Ricardo Anaya en la casa del jabonero

Ricardo Anaya ha sido tocado bajo la línea de flotación por segunda vez en menos de dos semanas.

5 de noviembre, 2016

Ricardo Anaya ha sido tocado bajo la línea de flotación por segunda vez en menos de dos semanas. Primero fue la carta pública de 18 panistas acusándolo de que se aprovechaba de su cargo para ganar ventaja en la carrera por la candidatura presidencial del PAN. Si atendemos a las encuestas, a todas ellas, la acusación es ridícula y se cae por su propio peso. Anaya está en segundo lugar de preferencias, tanto entre panistas como entre no panistas, muy lejano de Margarita Zavala. De sobra está señalar que detrás de la carta todo apunta a que está la mano de la dupla Calderón-Zavala. Como se dijo entonces, la carta tomó por sorpresa a Anaya.

Ahora, el golpe ha sido seco y en un tema en el que Anaya parecía un cruzado: la corrupción y los dineros que quién sabe de dónde salen. El Universal publicó en la primera plana un amplio reportaje de la familia del panista, apodado “el chico maravilla”. En el texto se indica que la esposa y sus tres hijos viven en Atlanta, Georgia, en un fraccionamiento exclusivo y con acceso a escuelas costosas. Según el diario, el panista visita a los suyos cada fin de semana. Este estilo de vida le costaría cuatro millones y medio de pesos anuales, de acuerdo a los datos de El Universal. El principal problema es que sumados los ingresos de Anaya y su esposa, reciben dos millones 600 mil pesos, ¿de dónde salen los casi dos millones de pesos de diferencia? El asunto se agravó porque el panista se negó a dar información de dos cuentas cuando fue interrogado por el diario. Su respuesta podría ser la de cualquier político cuestionado: “Me parece un poco rudo que me pidan ese dato”.Todas sus demás razones y “explicaciones” las conocemos de sobra, las han dicho diferentes actores políticos cuando son pillados: yo no fui, me calumnian, me quieren desprestigiar, no es mi voz la que se escucha, no soy yo el de la foto, y un largo etcétera.

Más allá de lo que Anaya pueda intentar justificar, el ataque tiene el olor de ser “fuego amigo”, es decir, provino del PAN y posiblemente de la dupla. De esta situación hay tres consecuencias:

1) Le pega a la posición política de Anaya al arrojar sobre él la sombra de la corrupción. El diario nunca hizo una acusación directa, pero todo se reduce a sumas y restas. Lo aleja de la posibilidad de ser el candidato presidencial e, incluso, amenaza su posición como presidente del partido. Anaya ha perdido su frescura y su brillo. Ya es un “viejo” político. Bienvenido, Bob, como diría Onetti.

2) Escala el conflicto interno del PAN. De ahora en adelante, los ataques serán despiadados. Si Calderón y Zavala fueron culpables del ataque, este fue un acto de rudeza innecesaria contra un rival que no ha crecido en los últimos meses en las encuestas, ¿para qué golpearlo así? Ahora, posiblemente vaya un golpe de regreso contra Margarita Zavala o Rafael Moreno Valle, en un juego en donde todos pierden hacia afuera, para mayor goce del PRI y MORENA.

3) El asunto obligará a las organizaciones de la sociedad civil, esas que piden transparencia y promueven la 3de3, a qué exijan al panista aclarar su situación. Incluso, pedir al gobierno federal, vía el SAT, que investigue cómo le hace Anaya para sostener su tren de vida con lo que declaró ganar en su 3de3. Si estas organizaciones callan, enseñarán que su preocupación no es más que un juego político antipriista.

4) Hay muchas explicaciones de por qué mandar a la familia fuera de México y casi todas son negativas para Ricardo Anaya; él puede poner a salvo a los suyos porque tiene dinero para ello, pero el mensaje que le da al resto de los mexicanos es: púdranse en la inseguridad, los bajos sueldos, los camiones apiñados y la contaminación.

Santos remedios, Batman.

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