Los pactos de Fausto con el Diablo

Mientras algunos integrantes de la iniciativa privada mexicana (COPARMEX y el Consejo Coordinador Empresarial) toman...

1 de junio, 2018

Mientras algunos integrantes de la iniciativa privada mexicana (COPARMEX y el Consejo Coordinador Empresarial) toman distancia del Gran Solitario del Palacio y acusan su fracaso en el tema de seguridad, otros (Germán Larrea del Grupo México y Jorge Ramón Elizondo del Grupo Vasconia) llaman a “reflexionar” el voto y dice que hay que cuidar el dinero por si gana la opción populista. El hecho es que ahora, como antes, los grandes empresarios están participando en política, lo cual no es una novedad.

En todo caso, lo novedoso es que la iniciativa privada está profundamente dividida con relación a los candidatos, en especial con respecto a López Obrador. Hay empresarios de medios y de otros rubros que ya están alineados con el candidato morenista, otros no lo están, pero ya tomaron distancia del PRI y de Peña Nieto quien, dice bien López, se está quedando solo. Algunos más están apoyando a Anaya o a Meade, casi indistintamente, con tal de que no gane el tabasqueño o al menos que no logre las mayorías en el Congreso y en las gubernaturas.

De nuevo resuena la “demonización” de López Obrador, ya sea exagerando sus dichos (algo no muy difícil) o bien atribuyéndole declaraciones y destinos manifiestos. Esta “demonización” no lleva el fin de educar a la ciudadanía en democracia, lleva el propósito de amedrentar a los ciudadanos. Y ciertamente hay material de sobra para ello. El amedrentamiento está apenas disimulado: prácticamente están asegurando que no harán inversiones si gana AMLO. Están en su derecho, por supuesto, pero ese no es un argumento político.

López Obrador, por su parte, declara que él es todo amor y paz y a pesar de que Larrea es un beneficiario del “influyentismo”, dice, no le guarda ningún rencor y le da garantías al dueño del Grupo México de que su inversión será respetada. Hay tantas cosas negativas en ambos personajes que es difícil saber por dónde empezar. El empresario que ha incrementado su fortuna de manera increíble, al amparo, según esto, de su cercanía con el poder o el hombre que ya se asume presidente (y juez) y dice que lo perdona, a pesar de saber lo que ha hecho. Pero en tanto que AMLO es todo amor y paz y perdona todo, su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, pide al INE que intervenga sobre el llamado “voto razonado” de los empresarios. Ella no es tanto del amor y paz.

De acuerdo a las encuestas y múltiples opiniones, la campaña del miedo de personajes como Larrea y Elizondo, que seguramente se han cuidado de no incurrir en alguna ilegalidad, aunque han andado en el filo de la navaja, no tendrá ningún éxito. López Obrador ha ido sumando o nulificando a los empresarios e inversionistas mediante muchas garantías de amor y paz. Sin embargo, al final del día, AMLO no es un demócrata, es un conservador autoritario y quien haga pactos con él puede correr la suerte de Fausto, pero sin una Margarita que le llore.

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