¿Quién amenaza la libertad de expresión?

El periodismo en México vive en dos dimensiones, una nacional y otra local.

17 de agosto, 2015

El periodismo en México vive en dos dimensiones, una nacional y otra local. En la primera, hay libertad de expresión, diversidad de opiniones y una nutrida oferta de medios. A nivel estatal, la situación es muy diferente, pero no de ahora, sino desde hace mucho tiempo. Muchos medios locales, dedicados a sobrevivir, dependían de la buena voluntad (monetaria) de los gobiernos estatales y/o municipales, a los que defendían o atacaban, según las “negociaciones” marcharan o no. Por supuesto, en muchos estados, se desarrolló una prensa crítica de los gobiernos en turno.

La llegada de otro poder real, el crimen organizado, modificó las relaciones políticas en los estados, sobre todo en aquellos en donde la presencia de este tipo de delincuencia era importante. En los hechos, se puso un dique a la libertad de informar, pero no de parte de los gobiernos, al menos no formalmente, sino de los criminales poderosos. Decenas de periodistas han sido asesinados o están desaparecidos y, según la Comisión nacional de derechos Humanos, el 89% de los casos no ha sido resuelto. Los sucesivos gobiernos federales han impulsado desde el año 2000 diversas respuestas programáticas e institucionales para garantizar que los informadores hagan su trabajo sin perder su independencia o la vida. Es claro que las medidas no han sido suficientes. En este contexto, Veracruz se ha convertido en un estado preocupante en cuanto a las garantías con las que debe contar el periodismo.

La muerte de Rubén Espinosa, asesinado en la colonia Narvarte de la ciudad de México, evidenció muchos de los vicios, pero no sólo de los gobernantes y las policías, sino también de la llamada prensa crítica. No pocos medios reportaron la muerte del fotorreportero, con nombre y apellido, y de “otras tres mujeres”, anónimas; además, omitieron a la cuarta mujer que llevaba a cabo el aseo y que por desgracia también resulto asesinada. Luego de no pocas críticas ahora se difunde la muerte de Rubén Espinosa y “la activista Nadia Vera, Yesenia Quiroz, Alejandra Negrete y Mile Virginia Martín.”

El gobierno del Distrito Federal ha tomado el caso en sus manos y 500 personajes mexicanos y extranjeros exigen al gobierno de Peña Nieto que garantice la libertad de expresión. Entre los abajo firmantes están: Paul Auster, Noam Chomsky, Salman Rushdie, Gael García Bernal, Guillermo del Toro y decenas de personalidades con foro y peso. El gobierno federal no debería tomar a la ligera esta presión, que agrega una carga negativa a las muchas que lleva sobre sus metafóricos hombros. En la carta mencionada y en muchas de las críticas, hay una lectura preocupante: sí, los periodistas están amenazados por el crimen organizado, pero hay la sospecha de que este también le está haciendo el trabajo sucio a algunos gobiernos. 

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