No hace mucho
Que pude darme cuenta
De lo viejo que soy en realidad/
No fue fácil logarlo
Porque dentro de mí,
Habita un joven que
No se ha dado cuenta
De que ha pasado el tiempo/
Tan solo
Porque su fuego inagotable
Permanece tan vivo como siempre/
Porque en la bicicleta
Sobre sus rayos
Seguimos persiguiendo los mismos sueños/
Después del largo tiempo transcurrido
Siempre a salto de mata
Finalmente he podido descansar
A la sombra de este árbol
Fresco y frondoso
Y escuchar a la vida/
La vida que dispuesta a que la escuche
Ha venido a contarme mi propia historia/
La simple
Común
Y única historia
Única al igual que todas las otras
Y únicas historias/
Siempre he creído
Que mientras haya palabras por leer
Y páginas en blanco para escribir
Seguimos siendo jóvenes/
Que la vida jamás ha de acabarse
Mientras nos queden paginas pendientes/
Tambien he alimentado la esperanza
La esperanza y la creencia
De que
Quienes tenemos desde niños un apodo
Jamás envejecemos/
Sentado así
Bajo la fresca sombra
Puedo escuchar
Y revivir
Todos los besos dados
Cada abrazo
Que he venido cargando
Como tesoros
Sin siquiera saber que los traía/
He inhalado el aroma
De todas las promesas que el amor…
De todos los eternos juramentos/
Lo único que me queda por hacer
(Aparte de escribir y de leer)
Es dar las gracias/
Tal vez este mismo árbol
Bajo el que ahora descanso/
Fu una vez un ciclista como yo
Hasta que decidió
Después de mucho recorrer caminos
Volverse el anfitrión de otros ciclistas/
Cobijo de viajeros galopantes
Buscadores sedientos de aventuras/
Y una vez arraigado
Desde sus ramas
Nos regala el concierto
De murmullos y trinos
Con los que se hermanan
Los pájaros y el viento/
Quedan tantas historias
Historias por vivirse todavía
Tanto camino inédito/
Tantos poemas
Tantas melodías
Infinitos misterios aún pendientes/
Todo parece en tanto ser un sueño
Todo haber sido un sueño con la vida/
Mientras yo traigo en blanco
Tantas paginas
Armado solamente con una pluma/
Creo que es lo indicado descansar
Y tomarme con calma este respiro
Para así disfrutar de los sonidos
La dulce voz de Dios/
Qué bueno es el ser a fin de cuentas
Solamente este viejo
Con una bicicleta y una pluma
Bendecido con la sombra de este árbol
Fresco remanso
Que me esperaba a la orilla del camino.
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Stahringen am Bodensee, Alemania
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