El año 2015 hubo un moderado crecimiento económico, creación de (malos) empleos y control de la inflación. Nada espectacular, pero relativamente bueno en un mundo que se dirige probablemente a otro mal rato económico, tal vez menos grave que el de 2008. La esperanza de que 2016 fuera un poco mejor se esfumó ayer cuando Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, tomó las riendas del manejo económico junto a un secretario de Hacienda que se había resistido a tomar las acciones.
El triple miedo del incremento de la inflación, la salida de capitales y la baja en los ingresos petroleros dieron paso a cuatro medidas: recorte de 132 mil millones de pesos, aumento en las tasas de interés de 3.25 a 3.75%, suspensión de la subasta de dólares y la posibilidad de intervenir en el mercado cambiario cunado se juzgue conveniente. El efecto de estas medidas fue casi inmediato: subió la bolsa de valores y bajó el precio del dólar. A esto último ayudó, en realidad, la ligera subida en el precio del petróleo como resultado del acuerdo Arabia Saudita-Rusia-Qatar-Venezuela.
Pero, ¿cuánto va a durar la efectividad de estas medidas? A decir de los expertos, poco tiempo, algunas semanas cuando mucho y las consecuencias pueden ser a la larga más negativas que positivas. Se está buscando el control de la inflación deprimiendo al mercado interno y a la economía en general. Los 100 mil millones que se recortarán a PEMEX significarán despidos. El recorte a la CFE y al gobierno federal también. De acuerdo a la información oficial, el 60% del recorte se irá a gasto corriente. Ese 40% restante, que se quitará al gasto de inversión, pegará también en el crecimiento económico.
Por otro lado, ¿los recortes harán más eficiente el manejo económico? No. Ni en PEMEX, ni en la CFE ni en el gobierno federal. Sólo abaratará el costo de la administración. La elevación de las tasas tampoco detendrá la salida de capitales. En la medida en que la Fed aumente sus tasas, el Banco de México tendrá que hacer lo mismo. Al final, podríamos tener un encarecimiento del dinero en México y no haber logrado detener esa salida. Por si fuera poco, al encarecerse el dinero se impactará a los créditos, tanto personales como empresariales. Pero, supongamos que resulta la medida y se detiene en buena medida la salida de capitales y se contiene la inflación, ¿cuál sería el costo? Deprimir al mercado interno y hacer crecer la lista de quienes no pueden pagar sus créditos. También, menos crecimiento económico.
El año pasado, el secretario Videgaray había dicho que no esperaba más recortes en este 2016, pero hace unas semanas el gobernador Carstens insistió en que debían tomarse medidas adicionales. Finalmente, el presidente Peña cedió. Al menos, con la salida conjunta Videgaray-Carstens, el secretario deja claro de dónde vinieron las ideas que probablemente arruinen sus aspiraciones.
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