

La forma de encontrarla nuevamente.

Podría llamarla, verla  y oírla más.

¡Qué sensación maravillosa!

   __________________

El duende blanco,

Dueño de aquél monte mágico,

(Guardabosque y padrino),

Se perdió entre la maleza

Confundido con las siluetas de búhos y lechuzas.

Algunas ovejas cercanas, llamaban a su dueña.

Arriba, junto a los prunos, había podido sentir

La cercanía intensa de su cuerpo.

Sus labios saciaron su sed en ella.

Su felicidad era tan intensa, como su miedo…

Decidió sin embargo, intentarlo…

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