Sobre el amor, la poesía y lo inacabado

“El amor es cuando todavía no lo es todo” es una frase del escritor hondureño Augusto Monterroso. Y aquello que aún no se logra, todo...

31 de octubre, 2015

“El amor es cuando todavía no lo es todo” es una frase del escritor hondureño Augusto Monterroso. Y aquello que aún no se logra, todo lo que en algún momento puede ser en su totalidad, es lo que nos impulsa a continuar.

Todos los seres humanos pretendemos llegar a ser algo que acaso solo lograremos rozar, eso que está más allá de nosotros, la utópica realidad de la que nos alimentamos siempre para seguir subsistiendo como especie.

Salvador Dalí no se equivocaba al afirmar que cuando se está apunto de tocar la perfección es cuando vemos la infinita distancia que nos separa de ésta.

Es decir, todos aquellos elementos que imaginamos necesitar para lograr nuestra completa formación, están aparentemente al alcance, en la cercanía, pero en algún punto nos damos cuenta que siempre hay algo que está mucho más allá de nosotros, en esa lejanía inalcanzable.

Ese darse cuenta ha llegado a nuestras sociedades, a nuestro tiempo, conscientes o no, somos sensibles al hecho de sabernos inacabados; pensamos que es mejor abandonarnos a los días, al presente, al hoy: ese espacio que nunca termina por dar el siguiente paso, porque darlo sería pensar en el futuro.

El futuro se disipa cuando ya la esperanza es insuficiente para impulsarte a alcanzar algo, a lograr siquiera ese roce con la belleza de lo perfecto, de lo que nos hará libres totalmente, de ese paraíso que se nos niega siempre.

Parecería entonces que el amor es un absurdo, que eso que nos hace seguir (todo querer ser es en sí mismo un acto de amor), se esfuma para dar paso a lo concreto, lo rápido, a todo lo que nos sirve en el instante, en el momento llamarada, ese chispazo que nos deslumbra y nos basta.

A veces es suficiente con habitar la superficie, la de los sentidos, la de las emociones, la del placer, para sobrevivir otro día.

Porque saberse quimera es dejar de preocuparse por lo que podría pasar después, ese otro paso que ya no queremos dar porque de nada sirve.

¿Para qué ir en busca de lo que nos falta para alcanzar lo que queremos ser, si al fin de cuentas, aquello está más allá, mucho más allá de nosotros?: el hombre que se ha percatado de forma sensible de esto y actúa en consecuencia, ejemplifica la rendición del ser; es decir, ya nada importa, ni las formas ni los sentidos, si a final de cuentas seré un poco más de lo que potencialmente puedo ser.

Bajar los brazos es la reacción de tal rendición, y esto nos carcome, nos niega como seres humanos, muy dentro de nosotros algo nos mueve hacia adelante —pero pesamos tanto—, porque todo lo que existe está destinado al constante cambio, a la eterna formación, a eso que nos cuesta entender, porque el ego, porque nos creemos demasiado listos como para creer que aquí seremos esa utopía que nos vendemos.

La falsa creencia de la igualdad, por ejemplo, y de la que se prestan los demagogos para hacer creer que pueden erradicar la pobreza, conseguir la paz, la no violencia, y entonces Schopenhauer nos dice que para alcanzar esto debemos ser por fuerza otra cosa.

Somos demasiado humanos para entender que el amor no habita en la consumación de las cosas, sino en la formación, en tales impulsos que nos ayudan a seguir adelante en todos los aspectos de nuestras vidas.

En ese sentido, la poesía es acaso la acción que nunca termina por consumarse en el poema, porque es un acto siempre inacabado de constante ir a alguna parte, pero con la firme convicción de que no encontrará todo lo que le falta, porque aquello lo sabe lejanísimo.

Sin embargo, la poesía no muere: es consciente de que la verdadera virtud de los hombres está en el camino, en el viaje, en el ir, no en el llegar: sabe que no hay que llegar a ningún lado.

La poesía nos muestra el lado oscuro de los hombres, nos dice que no hay que dejar de querer ser nunca, porque ahí está la vida, la felicidad.

No engañarse, saberse incompleto, no creer en la perfección, sino ir a ella como si existiera, como si fuésemos niños, así de inocentes, así el amor, así, puede, que nos acerquemos un poco al entendimiento de nuestra existencia, de la vida diaria que nos ha tocado.

Comentarios






Más de categoría

Desdeñar la ciencia, la tecnología y la cultura

En el Paquete Económico 2019 se hacen una serie de reducciones al presupuesto de diversas secretarías. Sin embargo, tal...

diciembre 19, 2018

Ejercer la crítica

La crítica es un elemento fundamental para el crecimiento individual; sin embargo, si hablamos de sociedades es mucho más...

noviembre 21, 2018

Comprar el mundo

Experimentar la libertad. Quererla con nosotros. Desear más allá de los lineamientos que se nos han impuesto. Escapar de...

octubre 12, 2018

Una mirada a Juan José Arreola

Hoy 21 de septiembre se cumplen 100 años del nacimiento de Juan José Arreola.

septiembre 21, 2018