En las últimas décadas se logró despojar al gobierno federal (casi siempre priista) del manejo de las cifras oficiales. ¿Cuántos muertos hubo en Tlaltelolco en 1968?, ¿cuántas personas fallecieron en el terremoto de 1985 en la Ciudad de México?, ¿cuál fue realmente la inflación en el periodo presidencial de Miguel de la Madrid?, ¿cuáles fueron los verdaderos resultados de la elección en 1988? Estas son solo algunas muestras de cosas que sucedieron de las que nunca hubo cabal certeza de las cifras.
Por esta razón y otras, muchos intelectuales, profesionistas y ciudadanos se lanzaron a desmontar uno de los pilares del presidencialismo: los datos. El proceso ha sido largo y lento. Con la autonomía del Banco de México se lograron dar cifras sobre inflación, pronósticos de crecimiento y política cambiaria alejados de los intereses de los gobiernos en turno. Con el INEGI se lograron quitar datos que era indispensable que se conocieran de manera objetiva. Con el CONEVAL se logró una primera evaluación de la política social. Estas son sólo algunas instituciones que operan relativamente al margen de los gobiernos y que han ayudado a conocer la situación del país de una manera más objetiva.
Hay otros casos en los que, por desgracia, no se tienen cifras fidedignas. En lo que toca a seguridad, hay diferentes metodologías que dan por resultado que no se sepa la cifra real en temas como feminicidios, homicidios por arma de fuego, secuestros, etc. Hay distintas versiones oficiales y otras de organizaciones de la sociedad civil, esa que el presidente López Obrador ha declarado fifí, conservadora e hipócrita. En muchas ocasiones los datos se subestiman con fines político y electorales.
En este sentido, el presidente López está haciendo lo mismo que sus predecesores: toma las cifras de seguridad que más le convienen. El problema es que lo hace de una manera más descarada y él había dicho que siempre hablaría con la verdad. En enero pasado, el diario Reforma publicó que diciembre de 2018 había sido un mes muy violento, aún más que noviembre, el mandatario simplemente desechó la nota argumentando que era un medio fifí y conservador, por lo tanto, mentiroso. Sin embargo, mes con mes, provenientes de diferentes fuentes, algunas oficiales, otras de la sociedad civil o los medios, se han acumulado los datos que permiten afirmar que el número de asesinatos por arma de fuego se ha incrementado. En esta semana, El Universal afirmó que, de acuerdo a los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), los datos de seguridad (también oficiales) que proporciona AMLO en sus mañaneras están un 20% por debajo de los que cita el diario. También se afirma que el primer trimestre de 2019 es el más violento en la historia de los registros. Cuando el día de ayer un periodista le preguntó sobre estas discrepancias, López Obrador simplemente hizo una de sus largas peroratas en las que no contesta nada. La diferencia de datos o el hecho de que se cometan más de 100 homicidios diarios no lo despeinan.
¿Cuánto tiempo tardará en tener sus propias cifras sobre economía (crecimiento, inflación, etc.), turismo, divisas, personas atendidas, etc.? Respuesta fácil: cuando la realidad lo alcance.
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