Hay la idea de varios analistas y periodistas que el equipo morenista que saltará a la cancha el próximo 1 de diciembre está jugando al futbol llanero, es decir que no hay orden ni concierto en sus líneas. De ser cierto, toca al jefe serenarlos y darles orden, pero uno de los problemas centrales es que nadie parece aceptar órdenes más que del propio López Obrador. Esto es resultado de la forma en que ha funcionado y funciona ese movimiento/partido/futuro gobierno. Van tres momentos de esta nueva realidad:
Primero: Javier Sicilia ha calificado el “acercamiento” al Papa Francisco como un “lamentable show”. En este tema se cometió la primera pifia al afirmar que el Pontífice ya había aceptado para luego recibir el golpe desde el Vaticano desmintiendo tal participación en los diálogos por la paz. Por otro lado, Alejando Solalinde, actuando como enviado de López Obrador, avisó que ya se había hecho contacto con los zapatistas, hecho que desmintieron en un tono muy duro los susodichos y de paso descalificaron al supuesto mediador y con razón. Solalinde ha adoptado un lenguaje y una postura insufribles. Dos pifias por inexperiencia dicen algunos. Lo cierto es que debían cambiarse ambos personajes. En lugar de Solalinde, por ejemplo, Jaime Martínez Veloz haría un acercamiento cuidadoso e inteligente con los zapatistas.
Segundo: se reitera que la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, trae una de las agendas más interesantes y prometedoras del futuro nuevo gobierno. En el foro ¿Olvido, verdad o justicia?, realizado en El Colegio de México, habló de una amnistía a quienes no hayan cometido delitos graves, de la despenalización de las drogas, la creación de comisiones de la verdad, un plan nacional de reparación de daño para las víctimas, prever la posibilidad de reducir las penas de cárcel para quienes aporten información que lleve a encontrar a personas desaparecidas, entre otros temas. Esto habla de un punto de vista distinto del que se ha seguido, pero la pregunta es si contará con el respaldo de López Obrador, un político conservador, cuando comiencen las presiones de la Iglesia, los grupos provida, las ONG’s y el PES para frenar algunos de los temas. ¿Sobrevivirá Sánchez Cordero a la andanada? Ojalá que sí.
Tercero: dice AMLO que debe impulsarse la reconciliación, pero no hay tal. Se exhibe a los altos funcionarios que ganan sueldos mayores que el que se anunció que tendrá López Obrador y de inmediato se les trata en redes sociales con todo tipo de insultos. La prensa los llama la “burocracia dorada” como si hubieran cometido algún delito. Se ve con buenos ojos la reducción de salarios como si haciendo eso se les hiciera justicia a otros. Hay ánimo de venganza y castigo, no de equidad. Otra vez: incluso reduciendo a la mitad los sueldos de los 35 mil funcionarios que dice la prensa ganan más de 108 mil pesos, no hay ahorros suficientes para subir los salarios a todo el personal que gana menos. Pero el ánimo es de persecución.
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