Cabría preguntarse si el activismo de los últimos días de los secretarios de Estado y del gobernador Ávila es pura coincidencia u obedece a alguna instrucción o permiso presidencial. Todos los priistas aspirantes a la candidatura presidencial están llenos de “buenas noticias”, como si la economía mundial no estuviera hecha un desastre, no existiera Trump o la inseguridad fuera a la baja. El único que falta es José Narro, secretario de Salud, y no sería extraño que en estos días él también diera declaraciones positivas.
La idea de que los priistas han recibido una especie de señal de salida para hacer una precampaña o una pasarela, se fortalece si observamos que todos los priistas manejan cuatro grupos de ideas, todas emanadas de los intereses del presidente Enrique Peña Nieto (EPN): la economía está estable y es manejable, pese a Trump; las reformas peñistas son positivas y hay que darles tiempo; la inseguridad está en vías de controlarse con ayuda de las fuerzas armadas; y, la última, el Estado de México es “cosa nostra”.
Todavía la semana pasada, el único secretario en la escena pública era Luis Videgaray, en quien el presidente Peña ha depositado la totalidad de los intereses bilaterales con los Estados Unidos de América (EUA). Los demás, cuando aparecían, era en un papel secundario y como una especie de coreografía del canciller.
Ahora no, todos los aspirantes priistas están en lo suyo, trabajando en esos cuatro ejes temáticos y tratando de hacer méritos para ser tomados en cuenta. Aurelio Nuño, secretario de Educación, presentó lo que será el nuevo modelo educativo; José Antonio Meade, secretario de Hacienda, anunció que al final del año habrá sorpresas positivas; Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo empujan el Tratado Transpacífico (TPP), sin Estados Unidos, pero con los demás países interesados más China y Corea del Sur; por su parte, Miguel Ángel Osorio, secretario de Gobernación, empuja la Ley de Seguridad Interior y defiende a las fuerzas armadas contra el desliz de Andrés Manuel López Obrador en New York inculpando al Ejército por el caso Ayotzinapa. Finalmente, el gobernador Eruviel Ávila marcha a toda máquina aplicando los programas sociales antes de que la veda lo alcance. Su compromiso es sacar adelante la elección mexiquense para el PRI, tarea que se le ha dificultado gracias a la homofóbica candidata Delfina Gómez y la casi invisible Josefina Vázquez Mota.
En esta semana todas parecen ser buenas noticias si atendemos a las palabras de los priistas. Si a esto agregamos los tropezones de AMLO y la súbita desaparición de Margarita Zavala parece que las cosas pintan mejor para esta administración federal, al menos por el momento. Lo quieran o no sus detractores, la desaparición de los 43, la casa blanca de Las Lomas, Tanhuato y demás, han perdido fuerza en el imaginario colectivo y en el interés mediático. Perdido fuerza no significa olvidado. Queda el tema de la corrupción, pero ese lo comparten todos los partidos, aunque no en la misma medida.
Queda la pregunta: ¿empezó la pasarela o es coincidencia?
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