Superpulido… ¿pero qué necesidad?

Como ayer se escribió en este espacio, el caso del secuestro y posterior rescate del futbolista Alan Pulido tuvo una gran exposición mediática, tanto por...

1 de junio, 2016

Jaime Guerrero Vázquez

Como ayer se escribió en este espacio, el caso del secuestro y posterior rescate del futbolista Alan Pulido tuvo una gran exposición mediática, tanto por la prensa política como deportiva, a nivel nacional e internacional, opacando noticias como la amenaza de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) de tomar el aeropuerto de la CDMX o los cierres de campaña de los candidatos que participarán en las elecciones a celebrarse el próximo domingo 5 de junio.

Si la noticia del secuestro llamó la atención, la narración acerca de cómo quedó liberado el futbolista dará todavía más de qué hablar. Una vez conocido el relato, más de uno ha dudado de la veracidad del secuestro y se han alzado voces que acusan de un montaje con fines electorales. En este sentido, ayer por la tarde Anonymous México lanzó una advertencia, en su canal de YouTube, para el gobierno de Tamaulipas y para Alan Pulido. Según el grupo activista, “es posible” que exista un pacto entre el gobierno y las televisoras de Tamaulipas, que presuntamente pretenden manipular la información con fines electorales, por lo que aseguran que el exjugador del Club Tigres no fue secuestrado. Es cierto que no hay forma de saber si los que hablan son en realidad Anonymous México, aunque de cualquier manera sus opiniones no representan casi nada.

Si bien el secuestro y la liberación del futbolista mueven a sospecha, ¿cuál sería el sentido de que el gobierno federal o las televisoras nacionales participaran en una apuesta tan arriesgada como un montaje?, ¿un montaje que además tendría resultados imposibles de prever? Y una pregunta todavía más importante: ¿por qué un futbolista exitoso se prestaría a un montaje?

En todo caso, si se trató de un montaje, habría que buscar entre las fuerzas políticas locales, sobre todo aquellas que han sido acusadas de estar ligadas a los cárteles de la entidad. En este sentido, más de un analista ha señalado que prácticamente todas las fuerzas políticas están infiltradas por alguno de los cárteles dedicados al narco. Un montaje es un disparo a ciegas para quien lo organiza. Si fue el PAN, entonces sería lógico que Pulido no hubiera aparecido hasta después de las elecciones, acusando toda la semana al gobierno de la entidad de estar coaligado con criminales. Si fue el PRI, entonces la aparición de Pulido, mostrando la eficacia de la policía, estaría dentro del guión. Sin embargo, la realidad de un secuestro en donde la víctima reduce a su secuestrador, toma su celular y llama para ser rescatado parece absurda.

Tal vez hay que aplicar la navaja de Occam y concluir lo más sencillo: fue un secuestro y se pagó un rescate (¿lo pagó el gobierno de Tamaulipas o el federal?). Es altamente probable que, cualquiera que haya sido la verdad, la sospecha de que se trató de un montaje afecte al PRI en la entidad y de paso al gobierno federal. Lo dicho ayer: una mala novela política publicada por la prensa, pero escrita por Pulido y el gobierno.

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