Amo la niebla que en este amanecer,
Juguetea por los bosques cercanos.
Amo el aviso íntimo del invierno que dice que ya vuelve.
He aprendido a amar y a entender,
Este lenguaje de mágicas palabras que aún no hablo.
He aprendido a aceptar el desarraigo y la distancia
Para poder vivir y comprender,
Que la mujer que amo, es mi hogar y mi patria.
Esta mujer en cuya tierra vivo.
Esta mujer a cuyo lado sueño.
He aprendido a entender que si muriera yo aquí,
Antes de regresar,
Es que ya habría yo vuelto.
Mis cenizas, esparcidas donde el Gran Río Alemán,
Se besa con el lago de Constanza,
Llegarían alguna vez hasta el Amacuzac y el Papagayo.
Cruzarían el cañón del Zopilote
Y todos los recodos del camino
De viejas ilusiones y de magias.
Aprendiendo a aceptar el dolor
De no mirar aquellos, mis paisajes;
Estos otros paisajes,
A veces nebulosos
Y otras veces azules y brillantes,
Se han transformado en míos.
Sus campos de maíz cantan al viento
Con la voz inconfundible de mis cañas.
Tienen sabor de azúcar mexicana.
Los nombres de estos pueblos de Alemania,
Se han vuelto Tilzapotla y Chinameca,
Tepoztlan, Tequesquitengo y Alpuyeca.
Las mismas piedras del castillo en Homburg
En el monte que está frente a mi casa,
Donde se ven los Alpes en días claros,
Vienen de Xochicalco,
En donde siempre hay águilas.
Desde donde se ven
Como patenas deslumbrantes
Las lagunas de Coatetelco y del Rodeo.
Amo la niebla
Y este frío que no cala y que no ahuyenta.
Este frío que es de nieve maracuyá,
De limón y guanábana.
Frío que quita la sed.
Amo la generosa hospitalidad de este pueblo entrañable.
Con el que rezo y río.
Cuyos paisajes cruzo en mi vieja bicicleta
Adivinando detrás de cada nube;
Detrás de cada curva,
Los perfiles del Popo,
Las montañas de Taxco
Y las primeras cimas de Acapulco.
Amo imaginar que mis juguetes alemanes,
Están hechos con hojalata mexicana.
Que los soldados alemanes de mi infancia,
Son los del himno amado de mil héroes
De mi Chapultepec inconquistable.
Agradezco el milagro generoso
De esta libertad en el destierro.
Y la mano del amigo que se tiende a través del océano,
Con caridad que alivia y que sostiene.
La comida alemana
Que se mezcla gustosa
Con algunos chiles de árbol
Enviados por mi hermana,
O con las rajas en vinagre
Que vienen desde México.
Acepto que mis lágrimas
Este llanto que moja mis palabras,
Me trae brisas de casa,
Recuerdos tan amados
Risas, juegos, anécdotas.
Rechinar de columpios
Vértigo de baleros
Esperanzas en águilas o soles.
La Providencia de mi Dios tan pantera
Que le gusta vestirse de charro…
En este otoño niño que apenas balbucea,
Avisando las próximas nevadas,
Juegan alegres mis hijos.
El murmullo del viento trae sus voces.
El murmullo del viento trae sus risas.
El murmullo del viento trae sus besos.
Las campanas de la iglesia de este pueblo,
Suenan a Tepeyac y a Churubusco.
Del mismo bronce de nuestra raza indómita.
De nuestra raza de migrantes invencibles.
De nuestra raza de los desterrados.
De nuestra raza peregrina de injusticias.
Vencedores de mares y de ríos.
Amo la niebla que en este amanecer,
Juguetea por los bosques cercanos.
Sed de justicia en ChihuAGUA
Ante la violencia creciente desatada por la llamada “Guardia Nacional” en Chihuahua, López Obrador se vio obligado a “salir...
julio 24, 2020Detrás de la mampara de cristal
Me veo yo mismo Detrás de la mampara, Detrás de esa mampara de cristal Con orificios a manera de...
julio 22, 2020Un México donde reine LA VERDAD
Hoy se cumplen 92 años de la muerte de Álvaro Obregón. La lista de traiciones y crímenes del “general”...
julio 17, 2020Destiempo
Solo quiero que rías por la mañana Cuando paso a tu lado, Que me miren tus ojos Y luego...
julio 15, 2020