México contra Venezuela… ¿a dónde va nuestro amor?

Es evidente que en el conflicto que mantiene México con Venezuela hay más que un interés por mejorar...

2 de junio, 2017

Es evidente que en el conflicto que mantiene México con Venezuela hay más que un interés por mejorar las condiciones democráticas del país sudamericano. Por supuesto, no es casual que al mismo tiempo que el canciller Videgaray arremete en la OEA contra el gobierno de Nicolás Maduro, diferentes medios de comunicación aporten pruebas de la simpatía que militantes de MORENA tienen hacia la “revolución bolivariana”. Las acusaciones no son nuevas. Durante la campaña presidencial de 2006 se asoció a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con el gobierno de Chávez bajo el slogan “un peligro para México”. Inclusive, varios opinólogos aseguraban que el aquel entonces “presidente legítimo” llevaba a cabo sus actividades gracias a recursos provenientes del gobierno de Venezuela. Si algo supieron los servicios de inteligencia mexicanos (es un decir) nunca lo dieron a conocer al público.

Pero esta vez, el asunto está mejor estructurado tanto en el frente externo con Videgaray a la cabeza, como en el ámbito interno con los medios documentando la relación de simpatía que hay entre Maduro y MORENA. Lo mejor de todo es que las pruebas las está aportando la propia militancia de MORENA y el gobierno de Venezuela. Más temprano que tarde, AMLO exclamará que hay “un compló” en su contra y esta vez tendrá razón, pero es un “compló” que descansa sobre bases reales y posiciones ambiguas de su partido en el mejor de los casos. Puede acusarse a los medios y al gobierno de estar detrás de todo esto, pero no han inventado las cosas.

Por otro lado, hay que detenerse en algunos elementos de la política exterior que se está siguiendo. Es cierto que la “revolución bolivariana”, apoyada durante años con los recursos provenientes de la venta del petróleo, se está cayendo a pedazos y está arrastrando a las instituciones democráticas. Es cierto que la situación económica y social es explosiva. Sin embargo, el tono y la actitud del canciller Luis Videgaray está más cercana de la forma de hacer política de Estados Unidos, que a la tradición conciliadora y de respeto institucional que México ha llevado a cabo.

El más reciente pico en esta mala relación se dio previo a arrancar una reunión de cancilleres en la OEA sobre la crisis en ese país. El secretario Videgaray sostuvo que el régimen de Nicolás Maduro transformó Venezuela en un país “que ha dejado de ser una democracia funcional” con rasgos “francamente autoritarios”. Agregó que “eso es algo tremendamente peligroso para la región”. En respuesta, Delcy Rodríguez, canciller del país sudamericano, rechazó las declaraciones “infames e inmorales” que pronunció Videgaray y acometió contra la administración del presidente Peña Nieto, a la que acusó de violar “grave y masivamente los derechos humanos de su pueblo” y resaltó: “Narcotráfico, asesinato de periodistas y violencia social lo convierten a México en uno de los países más peligrosos del mundo”. Además, Venezuela amenazó con llevar el asunto de los 43 de Ayotzinapa al seno de la OEA y considera que México es un “Estado fallido”. Este es el tipo de intercambios en el que el canciller mexicano está inmiscuido.

Las “revelaciones” acerca de la simpatía morenista hacia el régimen de Maduro y su genuina aspiración por parecerse a “eso”, cualquier cosa que sea el gobierno venezolano, están fuera de duda. Pero el punto no es este sino la forma en que parecen estarse allegando esas “revelaciones”: por medio de un espionaje oportunista. ¿De quién es el espionaje? A riesgo de caer en una actitud ingenua, hay que decir que espiar a alguien es realmente barato y los equipos se pueden conseguir en muchos lugares. ¿Es el gobierno?, ¿son particulares los espías?

Complementando esto, la línea de la IP contra AMLO parece haberse renovado. Recientemente, el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), Gustavo de Hoyos, aseguró que no desea ver a México convertido “en la próxima Venezuela”. No es el único integrante de la IP que se manifiesta en este sentido. Por experiencias anteriores, parece posible considerar que este pensamiento sí puede impactar, especialmente en sectores de clase media que pudieran ver en la izquierda morenista un peligro para México.

La guerra política es válida, incluso si tiene características de guerra sucia, pero ¿se vale subordinar la política exterior y trazar una red de espionaje para tumbar adversarios?

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