Con las cosas que están sucediendo a nivel nacional es difícil no recordar la forma de gobernar de Luis Echeverría. Ante los medios y buena parte de la clase política de otros países, aparecía como un líder tercermundista comprometido con las mejores causas populares. No era extraño que algunos lo consideraran un hombre de izquierda. Su lenguaje, sus posicionamientos lo hacían aparecer así. Sin embargo, debajo de las palabras se desató una fuerte represión en contra de movimientos sociales. Fueron los tiempos en que se inició la “guerra sucia” mexicana: detenciones arbitrarias, desapariciones, golpizas, persecuciones, etc. Echeverría era una especie de Jano, un político de dos caras.
Ahora parece que se avanza a esta política de dos caras. Por un lado, se reivindica a Napoleón Gómez Urrutia, líder sempiterno de los mineros, y se le premia con una senaduría. No hay explicación de por medio. Nunca fue un luchador social, no es un hombre de izquierda y la mayor parte de su vida sus servicios han sido usados para el control del sindicato minero. ¿Esa es la razón o hubo otra más oscura? Hay que señalar que Gómez Urrutia nunca ha sido un perseguido político, no como Heberto Castillo, Valentín Campa y otros. En el juego de poder que practicó durante muchos años, simplemente perdió. Otro tanto se puede decir de Elba Esther Gordillo. Ella no es senadora, pero al parecer goza de los favores suficientes dentro del nuevo gobierno para que intente regresar a la dirección del sindicato de maestros.
Sobre el tipo de sindicalismo que practicaron ambos personajes López Obrador ha mantenido la ambigüedad que le es característica. Ha dicho que no hará leña del árbol caído en referencia a la maestra Gordillo; ha hablado de darle una segunda oportunidad a todos; pero también ha dicho que no permitirá los cacicazgos sindicales y también ha afirmado lo contrario, que respetaría la vida sindical. Todo indica que hará lo mismo que los presidentes panistas y priistas: hacerse de la vista gorda cuando le convenga.
Por otro lado, Luisa Alcalde Luján, quien ocupará la titularidad de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, afirmó ante los integrantes de la Barra Mexicana de Abogados que el nuevo gobierno tendrá como uno de sus principales objetivos cinco líneas de acción: “… atención especial a la extorsión sindical; el sub registro el IMSS (reporte de salarios menores a los reales); la subcontratación; la transparencia sindical y la erradicación de los contratos de protección patronal.” Tal vez lo más importante que dijo la futura funcionaria fue que se enviará una iniciativa para garantizar la libertad sindical auténtica; voto libre y secreto para elegir sindicato; contratación colectiva auténtica; transparencia de los sindicatos y de sus líderes.
Sin duda, todas estas son causas de la izquierda mexicana enarboladas durante decenios. De lograrse todo esto, los trabajadores mexicanos podrían sacudirse el yugo de caciques sindicales que los han dominado, se podría impulsar la creación de sindicatos nuevos para los miles de trabajadores que no gozan de ningún amparo laboral. Sería un avance en los derechos de los trabajadores, pero ¿qué pensarán Elba y Napoleón?
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