Nicolás Maduro, ¿un autoataque?

Hace un par de días circuló una noticia que llamó la atención...

29 de junio, 2017

Hace un par de días circuló una noticia que llamó la atención: un helicóptero de la “Policía Científica” venezolana voló sobre la sede del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas, efectuó disparos y arrojó cuatro granadas. Se supone que en el aparato se encontraba el inspector de la policía científica Óscar Pérez, quien exhibió una manta que a la letra decía: “350 Libertad”, en referencia al artículo de la Constitución que permite rechazar a un régimen que no respete las garantías democráticas y los derechos humanos. El inspector Pérez también habría transmitido mensajes a través de Instagram que hablan de un supuesto grupo de funcionarios policíacos, militares y civiles que están en contra del “gobierno Criminal”.

Pero, ¿cómo pudo pasar esto a un gobierno que cada vez ejerce un mayor control policíaco y militar? Maduro ha purgado a los chavistas poco convencidos de los altos niveles gubernamentales, tiene en el bolsillo al Tribunal Supremo y su apuesta de la Asamblea Constituyente, de concretarse, le daría el control del Poder Legislativo. Si esto no es una dictadura se parece mucho a una. Adicionalmente, controla la información que publican los medios de comunicación al interior de Venezuela y ha tratado de anular a los sectores de oposición cerrando el paso a puestos de poder a quienes se oponen al chavismo. Más allá de esto, ha intervenido en la vida económica de manera desastrosa, lo que ha devenido en fuga de capitales, bajos ingresos, hiperinflación y escasez de productos elementales.

El gobierno de Nicolás Maduro está en problemas. Salvo Bolivia y Nicaragua, nadie en América lo apoya, pero es difícil creer que sectores de oposición tuvieran la capacidad de apoderarse de un helicóptero armado y la decisión de utilizarlo contra el Supremo. ¿Por qué no contra el Palacio de Miraflores? Un ataque que no causó muertos ni grandes daños y que cuando fue repelido tampoco se consiguió derribar al helicóptero. A pesar de que Maduro ha llamado ataque terrorista al evento, la comunidad internacional no lo ha condenado, como suele hacerse en estos casos. Parece un montaje. Una puesta en escena para tratar de victimizarse y usar medidas más fuertes contra las oposiciones.

Entre esas medidas estaría el uso de armas, según lo dijo en un mensaje a Trump, al que acusa de estar detrás de las protestas: “Pido que el mundo escuche después de 90 días de violencia, de destrucción y de muerte, si Venezuela fuera sumida en el caos y la violencia, y fuera destruida la revolución bolivariana, nosotros iríamos al combate, nosotros jamás nos rendiríamos, y lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas, liberaríamos nuestra patria con las armas”. Estas palabras también llevaban dedicatoria contra las oposiciones. En ese mismo evento acusó a Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional (AN), de ser responsable de las bandas criminales que actúan en las protestas.

La amenaza está sembrada. En paralelo, Maduro está cercando a la fiscal venezolana, Luisa Ortega, a la que ha prohibido salir del país y le ha congelado las cuentas bancarias. Por cierto, la oposición ha respondido torpemente a la noticia del ataque. En lugar de salir a deslindarse y condenar el método, ha callado. Ese silencio absurdo le permite al régimen acusarlos de estar detrás del atentado.

Parece que el chavismo se encamina a morir cobrando una alta cuota de sangre.

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