López Obrador ha sido uno de los muy pocos, si no es que el único jefe de Estado que se ha negado a auxiliar a sus gobernados a raíz de la crisis económica detonada por la pandemia que nos agobia.
El actual presidente de la República negó categóricamente toda ayuda a las MIPYMES (micro, pequeñas y medianas empresas), olvidando que el Ejecutivo a su cargo tiene la obligación constitucional y legal de auxiliar fiscalmente a los contribuyentes conforme lo ordena el Artículo 39º del Código Fiscal Federal que a la letra dice:
Artículo 39º.- “El Ejecutivo Federal mediante resoluciones de carácter general PODRÁ:
I. Condonar o eximir, total o parcialmente, el pago de contribuciones y sus accesorios, autorizar su pago a plazo, diferido o en parcialidades, cuando se haya afectado o trate de impedir que se afecte la situación de algún lugar o región del país, una rama de actividad, la producción o venta de productos, o la realización de una actividad, así como en casos de catástrofes sufridas por fenómenos meteorológicos, plagas o EPIDEMIAS…”
La palabra “podrá” no autoriza al presidente a otorgar o negar MOVIENDO EL PULGAR HACIA ARRIBA O HACIA ABAJO, COMO SI FUERA NERÓN EN EL CIRCO ROMANO.
“Podrá” significa que TIENE UNA FACULTAD que lo obliga a conceder condonaciones, exenciones totales o parciales, diferir plazos y otorgando parcialidades a los contribuyentes de cuyo dinero NO es dueño, sino mero administrador, como claramente significa SAT: SERVICIO DE ADMINISTRACIÓN TRIBUTARIA.
No se trata de que un presidente pueda conceder o no conceder esos auxilios. “PODRÁ” no significa que la ayuda dependa de su capricho o de su humor. Basta que exista una emergencia sanitaria ocasionada por una epidemia o pandemia, para que el Ejecutivo acuda de inmediato a aplicar todos los beneficios a los que tienen derecho los contribuyentes.
AMLO en este caso, NO PUEDE NI DEBE privilegiar sus programas de compra de votos ni sus obras caprichosas al estilo Nerón.
¿Qué podrían y pueden hacer las organizaciones empresariales, e incluso cada contribuyente?
Desde la primera vez que los empresarios se reunieron con López Obrador en Palacio Nacional, LO PRIMERO QUE DEBIERON DE HACER fue presentar sus peticiones de auxilio fiscal ante la oficialía de partes de la Presidencia de la República.
Y sobre todo, debieron exigirle que se levantara un acta que contuviera lo discutido y acordado en su reunión, porque así lo ordena la Ley Federal de Procedimiento Administrativo.
AMLO no es un rey ni un emperador, es un servidor público cuyo sueldo pagamos todos los mexicanos. Él es por ahora, nuestro mandatario y nosotros somos SUS MANDANTES.
El presidente de la República no está para expender tamales de chipilín, sino para servir a quienes lo hospedan en Palacio Nacional, lo alimentan y le pagan su sueldo.
Si hubieran presentado sus peticiones formalmente como ordena la Constitución, y hubieran levantado el acta administrativa de su reunión con el presidente, López Obrador tendría que haberles respondido mediante acuerdo escrito, fundado y motivado, otorgando o negando la asistencia solicitada.
Si su negativa hubiera estado documentada en un acuerdo escrito, las organizaciones empresariales habrían podido acudir de inmediato al juicio de amparo, contra la negativa arbitraria del Nerón tabasqueño.
Todavía lo pueden y lo deberían hacer.
La única forma de provocar un acto de autoridad que pueda ser combatido ante el Poder Judicial Federal en vía de juicio de amparo, es que el gobernado ejerza su DERECHO DE PETICIÓN, reconocido en el Artículo 8º constitucional.
El artículo 31º constitucional dice lo siguiente:
Artículo 31º.- “Son obligaciones de los mexicanos:
Fracción IV.- Contribuir para los gastos públicos, así de la Federación, como de los Estados, de la Ciudad de México y del Municipio en que residan, de la manera proporcional y equitativa que dispongan las leyes”.
La ayuda fiscal a la que está obligado el Ejecutivo Federal frente a los contribuyentes, tiene que ser igualmente EQUITATIVA y PROPORCIONAL con respecto al impacto sufrido por los micro, pequeños y medianos empresarios a consecuencia de la emergencia sanitaria.
AMLO no puede seguirse conduciendo como un emperador que concede gracias y favores según le da la gana.
Ejercer los derechos humanos es tarea de ciudadanos erguidos y no de súbditos arrodillados. El abusador llega únicamente hasta donde se lo permitan quienes ya no estén dispuestos a ser atropellados por la arbitrariedad.
No es cuestión de chairos, pejezombis, fifís, conservadores, carroñeros o adversarios, es cuestión de que todos somos mexicanos, y López Obrador está obligado a servirnos a todos sin discriminar a nadie.
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