Hace poco tiempo me encontré con Abecedario del poeta lituano, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1980, Czesław Miłosz. Un libro “estructurado en forma de diccionario (…) [éste] resume con formidable eficacia el universo personal y literario de Milosz”.
Lo encontré de casualidad, entre muchos otros libros que parecían olvidados —como cuando alguien deja arrumbada las cosas que ya no tienen importancia o que nunca la tuvieron.
Abecedario es un libro de recuerdos, de memorias de uno de los “escritores más originales y perturbadores del siglo XX”.
Con este libro Milosz vuelve a la Polonia ocupada por los soviéticos y los nazis. Apenas son “destellos” —como el autor un tanto avergonzado escribe en Abecedario— las presencias que convoca en el libro: escritores y artistas polacos olvidados por la historia, luchadores sociales muertos en los campos de concentración soviéticos; rostros de hombres importantes que cargan consigo el abandono.
No sobra decir que este libro es una iniciación a este poeta nacido en Lituania en el año de 1911. Comenzar con sus recuerdos es reformarlo de tal manera que nos empujará a mirarlo desde otra perspectiva que hará darle una mayor importancia a su poesía.
La razón de ello es la sinceridad, el desbaratamiento de las poses que nos muestra el autor en este libro; es decir, no se guarda nada. Sabe que el Nobel no lo hubiese conseguido con la lengua polaca, sí con el inglés, sí al haber vivido en Estados Unidos (exiliado), él, un hombre apegado al comunismo.
Al entrar a las memorias de un gran autor como Milosz conseguimos ampliar nuestro espacio para darle cabida a sus muertos: a los autores que lo construyeron –al menos una parte de él.
En su caso, Abecedario recoge no sólo experiencias, anécdotas, sensaciones y homenajes, sino ideas de otros personajes fundamentales como Schopenhauer, Rimbaud, Frost, y otros más menos conocidos que recoge Milosz en forma de ensayo.
Así, nos enteramos de la existencia del poeta y monje budista vietnamita Thích Nhất Hạnh y su aportación a la filosofía con su “ser entre” en el que explica que no se puede existir por uno mismo sino que somos ser-entre el resto de las cosas: “esta hoja de papel existe porque existe todo lo demás” y todo lo demás implica eso: todos los elementos naturales, humanos, industriales, etcétera, que lograron la hoja (desde su invención: alguien tuvo qué pensarla y ese alguien también entra en el proceso de ser-entre) hasta el que escribe, con todo aquello que logró que él estuviese sentado escribiendo.
Milosz no duda al decir las cosas claras y sin miramientos con respecto a por qué detestaba a ciertos autores como Sartre o Simone de Beauvoir, por ejemplo; pero también, se muestra agradecido con otros tantos personajes anónimos que “marcaron su vida con más fuerza que las voces famosas”.
Si bien, el propio Milosz escribió que las biografías “son como las conchas; a partir de ellas poco puede saberse del molusco que las habitaba”, con Abecedario, ese poco saber, es mucho para todos los que quieran iniciarse en los libros del autor de El pensamiento cautivo.
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