La tenía, era suya y la dejó ir

Esta conocida frase del “Perro” Bermúdez puede ser aplicada no sólo al futbol, sino también al presidente Peña...

1 de febrero, 2017

Jaime Guerrero Vázquez

Esta conocida frase del “Perro” Bermúdez puede ser aplicada no sólo al futbol, sino también al presidente Peña, quien cerró la semana pasada con un balón llamado unidad nacional a sus pies y sigue sin anotar gol frente a la portería. En efecto, luego del apoyo de buena parte de la clase política, del empresariado y hasta de gobiernos extranjeros, el mandatario mexicano ha decidido una retirada estratégica, dejando a Luis Videgaray, secretario de Relaciones Exteriores (SRE), como encargado de llevar todo lo concerniente a la relación bilateral con los Estados Unidos de América (EUA).

Por una parte, esta decisión resulta positiva, pues evita que Peña Nieto continúe desgastándose en su intercambio con Trump; sin embargo, a la larga significaría que el presidente renuncia de alguna manera a dirigir la estrategia en la defensa de los intereses del país. Renuncia a capitalizar políticamente el apoyo que ha recibido y que le urge en este último tramo de su presidencia. Al delegar su responsabilidad en el nuevo canciller mexicano, EPN podría ser visto como desinteresado en un asunto de vital relevancia para México y preferir aprovecharlo para impulsar las aspiraciones presidenciales del ex secretario de Hacienda. ¿Cómo caerá eso entre los otros aspirantes priistas a la candidatura presidencial este apoyo total?

Por otra parte, recién tomado el balón, Videgaray ha cometido dos pifias, inexplicables en un funcionario que aspira a ser un diplomático. En primer lugar, durante la charla de ayer con el periodista Carlos Loret de Mola, aseguró que le parece bien la propuesta de la Casa Blanca acerca de que los cárteles sean los que paguen el muro. El argumento de Videgaray fue que los cárteles no son México. Al parecer, el canciller no alcanzó a entender que no importa quien pague el dichoso muro, sino que, como país, nos oponemos a su construcción por ser una agresión a las políticas de buena vecindad, además de ser contraproducente en materia de comercio, medio ambiente, etc. El secretario debería escuchar al alcalde de Berlín o a otros políticos que han opinado negativamente sobre los muros.

En segundo lugar, el silencio de México ante la orden ejecutiva de Trump de vetar la entrada a los EUA a los ciudadanos musulmanes procedentes de siete países (Irak, Irán, Siria, Sudán, Libia, Yemen y Somalia). Este silencio muestra una total inexperiencia diplomática, así como una reducida visión política. De haberse condenado dicha acción, México habría podido enfatizar los principios que le han dado sustento por años a su política exterior y, al mismo tiempo, mostrar una coherencia respecto a lo que le cuestiona al nuevo gobierno estadounidense. Tal vez, podría haber llamado la atención de Europa y América Latina, logrando con ello una mayor solidaridad para nuestro país. Dejamos pasar una oportunidad de mostrar quienes somos. Lamentable. Lo peor de todo es que parece que Videgaray guardó silencio para no molestar a Donald Trump.

Pero parece claro que Videgaray llevará la batuta de la política bilateral, enfocándose tan solo en no perder el diálogo con el gobierno de Trump. Cabe hacer notar que el tono y la actitud de Videgaray marginan al resto de los mexicanos. Su posición parece decir: gracias por el apoyo, pero ahora nosotros (el gobierno) sabemos cómo hacerlo. Es crucial evitar que la postura de Videgaray, desestimando el apoyo de unidad de la clase política y la sociedad, continúe permeando, ya que no es conveniente desaprovechar esta inercia, sino todo lo contrario, apuntalar un bloque fuerte de unidad que genere certidumbre y fuerza de negociación.

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