Ya sé que te lo he dicho muchas veces;
Con palabras de niño;
Balbuceando,
Cuando apenas sabía decir tu nombre;
Con mi pasión de joven que soñaba
En la vehemencia de saberme tuyo.
Lo cierto es que no ha sido suficiente;
Que siempre estoy buscando las palabras,
Las nuevas formas de decir que te amo;
Como si sólo te quisiera yo
A traves de tus siglos;
Como si yo tan sólo fuera el dueño
De todos los acordes de tu voz
Del luminoso estruendo de tus truenos.
Traigo dentro del alma tus tragedias
Tus jornadas de gloria y tus festejos.
Siempre que pienso en ti,
(Y lo cierto es que te pienso todo el tiempo),
Crepita en mi alma vivo el fuego nuevo
Tu renacer del cerro de la Estrella;
La explosión de tu fe y de tu esperanza.
No ha transcurrido siquiera un solo día
Sin celebrar la dicha de ser tu hijo.
Los vientos cuando van hacia el oeste
Llevan siempre mis besos para tu frente;
Cuando vienen soplando de regreso,
Sé que traen tus caricias para mis sienes
Con la promesa de volver a vernos.
Soy fruto de tu tierra inverosímil
Hecho de barro surgido de tu entraña;
Soy camino en los pasos de mis hermanos
Y pasos que me llevan a tu encuentro.
He aprendido maneras para amarte
Ahora que ya que soy viejo
En la profundidad de tu recuerdo/
Donde evoco la imagen de mi padre
Puesto de pie rindiéndote homenaje/
Donde escucho la historia de tu vida
Contada en las palabras de mi abuelo;
Cantada en las canciones de mi madre.
Te amo como te amé esa madrugada
De mi infancia
(De la que hacen tan solo unos instantes)
Cuando cantando tu himno con mi hermana
Despertamos a todos en Mocambo/
Y nadie se enojó
Y nadie nos pidió que nos calláramos.
Tu nombre es el murmullo de mis rezos
Cuando agradezco a Dios por cada noche;
Y eres tambien mi grito que te busca
En el eco cercano de los Alpes.
Cada vez que repican las campanas
Oigo tu libertad acorralada
Y quisiera volar a rescatarte;
Y mirarte a los ojos, y escucharte.
Cerca de aquí, en la granja de un vecino
Hay un gallo que anuncia la llegada
Del sol que viene de acariciar tus playas/
Salpicado de arena con espuma
Con tu sabor de coco y de papaya.
Siento a mi padre en ti
Porque comprendo
¡Cuánta era su emoción!
¡Cuánto te amaba!
Esta tarde de invierno
De febrero
Cuando se acerca el día de la bandera
Se me quiebra la voz sin decir nada
Y a mis ojos abiertos que te sueñan
Llega el oleaje del revolcadero
En unas pocas gotas…
Como lágrimas.
Esta tarde nevada al evocarte
Se ha disipado el frío,
Un aroma de pan y chocolate
Llena el ambiente conforme te imagino.
Tierra del sol
De ti soy hoja al viento
Y así volando sobre tus murmullos
Ha de llegar a ti mi sentimiento.
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