Nada sucede por casualidad, hechos coincidentes (simultaneidad) se deben a la relación de los individuos con su entorno. Tal vez las cosas suceden de manera inesperada, pero siempre lo hacen en el momento exacto. Esta sería, más o menos, una explicación junguiana a la coincidencia de tres hechos que aparentemente tenían su propio desarrollo.
En Nueva York, el abogado defensor del capo de capos Guzmán Loera, El Chapo, afirma que Felipe Calderón y Enrique Peña recibieron sobornos provenientes del narco. Es de suponerse que esto encantó a los creyentes de las leyendas urbanas (y no urbanas) que vieron sus “teorías” (simplonas) confirmadas acerca de cómo funciona México y el mundo. El mismo juez del caso reprendió al abogado por intentar desviar la atención del jurado presentando acusaciones sin fundamento. No está mal la defensa del capo: trata de demostrar que Guzmán sólo es un peón en un juego político con tintes narcos, incluso una especie de víctima social que no tuvo otra opción. Es decir, salirse del papel de jefe de uno de los más poderosos cárteles de la droga.
En México, todo indica que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se apresta a echar por tierra la Ley de Seguridad Interna, una joya priista-panista tendente a dar amparo legal a las fuerzas armadas. Esta Ley fue denunciada, desde antes de su promulgación, por no apegarse a la Constitución de la República. Al final, sus mismos impulsores terminaron por abandonarla y, ya huérfana, se dispone a morir. Como comentario al margen, esto demuestra que las instituciones funcionan algunas instituciones (algunas veces).
Pero, sin duda, el suceso más importante es la presentación de lo que la prensa denomina Plan Nacional de Paz y Seguridad. Después de semanas de posposición al fin se da el parto de los montes. Este Plan viene antecedido del fracaso de los foros de consulta, mismos que al final tuvieron que cancelarse con la excusa de que ya se habían reunido suficientes ideas (el perro se comió mi tarea).
Vale señalar que algunos de los morenistas apuntaron elementos de diagnóstico que son irrebatibles y otros que no se sostienen. El diputado Mario Delgado señaló que desde finales de 2006 el país pasa por una crisis de violencia e inseguridad. Atribuyó esto a tres factores: políticas económicas instauradas desde hace 30 años, la creciente corrupción y la aplicación de una estrategia “rotundamente fallida”. La verdad es difícil afirmar que ahora hay más corrupción que en 1982, por ejemplo (Colina del Perro, Durazo, etc.). Simplemente, ahora hay encuestas que miden percepciones, no realidades, y en aquella época no las había.
Es posible que la corrupción sea un elemento esencial del funcionamiento del sistema político, una especie de aceite, lo cual no significa resignación. La acusación en contra de las “políticas neoliberales” es necesaria para parecer de izquierda. Pero si esta fuera una causa, la inseguridad habría aparecido desde mucho antes (se aplican desde hace 30 años) y no sólo en los últimos 12 años.
De la misma manera, cabría preguntarse por qué en países en donde se aplican dichas políticas no tienen los mimos problemas de inseguridad. Lo que sí es un hecho es que se ha aplicado una estrategia equivocada por insuficiente y que el problema se ha agravado gracias a la corrupción.
(mañana la segunda parte)
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