“Matar tantos mexicanos como sea posible”

Este es el mensaje de Patrick Crusius, el supuesto asesino de El Paso, Texas. El mensaje es contundente y no deja dudas. De aquí, ya...

5 de agosto, 2019

Este es el mensaje de Patrick Crusius, el supuesto asesino de El Paso, Texas. El mensaje es contundente y no deja dudas. De aquí, ya no sorprende que este joven sea un seguidor de las ideas de Donald Trump. Una masacre con matices trumpistas, dice atinadamente La Jornada.

Pero esta violencia no está sola. Este fin de semana se registraron otros dos actos de violencia: uno, en Dayton, Ohio, cuando un hombre salió a la calle y comenzó a disparar un arma larga con el resultado de nueve muertos y 26 heridos; el otro, fue en un parque de Chicago, Illinois. Y si se alarga el periodo a una semana, suman cuatro atentados. En total, 249 o 250 tiroteos masivos en lo que va del año. Los escenarios han sido variados: escuelas, plazas, calles, parques, cines, restaurantes, en fin, cualquier lugar que congregue gente es un posible blanco.

La violencia se ha desatado contra comunidades LGBT+, afroamericanas, judías, musulmanas, hispanas, o contra compañeros de trabajo, jefes o simples transeúntes que tuvieron la poca fortuna de estar en el lugar equivocado a la hora equivocada. Un dato terrible es que el llamado “terrorismo doméstico” (las agresiones causadas por norteamericanos contra sus connacionales) han sido más numerosas que las perpetradas por terroristas llegados de otros países. Es decir, el enemigo duerme junto.

Pero sí, sin mayor estudio, hay que suponer que los ataques contra las minorías han sido fomentados (no iniciados ni inspirados) por el discurso del presidente Trump, como acusan muchos. Sobre esto, habría que hacer dos reflexiones.

Primero: si esto es cierto (que el discurso de Trump ha alentado estas expresiones), entonces quiere decir que hay partidarios suyos que están dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias. Sí, el presidente Trump lamentó los sucesos, pero estas demostraciones de intolerancia y supremacismo pueden significar que sus prejuicios y odios avanzan en varios terrenos.

Segundo, ¿perderá Trump simpatía si se le asocia con estos fanáticos homicidas? Varios de los aspirantes demócratas así parecen creerlo pues han salido a hacer declaraciones, asociando el odio discursivo de Trump con los homicidios, pero lo real es que, a pesar de los casi 250 tiroteos, el grueso de la sociedad americana parece impermeable a culpar a su presidente o a replantearse el exceso de armamento de una nación que representa menos del 5% de la población mundial, pero la cantidad de armas es mayor que los habitantes. En cuatro de cada 10 hogares hay armas, varias armas. No parece probable un voto de castigo hacia Trump o una limitación a las armas. Por otro lado, tampoco es probable que las notas diplomáticas de México o los reclamos que presente sean escuchados o tengan algún impacto en la política norteamericana.

Pero tiene razón La Jornada y todos los que han señalado que el odio político del presidente juega e influye. Ahora, siendo consecuentes, debían mirar a la política mexicana y darse cuenta de que aquí también hay un discurso de odio, que al igual que el de Trump, no se disimula.

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