Sobre los Cuerpos de Max Rojas

Una de las características que distinguieron al poeta mexicano Max Rojas (originario de la Ciudad de México)...

29 de mayo, 2015

Una de las características que distinguieron al poeta mexicano Max Rojas (originario de la Ciudad de México), fallecido el pasado 24 de abril, fue su silencio poético que duró aproximadamente treinta años (en los años ochenta se publicaron los libros de poesía El turno del aullante, 1983, y Ser en la sombra, 1986, escritos en los años cincuenta y setenta). A su regreso, en la década pasada, rompió con su mutismo, sólo para llamar y hablarle a sus cuerpos que aparentemente había abandonado. Tal retorno al mundo por parte de Max Rojas, se percibe como un intento por salvar a esos cuerpos.

El silencio invita a entablar un diálogo con el interior de nosotros mismos. Es mirar primeramente hacia adentro para después poder ver el exterior, al mundo. Max Rojas lo hizo de esta manera: con su enmudecimiento poético, el poeta conoció el interior de sí mismo y ese conocimiento, ese saberse, fue fundamental para la escritura de su gran obra que consta de veinticinco tomos que se reunieron en el libro Cuerpos, Conaculta, 2011 (el primer tomo de dicha obra monumental, Memoria de los cuerpos. Cuerpos uno, fue publicada en el año 2008, éste obtuvo el Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer, 2009).

Con dicha obra, Max Rojas le da volumen, forma y perspectiva a ese algo intangible que nos habita. A ese interior abstracto del individuo al que le da corporeidad para poder tocarlo y sentirlo. Cuerpos es la representación física de la otredad, de ese otro (s) al que se refiere durante todo el libro.

En ese transcurrir de la obra el lector se dará cuenta que Max Rojas habla con esos cuerpos (nosotros), no desde nuestra misma visión, no frente a nosotros, sino desde el lugar del padre –en las alturas—, de aquel que nos recorrió de principio a fin en algún momento.

Max Rojas se levanta de entre todos los cuerpos y nos ve con tristeza, como quien se acongoja al ver al moribundo, y es a partir de ese momento que comienza a hablarnos, a referirse a nosotros como un conjunto de eso, de cuerpos; y somos cuerpos, sólo carne, porque hemos perdido la capacidad de percibir esa otredad que el poeta nos muestra en esta obra.

Con Cuerpos, el poeta nos desnuda, quiere darnos salidas, opciones nuevas para ver y entender el mundo; busca liberarnos de ciertas cargas morales; a cuestionar nuestro carácter de ser humano, nos invita a mirar hacia otro lado, incluso, a perdernos en el camino, en infinidad de éstos que bien pueden ser los erróneos, pero qué más da, si como bien dice el poeta a los (sus) cuerpos: “para salvarse hay que perderse. La salvación está en lo más remoto de uno mismo” —tal posibilidad de equivocarse de camino, en dicha errancia, se adquiere el oficio de pensar, diría el filósofo Martin Heidegger.

Recuperar la obra poética de Max Rojas es esencial para seguir con la apertura mental que en esta época se hace necesaria para nosotros los cuerpos. Leer a Max Rojas es enfrentarte, no sólo a una poesía mayor, que la es, sino a otra forma de percibir el mundo. Es tocar la otredad que en estos tiempos ha sido dilapidada por las inmensas lozas de concreto que hemos puesto sobre nosotros.

Fuente: http://maxrojas.blogspot.mx/

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