Los partidos políticos de oposición están paralizados y sin agenda. Todos los días tratan de recuperarse del golpe del 1° de julio, pero no lo logran. Todos los días son bombardeados por nuevas propuestas (y ocurrencias) de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y no atinan a definir cuál será su postura de mediano y largo plazo. En el PAN las cosas se mueven lento y no se sabe si eso terminará en arreglo o en masacre. En el PRD también se asoma la división por los pedazos. En el PRI la cosa parece más calmada, pero muchos lo atribuyen al hecho de que el presidente Peña Nieto sigue conservando el control del partido. Ya se verá después de diciembre qué pasará con el tricolor.
Ante este panorama de confusión, división y desaliento, ha corrido el rumor de que Margarita Zavala impulsará la creación de un nuevo partido político. Hay que subrayar la idea de que es un rumor, un trascendido, que no ha sido desmentido. Suponiendo que, en efecto, ella o cualquier otro tenga la idea de crear una organización partidaria, habría que hacer una serie de consideraciones al respecto.
¿Es buena idea hacer un partido político en estos momentos? Los partidos existentes están rotos políticamente hablando y sin nada que ofrecer. Hacer un partido es caro, se requerirían aproximadamente entre 20 y 30 millones de pesos (asambleas, transporte y alimentación de la gente, afiliaciones, gente de apoyo, propaganda, abogados, etc.). Son difíciles de manejar porque el mercado es muy volátil (militantes que se cambian de partido a la menor provocación). ¿Tiene la dupla Zavala-Calderón la gente que aporte dinero, afiliados y control?, ¿esperan que grandes porciones de Acción Nacional se sumen al nuevo proyecto? Podrían llevarse un chasco.
Y, finalmente, ¿cuál sería la propuesta? Hacer un partido honesto y comprometido con México no fue una oferta suficientemente buena y convincente en el fugaz paso de Zavala por la candidatura. Hace un poco más de un año, cuando Margarita Zavala (MZ) sonaba como la posible candidata panista se escuchaban voces asegurando que era la única que podría vencer a AMLO. Sumó apoyos en varios sectores, pero de una forma u otra ni siquiera tuvo lo necesario para derrotar a Anaya, quien le ganó “haiga sido como haiga sido”, para usar una fórmula de su marido, Felipe Calderón. Posteriormente, cuando se salió del PAN muchos apostaron que el PAN se dividiría y que muchos sectores panistas y externos la apoyarían. Simplemente, esto no sucedió. Nunca logró crear un imán interesante para los electores. Su salida de la campaña se dio en medio de señalamientos de firmas falsas y recursos de misteriosa procedencia. Aún ahora, el INE le sigue exigiendo cuentas.
Margarita Zavala no es, pues, una política con una agenda interesante o trascendente; no es una figura política atractiva. Probablemente tiene lo necesario para crecer, pero si lo que enseñó en su campaña es todo, simplemente no lo logrará, con partido o sin partido.
Tal vez habrá que esperar por otras figuras políticas que podrían crecer, como Juan Zepeda o Roberto Gil Zuarth, por mencionar a dos. Eso si logran sortear los campos minados en que se han convertido sus partidos y si empiezan a general una agenda más allá de la debacle y las ruinas.
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