Que te vas y te vas y no te has ido: El Caso Monreal

Como en la canción de José Alfredo “no me amenaces” finalmente le dieron su respuesta a Ricardo Monreal...

14 de septiembre, 2017

Como en la canción de José Alfredo “no me amenaces” finalmente le dieron su respuesta a Ricardo Monreal y vino, concluyente, de boca del mero dueño de las quincenas de MORENA, el propio Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

El delegado de Cuauhtémoc cantaba despreocupado “paso a pasito llegaré donde vive tu corazón”, sin Angélica María de por medio o Luis Fonsi cantando “despacito”, señalando en múltiples entrevistas y declaraciones que pronto decidiría, pero que al parecer tenía que dirigirse a la salida de MORENA, con el corazón destrozado, por supuesto, como Malala Yousafzai cuando se enteró la decisión de Trump sobre el DACA.

Varios de sus casi excompañeros se guardaron de emitir una declaración que lo empujara más a la salida. Incluso, Yeidckol Polevnsky le cantó al oído, como Franchita, pero sin besos ni ojos negros, y le susurró que habría muchos puestos cuando ganara su partido las elecciones federales, porque por supuesto ganará las elecciones. Llegó más allá, le sugirió que podría ser hasta secretario de Gobernación. Nada de ésto pareció convencer a Monreal, esperando tal vez “una señal chiquita” del mero, mero. Una señal que nunca llegó, al menos como parecía estar esperando el delegado de Cuauhtémoc. AMLO señaló que no había lugar para dudas, o estaba en MORENA (léase: acataba el orden) o se iba a un partido corrupto.

Más allá de los modos ridículos de los políticos mexicanos, que se parecen al ritual de cortejo de algunos pájaros, es difícil creer que un hombre con la experiencia de Ricardo Monreal y conociendo a López, haya supuesto que su rebeldía ante la famosa encuesta que le dio el triunfo a Claudia Sheinbaum podría: 1) hacer cambiar de opinión al líder; y 2) hacer que el partido le suplicara quedarse. Entonces, ¿por qué pidió lo imposible y por qué ha sido tan suave en sus críticas? Va una especulación: porque deseaba dos cosas. Por un lado, que fuera MORENA quien le diera la patada final y, a partir de esto, empezar a construir una denuncia sobre el autoritarismo de López; por otro lado, administrar su salida para hacerse más atractivo a los ojos de otros partidos. Sin duda, las palabras de AMLO no le dejan otra salida más que irse del partido.

Es conveniente preguntarse cómo le saldrá ésto a Monreal, qué hay afuera de MORENA para él. A nivel nacional es difícil que encuentre apoyo en la estructura estatal de su todavía partido, salvo Zacatecas. Si hay un partido verticalista y antidemocrático es ese. Sin embargo, su ejemplo podría hacer que en otros casos en los que se imponga la voluntad del señor (López) se den rebeldías, pero éstas no necesariamente se le sumarían a la causa del delegado. En la ciudad de México el efecto Monreal podría provocar una pequeña desbandada, pero difícilmente sería capaz de detener a MORENA. La suma de partidos PAN, PRD y MC podría potenciar a Monreal, pero en la medida que se pusieran de acuerdo, algo que se ve complicado. ¿Dejaría Barrales su aspiración de ser candidata?, ¿se quedaría Xóchitl en el PAN si se unen al PRD? El camino independiente es imposible para siquiera ser competitivo en contra de las maquinarias del sol azteca y MORENA, a menos que le ayudaran desde algunas delegaciones ahora perredistas, panistas y priistas y desde la propia Jefatura de Gobierno.

Ahora, no le queda más a Monreal que buscar el mayor efecto posible para su salida y el mayor acopio de fuerzas para enfrentar a Sheinbaum.

El ejemplo del delegado servirá para recordar que AMLO es seguidor de José Alfredo:

No me amenaces, no me amenaces;

Cuando estés decidida a buscar otra vida,

Pues agarra tu rumbo y vete.

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