A medida que se acerca el primer aniversario de su ascenso al poder, Donald Trump renueva los temas más sombríos para México y el mundo, tal vez para refrendar la idea de que su agresividad y racismo no han sido domados o atenuados por las instituciones. Mientras sus críticos se dedican a destacar toda la saga de irresponsabilidades, declaraciones torpes, agresiones gratuitas, amenazas y demás, él se dedica a consolidar su poder y demoler a sus opositores. No hay quien se salve.
El gran error de los críticos de Trump es que lo están tomando como un actor mediocre en un escenario improvisado y no como lo que es: un actor político al que hay que derrotar por medio de la política. Burlarse de su torpeza es hacerle el juego, es suponer que está metiendo la pata y que por eso perderá su poder. Esto es un gran error. El único asunto que en verdad lo está poniendo a prueba es el rusiangate. Enfrenta los demás asuntos con fuerza; si pierde terreno regresa sobre el tema una y otra vez hasta que logra sacarlos a su gusto. Ha demostrado algo que los ingenuos teóricos de la política no habían tenido en cuenta: en los tiempos que corren, ninguna institución está a salvo del populismo. Ni siquiera la orgullosa prensa libre de los Estados Unidos, la independencia del Congreso o los poderes locales lo están. Trump está logrando no sólo arrinconar a sus opositores, sino sacar de debajo de las piedras a la fauna que piensa como él, no sólo en su país, sino en otros. El espíritu altruista e inclusivo de Occidente está en crisis y probablemente está agonizando.
Trump ha llamado a la gente proveniente de Haití, El Salvador y países africanos gente de “países de mierda” y ha rehusado renovarles la protección de la que gozaban, conocida como TPS (Estatus de Protección Temporal por sus siglas en inglés). El presidente ha dicho que sería mejor admitir personas de países como Noruega. El racismo de sus palabras no deja dudas, pero ¿para qué insistir sobre algo que ya se conoce? Lo que se debe hacer es derrotarlo con las armas del propio sistema, como la idea de llevar a la corte el DACA. Esperar que Trump cambie no sólo es inútil sino también una torpeza política.
En el caso de México, ha vuelto a la carga con su vieja propuesta de pagar el muro fronterizo. Ahora pretende cambiar el TLCAN por el muro, como hace unas semanas quiso intercambiarlo por el DACA. El presidente norteamericano no ha precisado cómo forzará a México a pagar el muro, pero ha dejado correr rumores de que el día de su primer aniversario anunciará que Estados Unidos se sale del Tratado. Los canadienses aseguran que esta vez hay que tomar esa posibilidad seriamente.
¿Es una bravata más o en verdad Trump anunciará el fin del TLCAN? Por lo pronto, el rumor y las palabras del mandatario norteamericano están afectando al peso de una manera fuerte. ¿Qué debe hacer el gobierno ante esa amenaza aún no puesta formalmente en la mesa de negociaciones? Básicamente lo que está haciendo: contestar las bravatas como lo que son. Por esta razón, el secretario Guajardo ha aclarado que muro y Tratado no tienen nada que ver. Habrá que esperar a que Estados Unidos ponga en la mesa su posición antes de dejarse llevar por un patrioterismo ramplón.
Ayotzinapa: vivos se los llevaron, vivos los queremos
Desde que este triste caso de desaparición de 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa comenzó, el ahora...
septiembre 27, 2019Guerra sucia y guerrilla
Ahora que se ha puesto sobre la mesa el tema de la guerrilla en México, cabe hacer algunas reflexiones,...
septiembre 23, 2019Crónicas del año cero (XXXII): El fin del capitalismo
El fin del capitalismo ha sido sentenciado muchas veces en la historia; desde Marx hasta Chávez y Maduro, se...
septiembre 3, 2019¿La oposición debe pelearse con López Obrador?
Cada mañana (y durante el resto del día), el presidente López Obrador lanza puyas, mentiras, exageraciones y tergiversaciones, mezcladas...
agosto 30, 2019