Sacando los cadáveres fuera del clóset

1.- No importan las motivaciones políticas, sicológicas o el odio de Carmen Aristegui para investigar y revelar el asunto...

25 de agosto, 2016

Jaime Guerrero Vázquez

1.- No importan las motivaciones políticas, sicológicas o el odio de Carmen Aristegui para investigar y revelar el asunto de la tesis del presidente Enrique Peña Nieto; lo que importa es que puso el asunto sobre la mesa y no puede ser ignorado. No es, como infortunadamente dice el secretario Aurelio Nuño, un tema de menor importancia.

2.- No se requiere estar titulado para ser un buen presidente y viceversa, ser doctor o maestro no garantiza ser un buen representante popular. No se eligió a Peña Nieto por ser licenciado en derecho, se le eligió porque los votantes vieron algo en él.

3.- No obstante, de nuevo: antes de comprobar si todos los dichos de Aristegui sobre la tesis son ciertos, los condenadores profesionales se apresuraron a darlo por sentado. Inclusive Krauze, quien dice que hizo “una somera” revisión. Sea exacta o no la información de la periodista, ya se le dio por buena.

4.- El asesor de tesis de Peña, el ahora magistrado Eduardo Alfonso Guerrero, aseguró que en la revisión del documento académico “la mayoría” de las citas sí estaban señaladas, pero que a la fecha, desafortunadamente, no cuenta con alguna copia para dar crédito de ello. El magistrado comentó que una hipótesis de lo que pudo haber pasado es que en la imprenta a la hora de trascribir, no hayan puesto correctamente la citas.

5.- En 1991, cuando se presentó la tesis, todavía se usaba escribirla a máquina y mandarla a imprenta. ¿Es creíble lo que dice el magistrado? Sí, pero difícil de tragar en el ambiente político que se vive.

6.- Más que engaño, detrás de una tesis mediocre hay una concepción del mundo. De acuerdo a ella, el título es sólo un trámite y hay que sacarlo como sea. ¿Cuántas veces hemos escuchado cosas así? Muchos asesores de tesis aconsejan a sus alumnos que hagan rápido este “trámite”. Tiene razón el senador Roberto Gil cuando dice que antes que a Peña habría que pasar a evaluar lo hecho por el asesor de tesis.

7.- De paso, se pasó a torcer a la Universidad Panamericana. Esta tendrá que dar una explicación de lo sucedido, como lo ha prometido. Si esta explicación es a favor del joven Peña, Aristegui y los detractores del presidente no la creerán. Si comprueba la información de la periodista, el presidente sufrirá otro golpe más. El daño está hecho, ya sólo puede ampliarse, pero no disminuirse.

8.- ¿Debe dejar la presidencia Peña Nieto por este caso? Definitivamente no. Si la presidencia fuera un puesto donde importa ser titulado o al menos decir la verdad sería necesario dejarla, pero no es así. ¿Sus reformas deben abandonarse por esta razón? Tampoco. ¿Hace mejor a sus adversarios lo hecho por el joven Peña? Absolutamente no.

9.- En este ambiente de sacar del armario los cadáveres que se ocultan, habrá que esperar que se saquen los de todos, incluida la propia periodista. ¿Qué clase de estudiante era López Obrador o Margarita y, otra vez, es alcohólico Calderón?, ¿hicieron trampa en la escuela los líderes de los partidos? Y ya en esas, saquemos la vida personal de todos, como ahora hacen con la del presidente: ¿cómo fueron los divorcios, la repartición de los bienes, la manutención de los hijos, la relación con sus padres?, ¿eran buenos estudiantes en preparatoria, tenían much@s novi@s?

10.- Si la gran revelación de Aristegui era esta, entonces debemos señalar que Carmen ha llevado demasiado lejos su política de sacar los trapos sucios de Peña. ¿Cuál era el beneficio que pensaba obtener de la “revelación”, cuál el beneficio para el país?

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