Luego de las elecciones federales de 2018, la oposición a López Obrador, MORENA y la 4T, manifestaciones que no son lo mismo, está desorganizada, fragmentada y sin argumentos políticos. Lo peor, prefieren hacer una de dos cosas: o se pelean por los huesos de los que fueron sus magníficas organizaciones, o bien se adulan entre ellos por sus brillantes artículos, encendidos discursos o atinados señalamientos. El mejor mundo para los que poseen ahora los controles de la política nacional.
Sólo unos cuantos se han salido de esta dinámica y están haciendo lo que se necesita hacer: señalar las cosas en las que no están de acuerdo con el actual régimen y pelear para ganar en las calles o en las opiniones de los ciudadanos. Sólo unos cuantos no están pensando en el negocio de la política, sino en la política misma. Suena como una pelea romántica que está perdida de antemano, lo cual es posible, pero parecen no arredrarse.
¿Dónde están los comunistas y excomunistas? La mayoría de ellos defendiendo un proyecto de derechas. ¿Dónde están los socialistas y progresistas? Muchos de ellos están haciéndose bolas en la defensa de un gobierno autoritario y demagógico. ¿Dónde están los socialdemócratas y los anarquistas? Defendiendo a un gobierno proiglesias y moralino. La verdad es que las izquierdas en México no han sido muy atinadas a la hora buena. Curiosamente, su despegue fue impulsado por un desgajamiento del PRI y se nutrió principalmente por la llegada de muchos priistas. Estos apoyos sacaron a la izquierda del desierto que durante décadas cruzaron sin hacer mella al viejo aparato del PRI.
Curiosamente, dos de los líderes de aquel 1988 cabalgan de nuevo, pero esta vez contra otro autoritarismo que se parece tanto del que salieron aquel año: Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Viejos y gastados, sin la fuerza que en la década de los 80 tenían, vuelven a disentir del curo hegemónico de la política. El ingeniero Cárdenas se ha inconformado por lo que sucede en Baja California con Jaime Bonilla y secuaces, contra la evasión cómplice del presidente López Obrador. Muñoz Ledo en contra del acuerdo con Estados Unidos, del que ha dicho que se está cambiando comercio por carne humana, que los centros de detención mexicanos parecen campos de concentración, que lo de Baja California está mal y que la Cuarta Transformación se puede convertir en cuarto trancazo (el 4T). Se ha acusado a ambos políticos de que están avejentados, de que no tienen prestigio ni fuerza. Todo esto es cierto, pero tienen razón.
Ante el derrumbe y desarticulación de la oposición, tal vez la batalla la comiencen integrantes de la 4T, del gobierno de López Obrador y de votantes decepcionados. Después de este repaso, hay que apuntar que este momento político no es parecido al de 1988, sino al de 1970, cuando se luchaba contra un régimen que parecía progresista, pero que era sólo una máscara en la que se encubría el autoritarismo.
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